Por: Carlos del Valle del Río 
@delvalledelrio

CIUDAD DE MÉXICO 12 DE OCTUBRE DE 2023.- Cada vez que pensamos que la humanidad avanza de manera global en el respeto a los derechos humanos, surge un conflicto armado para volvernos a la realidad. Así sucedió con la brutal invasión rusa a Ucrania, y ahora la acción terrorista de Hamás sobre Israel y su violenta respuesta nos ponen de frente a una realidad de barbarie y venganza.

La primera reacción de la las potencias occidentales clama por venganza, el propio primer ministro israelí Benjamín Netanyahu no ha tardado en pronunciar discursos asegurando que todo el poder destructivo del poderoso ejército de Israel caerá sobre el pueblo palestino. Pero la historia reciente nos ha enseñado que estas acciones militares únicamente traen consigo más destrucción y a la larga, están destinadas al fracaso.

Estados Unidos se precipitó en una acción militar sin precedentes sobre Afganistán despúes de los atentados terroristas en Nueva York. El entonces presidente George Bush pronunció algunas de las palabras más profundas en el congreso de ese país, cuando definió que  la guerra que emprendió su país contra el terrorismo fue una batalla entre el bien y el mal: “Las naciones amantes de la libertad nos respaldan. Esta será una lucha monumental contra el mal.¨

Pero la realidad fue otra, después de una larga y penosa presencia militar, el ejército norteamericano se retiró de Afganistán, atrás dejó no solo una derrota, sino una estela de dolor, violencia y pobreza. Si al cabo de los años alguien ganó esa guerra fue el mal, que acrecentó el odio y las diferencias.

Quizá es momento de mirar con una brújula moral distinta este nuevo capítulo de un viejo conflicto.

Lo primero que debemos entender es que Hamas no es Palestina, que un grupo de terroristas no pueden llevar al dolor a todo un pueblo como el palestino. Pero debemos también entender que Israel tampoco es la única víctima de esta tragedia. Atrás quedan años en los que se ha impuesto una visión del mundo sin entender que no es compartida por toda la región.

En momentos en los que en muchos lugares del planeta se debate apasionadamente los derechos de las minorías, pasando por cómo se percibe cada uno respecto a sus sexualidad, parece increíble que no entendamos los derechos de pueblos milenarios, que el diálogo que se les ha ofrecido a través de los años pasa por la represión militar. La contraofensiva israelí podrá saciar la necesidad de venganza de su nación, pero no traerá paz.
El mundo en su conjunto tiene la oportunidad de solucionar de fondo un conflicto largamente alentado por las potencias militares, pero para lograrlo primero deben callarse los fusiles y  dejar de lado los discursos de venganza. Después de todo para el grupo terrorista Hamas, las acciones de los pasados días son únicamente la venganza a una serie de afrentas israelíes, y para el gobierno de Israel las acciones militares que ha emprendido, son también solo consecuencia de la justa venganza por lo sucedido. Una cadena de venganzas, una más sangrienta que la otra.

Hoy no hay voces de peso en el concierto internacional que llamen a la prudencia, que aboguen por reconocer el derecho del otro, por el contrario una vez más se impondrá la fuerza de las armas. En los discursos, el ganador será el más fuerte, pero moralmente todos habremos perdido, y en unos años más, los gritos clamando nuevamente  venganza volverán a imponerse. 

Periodista director de International Journalism Service

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