Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 8 DE DICIEMBRE DE 2023.- La campaña presidencial del gobernador de Nuevo León se acabó en un escenario de comedia.  No conozco a nadie que estuviera dispuesto a votar por él, pero la escena muestra que los contrapesos siempre deben existir. Ante el absurdo de querer burlar la ley a su gusto, las instituciones actuaron para no permitir que se disponga a placer de los reglamentos y los procesos legislativos. 

El tema de la candidatura pasó a segundo plano ante la idea de perder el poder en la entidad y posiblemente, el acceso a recursos, o como se ha señalado, para que no se conociera información. Ese escenario debió ser previsto por quienes conocen la legislación de la entidad y sugerir que los intentos de moverse a placer tenían sus límites. Por lo que se menciona en la prensa, los enfrentamientos entre el ejecutivo estatal y el congreso apuntan a mayores enfrentamientos en un futuro cercano. 

Sin embargo, cuando menos a mí, no me quedó claro quien pagó la cuenta. El sainete que se montó no termina porque no se ha aclarado de dónde salieron los recursos para la corta e inútil campaña. Si fue con recursos del partido que los postulaba, entonces fue dinero de los mexicanos. Si lo pagó con recursos del estado, también.  Si fue con los recursos propios, también debería presentarse ante la autoridad correspondiente la información que permita conocer que hubo algo auténtico en todo esto. 

Si fuimos los mexicanos quienes pagamos entonces hemos avanzado poco. No se ha investigado cuánto costaron los paseos y los videos que han aparecido en las redes sociales. La producción de los videos en los cuales la pareja intenta cantar parece ser realizada por profesionales, que no hicieron su trabajo por amor al color naranja, ni al candidato. La pareja aparece feliz, bailando, y haciendo gestos que posiblemente, nos costaron muchos pesos y pocos resultados. 

Las prebendas a los partidos políticos siguen sin ser tocados. Permite que puedan moverse con toda libertad y pagar templetes, cantantes y como se ha documentado, tortas y sodas en eventos públicos. Una extensa campaña que muestra a funcionarios movilizados por diferentes espacios. Muchos en busca de puestos, cargos, o candidaturas.  

Los videos de la pareja que no será votada, los tenis anaranjados que se compraron y la movilización de quienes llenaron los eventos, ya de Samuel García, ya de Dante Delgado y su limitada operación política, son una muestra de algo que he remarcado en numerosas ocasiones en esta sección: no se merecen el recurso. Hacen estos papelones porque tienen con qué y se van como si nada, dejando sólo un aire de incompetencia y perdida de tiempo para quienes merecen un gobierno mejor. 

Una reforma que termine o reduzca sustancialmente la obtención de estos recursos, es una posibilidad, entre muchas otras, de cambiar estas escenas que se permiten con toda liviandad. Planear candidaturas, administrar recursos entregados por reales militantes, es un tema que debe presentarnos las condiciones de una democracia de calidad.  Pensar las propuestas, elaborar plataformas realistas, sensatas, ´posibles y creíbles, no parece ser un problema que se intente resolver. 

La campaña fosfo fosfo, no fue ni luz de luciérnaga. Sin embargo, muestra una realidad que ha continuado porque permite jugar al ajedrez político y para algunos, como los naranja, negociar por migajas. No van por proyectos, ideas de país o propuestas para largo plazo, sino por pedacitos de los que sea, para mantener una tensión política que permita buscar un espacio de poder que se limita a sostenerse en la escena. Dante, una autentico mensajero y representante de todo lo que critica, es un anuncio claro de que el sistema no representa las necesidades un país que requiere de mayor solidez en sus instituciones y su democracia. Cada peso que gaste nos enseña que el capricho y la banalidad se imponen sobre múltiples necesidades de muchos mexicanos que requieren más de esos recursos, como educación pública en todos sus niveles, por ejemplo. El tema de los resultados de la prueba PISA, si bien no deben ser tomados como definitivos, si marcan un problema que es necesario atender. Y dejar para siempre, cosas como el fosfo fosfo, que no sirvió para iluminar  ni el escritorio de quien jugó con las palabras. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.