Las posturas erróneas
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Las posturas erróneas

TIJUANA, BC - sábado 7 de septiembre de 2013 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa
 
A partir de los conflictos generados por la propuesta de reforma educativa, que somete a evaluación a los docentes, bajo la advertencia de cese, en caso de reprobar, y las múltiples manifestaciones de protesta por parte de integrantes de la llamada Coordinadora Nacional de Trabajadores al Servicio de la Educación, el Presidente Enrique Peña Nieto, y sus principales colaboradores, tratando de minimizar la gravedad del asunto, se han referido a los inconformes, como una minoría.
 
Hay un dicho popular, que advierte claramente, que “No hay enemigo pequeño”. No entender esto, como al parecer es lo que está ocurriendo en estos momentos, con quienes han decidido salir a las calles, e incluso causar destrozos a inmuebles públicos y privados, en sus acciones de reclamo, es algo sumamente grave.
 
El lunes 2 de septiembre, durante su mensaje, con motivo de su primer informe de gobierno, Peña Nieto, en obvia alusión a quienes se han manifestado inconformes por la reforma educativa, dijo que : “En el México de hoy la democracia respeta a las minorías, pero en todo momento las minorías deben respetar la democracia, a sus instituciones y a las libertades".
 
A esto agregaría, algo que sonó como una amenaza para los disidentes : "Como Presidente del Republica, respetaré los derechos de todos, pero también estoy dispuesto a usar todos los recursos de los que dispone un Estado democrático para hacer realidad los deseos de la gran mayoría de los mexicanos".
 
Podría alguien decir, que tiene razón, porque –afortunadamente- no todos los mexicanos han salido a la calle a protestar por la reforma educativa. Afortunadamente, porque los cientos o miles que han salido, han puesto “de cabeza al país”. Al menos la Ciudad de México, pareciera que está sitiada.
 
Para los capitalinos, ya es algo cotidiano, el bloqueo de vialidades por todo tipo de manifestaciones. En el caso de las marchas de profesores de la CNTE, no son ni silenciosas, ni pacíficas. Destruyen el mobiliario urbano e incluso allanan por la fuerza recintos como el legislativo, sin que nadie logre frenarlos, pero también sin que ninguna autoridad los sanciones. Los daños, han sido cuantiosos.
 
En el mismo tenor, Emilio Chuayffet, Secretario de Educación Pública, quien desde el inicio de este conflicto, se había mantenido agazapado en su madriguera, al ser entrevistado durante el evento relativo al informe presidencial, también pretendió minimizar los reclamos de los profesores disidentes. Seguramente piensa que tapándose los oídos y cerrando los ojos, al no escucharlos, ni verlos, desaparecen las manifestaciones de protesta.
 
Chauyffet dijo, que como titular de la dependencia que encabeza, la Secretaría de Educación Pública, no puede reunirse con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) para discutir temas laborales o del sector, porque ésta no es su contraparte legal.
 
Arrogante, dijo que como titular de la SEP, sólo puede reunirse y discutir asuntos magisteriales con su contraparte que, en este caso, es el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
 
Observó que, en la eventualidad de que acudiera a un encuentro con el magisterio que repudia la reforma educativa, estaría relegando al SNTE que encabeza Juan Díaz de la Torre, “que finalmente es el representante legal de los maestros”. Sólo faltó que dijera, que los asuntos sobre educación, los negocia y resuelve con Elba Esther Gordillo, en el interior de su celda.
 
Este es un síndrome muy común en los políticos, ver a los ciudadanos, como dicen que Dios ve a los conejos : “chiquitos y orejones”. Bajo ésta óptica, nació el sistema político mexicano. Se estableció el corporativismo, para negociar e imponer decisiones a las cúpulas. Se crearon organizaciones obreras, campesinas y demás, se les otorgaron prebendas especiales a los dirigentes, desde una regiduría hasta posiciones en el Congreso de la Unión e incluso Alcaldías y gubernaturas, a cambio de someter a sus representados a los deseos presidenciales.
 
Los tiempos han cambiado. Esas posturas, de suponer que gobiernan para las mayorías, a través de negociar con la minoría cupular, ya no funciona, es obsoleta, no es práctica, ni efectiva.
 
Quienes gobiernan, a partir de que son electos, gobiernan para todos, independientemente de clases sociales o condición económica, de su filiación partidista, de ser miembros de tal o cual organización, o simples ciudadanos. Gobiernan para todos, y, por lo tanto, están obligados a escuchar a todos. Eso de “ni los veo, ni los oigo”, son posturas de la época virrienal.
 
La cuestión es que, de poco sirven las mayorías apáticas o sumisas, frente a minorías rebeldes y cuestionadoras. Ciertamente la mayoría de los mexicanos no salen a las calles a reclamar sus derechos, pero por comodinos, no porque estén de acuerdo con las decisiones o acciones gubernamentales.
 
La mayoría de los mexicanos, afortunadamente, además de apáticos, son timoratos. Tienen miedo de que los identifiquen como rebeldes, contreras o “rojillos”. El riesgo de perder la chamba o el sufrir represalias, les aterra.
 
Esas minorías, aunque no se conviertan nunca en mayorías, llevarán a México al caos social, cuando coincidan en reclamos con quienes se oponen a la privatización de Pemex, por ejemplo. O cuando en unos días se anuncie la aplicación del IVA en medicinas y alimentos. Subestimar a las minorías, es peligroso. Un error gravísimo.
 
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