Como dice el cuento.
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Como dice el cuento.

Tijuana BC - viernes 15 de diciembre de 2023 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 15 DE DICIEMBRE DE 2023.- Días después de haberse defendido, una habitante de Texcaltitlán dijo a la prensa: "¡Ni gallinas podíamos tener, para obligarnos a comprarles huevos!” “Y si me va a costar la vida, yo vengo a hablar por el pueblo”, enfatizó la mujer. “Yo sé que mañana, van a venir esos cabrones y me van a dar piso, pero con gusto voy a decir lo que siento y lo que es”, señaló la viuda decidida a no abandonar sus tierras.

La literatura puede comunicar más cosas, muchas veces, que los estudios académicos. Cada vez que sostengo lo anterior, en cierto gremio, se ve con escepticismo o con desdén. Pero lo sostengo.  La muerte tiene permiso es un cuento de Edmundo Valadés (1915-1994) publicado en 1955. El cuento, narra la historia de unos campesinos que se presentan ante una comisión de ingenieros, quienes, artífices el proyecto de la revolución mexicana, consideran que han dado las tierras y por tanto, la asamblea que realizan será asunto resuelto. 

Sin embargo, luego de un breve consenso entre campesinos de San Juan de las Manzanas, Sacramento se levanta para exponer sus argumentos. En resumen, señala  los temas de tierras que perdieron unos campesinos injustamente; el aumento arbitrario en el monto de los préstamos que les habían concedido; la muerte de su hijo por haber ido a reclamar a la autoridad; el cierre del canal del agua y la violación de dos muchachas del pueblo. Casi final de la exposición, Sacramento señala: “Solicitamos su venia para hacernos justicia por nuestra propia mano...”.  Luego de la votación, la asamblea aprueba el castigo al presidente municipal. Aprobado el punto, Sacramento aclara que el presidente municipal, fue ejecutado el día previo. Pero ya tenían el permiso. El texto, es considerado uno de los cuentos más importantes en la literatura hispanoamericana. 

El viernes pasado, en Texcaltitlán, Estado de México, grupos de campesinos llegaron a una decisión que nadie en los medios cuestiona. Se pusieron de acuerdo para hacer justicia por su propia mano. En un campo de futbol, cansados de las extorsiones realizado por miembros de la familia michoacana, ejecutaron a 11 de ellos. Tres integrantes de la comunidad de Texcaltitlán, también perdieron la vida en el enfrentamiento. Las imágenes mostradas en las redes sociales y en algunos noticieros, dan cuenta de lo sucedido. Cuerpos calcinados, machetes, gritos de dolor. La autoridad se hizo presente días después, con todo un aparato de seguridad alrededor de la gobernadora.

En el cuento de Edmundo Valadés, uno de los ingenieros de la asamblea, señaló que no era posible acceder a su petición. Dijo el ingeniero: Pero somos civilizados, tenemos instituciones; no podemos hacerlas a un lado. Poco después, como apuntamos, se cambió la decisión. Así, las instituciones que no funcionaron, en estos días llegaron al poblado a señalar que se iban a imponer las instituciones, para que no se realizaran actos de venganza en Texcaltitlán. Las camionetas se fueron y las declaraciones quedaron. 

A nadie se le ha ocurrido decir que habría consecuencias por los eventos de la mencionada población. Quienes se defendieron han sido ubicados como un pueblo harto que se rebela en contra de sus opresores, idea que comparto. La pregunta es ¿y las causas de que ese pueblo cuándo se van a investigar? ¿O ya nos quedamos con la explicación que se ha generado en los días siguientes? ¿qué va a pasar cuando otra población haga lo mismo, por causas semejantes o peor, por las mismas razones? Damos por terminado el asunto y esperamos la siguiente defensa, legítima si es en un caso semejante. ¿Nos familiarizamos con la violencia, como en tiempos de Calderón? 

El tema es que terminar con el neoliberalismo - si es que se terminó – no eliminó con la violencia de grupos armados que imponen su voluntad en pueblos, ciudades, rancherías, comarcas. El Estado sigue con el discurso presentista de que ya estamos en otro momento de la historia, con un pasado superado por las buenas decisiones que se toman, pero las evidencias nos indican que es necesario plantear nuevas estrategias. Texcaltitlán son mujeres y hombres con rostro y apellido, son historias que no se van a contar desde espacios en los que, el testimonio directo, es una ausencia: nadie quiere que salga su rostro, a la vez que piden, se les entreguen armas y chalecos antibalas para defenderse. 

¿Y el Estado? ¿Dónde lo esperamos? 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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