Palco de Prensa
Una de las expresiones que quizás calaron más fuerte, ayer durante el evento de toma de protesta de los candidatos priístas a Gobernador, Alcaldes y Diputados locales, fue la del dirigente nacional priísta, César Camacho Quiroz, refiriendo en forma genérica como “gobiernos chiquitos”, a los panistas que han gobernado Baja California durante 24 años.
Y para atajar un rumor que circuló insistentemente, tratando de descalificar la selección del diputado federal Fernando Castro Trenti, como precandidato priísta a la gubernatura, estableció que es falso que se haya pactado ceder a la oposición el gobierno estatal, en los comicios del 7 de julio, como parte del llamado Pacto por México.
De cualquier forma, con acarreos o por compromisos, como dirían los críticos panistas, los priístas lograron, con el evento masivo celebrado en la Monumental Plaza de Toros de Playas de Tijuana, con la asistencia de entre 18 mil a 20 mil personas, al menos en apariencia, mostrarse como un partido fuerte y unido.
Los excépticos estaban en espera de que sucediera algún incidente de fuertes proporciones, que desluciera el acto. Lo cierto es que hasta el empresario Jorge Hank Rhon estuvo presente y ocupó un asiento en el presídium, en primera fila.
Definitivamente, los operadores políticos del CEN del PRI, lograron su cometido. Sacar la postulación de candidatos a los diversos puestos de elección popular, sin tropiezos. Hasta los que en algunos momentos hicieron reclamos por el proceso de selección, se alinearon.
El supuesto de que la gubernatura de Baja California estaba negociada, a favor de los partidos de oposición, y concretamente para que la sigan usufructuando los panistas, en principio quedó en un simple rumor.
Fue más que evidente, que el PRI peleará “hasta con los dientes” la gubernatura de Baja California, las cinco alcaldías y las diputaciones de los 17 distritos electorales de la entidad. Sería más que un absurdo, que luego de haber recuperado la Presidencia de la República, el priísmo cediera a la oposición la gubernatura de Baja California, en el primer proceso electoral bajo la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.
La expresión “gobiernos chiquitos”, ilustra la postura del priísmo frente al panismo. Resulta evidente que la contienda electoral que inicia formalmente el 25 de abril, será una de las más reñidas de los últimos 24 años en la entidad.
De esto se desprende, o se presume, que en los siguientes dos meses, habrá anuncios importantes en la entidad, para dejar en claro que el cambio de gobierno será benéfico para los bajacalifornianos y que los gobernantes priístas serán excelentes interlocutores con la federación, para captar inversiones y programas tendientes a resolver la problemática social y económica de esta región.
Y aunque esto está por verse, y puede ser considerado como una simple presunción, e incluso una especulación, es innegable que los gobernantes panistas de Baja California, no supieron ser interlocutores ante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón. Tuvieron 12 años de oportunidades y no mostraron valor alguno para enfrentar las medidas centralistas que tanto dañaron la economía de los bajacalifornianos.
Esta es la disyuntiva de los electores bajacalifornianos, mantenerse en las mismas condiciones en que han estado durante 24 años, o correr el riesgo de un posible cambio. En el terreno del pragmatismo, para Baja California el PAN ha dejado de ser un proyecto factible. No hay mucho por ofrecer. Aunque les duela a los panistas apasionados.
Pero que esto no se considere como que el PRI tiene el triunfo en “charola de plata”. De ninguna manera. A ambos partidos, PRI o PAN, el triunfo electoral de julio próximo, les tiene que costar muchos esfuerzos, hartos compromisos y enormes realidades durante los próximos seis años.
Seis años, se pasan pronto. Si el PRI quiere lograr el triunfo el 7 de julio, y mantenerse en el poder todo el tiempo que sea posible, debe vigilar que sus candidatos, promesas que hagan en campaña, las cumplan como funcionarios públicos.
Sobre todo, que actúen con honradez, que den muestras claras de combatir la corrupción, sin distinción de siglas partidistas. Que demuestren que sí es posible reducir los índices de pobreza, de hambre, de desempleo, de deserción educativa.
Y, ¿por qué no? desenmascarar a los políticos corruptos e ineficientes, sean panistas, perredistas, priístas y demás istas. Sin que sea precisamente una “cacería de brujas”, valdría la pena escarbar en el “archivo muerto” de la Procuraduría General de Justicia del Estado, a donde han ido a parar todas las indagatorias en las que resultaron involucrados amigotes y compadres de los gobernantes en turno.
Que no quepa duda, en Baja California también hay “gordillos” que merecen ir a la cárcel. No sólo en el terreno sindical, sino en todas las áreas de la administración pública.
Que se haga realidad la justicia social, que hasta el momento es letra muerta. Que se demuestre que efectivamente puede haber gobiernos grandotes, a la altura de las necesidades y reclamos de los bajacalifornianos.
Que ya se pase del simple discurso político, a las acciones. Que se acaben los “proyectos zopilotes”, esos a base de planear y planear, como aves de carroña, en espera de que los bajacalifornianos estén desamparados, para agredirlos.
Para transformar y mejorar la realidad de Baja California, no basta el simple carisma de alguien. Con sonrisas, no se arregla nada. Por lo tanto, los candidatos a los diversos puestos de elección popular, deberán aplicarse en la tarea de plantear propuestas claras y concretas.
Que no pierdan su tiempo, y el de los bajacalifornianos, en campañas negras. Que quienes tienen a su cargo desempeñar la función de árbitros, no quieran lucirse como goleadores.
