Palco de Prensa
El día de ayer, la organización civil denominada Candidatos Ciudadanos, solicitó el registro de candidatos a gobernador, alcalde de Tijuana y 7 diputaciones locales.
El presidente de dicha organización, de carácter nacional, Marciano Javier Ramírez Trinidad, se presentó ante el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Baja California a solicitar el registro.
Para Gobernador, el candidato lo es una persona de nombre Rafael Loaiza Magaña y para alcalde, Carlos Herrera Rodríguez.
Explicó que desde hace cinco años están integrando dicha organización, que ya en el 2011 participaron con candidato a Gobernador en el Estado de México y que en este 2013 pretenden participar en siete de los 14 Estados en los que habrá elecciones.
Así mismo, hizo la observación de que toda vez que la legislación electoral local no permite el registro de candidatos, que no sean avalados por un partido político, recurrirán a la vía del amparo para intentarlo.
Esto de los candidatos ciudadanos, es un tema interesante, sin duda alguna.
Los electores en general, o sea los mexicanos adultos, con derecho a votar y ser votados, ya están cansados de lidear con los políticos tradicionales, aquellos que son “rolleros” o demagogos, que brotan como hongos, por doquier, que de pronto son todo simpatías y se creen merecedores de ocupar cualquier cargo público. De ser posible, aquel en el que ganen más.
Esos políticos, corruptos, prepotentes, cínicos, que a toda costa buscan riquezas fáciles y rápidas. Que pretenden los cargos públicos para servirse “con la cuchara grande”.
Esos políticos, que parecen chapulínes, que hoy están en un cargo público, y antes de concluir su gestión, ya andan postulándose en busca de otro. Así como los changos, de liana en liana.
Esos políticos, que ayer tenían una economía modesta, y hoy tienen casa en las zonas residenciales más exclusivas del sur de California. Cual si fuesen magnates.
De esos políticos, la mayoría de los mexicanos ya no quieren saber nada. Los detestan. No confían en ellos. Son cínicos e ineficientes. Y como de esa clase de políticos, están llenos los partidos políticos, al grado de que acaparan, como si fuese un monopolio o concesión de uso exclusivo para ellos, las principales posiciones electorales e incluso cargos administrativos, pues entonces se reclama candidatos ciudadanos.
Pero hay qué precisar, o aclarar, que no se trata de cualquier ciudadano. De ninguna manera. El tramitar una constancia que permita acreditar que no se tiene filiación partidista, no basta para atender o satisfacer el reclamo de los mexicanos.
El no estar afiliado a ningún partido político, no garantiza que una persona sea honesta, eficiente y capaz para desempeñar un cargo público.
Y como se trata de obtener el voto de los mexicanos, para ocupar determinado cargo de elección popular, pues se requiere que quien pretenda participar como candidato ciudadano, tenga fama pública de ser un ciudadano ejemplar, valiente, luchador, gestor social, combativo, defensor de las causas populares.
Ahí tienen el ejemplo del poeta Javier Sicilia, quien después del artero asesinato de su hijo, salió a las calles a gritar ¡Ya basta! ¡Estamos hasta la madre! Se ha convertido en un líder social, que muchos quisieran verlo como funcionario público.
El caso es que Sicilia, no busca el poder público. Lo que busca es sacudir conciencias, exhibir las ineficiencias y corruptelas de los políticos, presionarlos para que atiendan los problemas sociales. En especial el problema de la seguridad pública.
De ese tipo de personajes, cuya personalidad ya no está a discusión, son los candidatos ciudadanos que se requieren, para tratar de dignificar a la política, con la esperanza de que tengamos funcionarios públicos honestos y capaces.
Decir que son candidatos ciudadanos, por el simple hecho de constituir o formar parte de una organización bajo dicha denominación, no basta. Se intuye que son simples aprendices de políticos, que andan buscando chamba.
Ya observaron, que bajo ese formato, tarde que temprano podrán ser reconocidos oficialmente como partidos políticos y quizás logren las prerrogativas de estos. Recursos públicos para operar, posiciones electorales, cargos administrativos bien remunerados y entonces se convertirán en políticos, lo que aparentan no ser.
Las candidaturas ciudadanas, no es que sean imposibles de lograr, pero casi son una utopía. Una idea soñadora. Una ilusión. Podrá ser muy respetable esta organización que presentó la solicitud de registro de sus candidatos a gobernador, alcalde y legisladores, pero nadie los conoce. Quizás ni siquiera en la colonia donde viven, saben de su existencia.
El camino para lograr candidaturas ciudadanas, con posibilidades reales de triunfo, es largo, difícil, requiere de muchos esfuerzos y bastante tiempo de arduo trabajo. Se requiere trascender socialmente. Alcanzar el nivel de líderes sociales.
Sin tales condiciones o características, quienes se ostenten como candidatos ciudadanos, perderán su tiempo. Además, la política no es individualista, no es cosa de iluminados. Se requiere estructuras, organización. Sobre todo, se requiere el aval de un partido político.
