Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 6 DE OCTUBRE DE 2023.- La cancelación de conciertos de grupos musicales coloca en el centro el problema de quien impone la agenda en la ciudad. No es el problema en sí mismo que cantantes o grupo que son amenazados, sino la capacidad de grupos organizados de incidir en las calles en que todos circulamos. La amenaza directa, no excluye que quienes recorremos la ciudad por trabajo, diversión, adquisición de bienes o servicios, estemos fuera de la amenaza que representan quienes imponen su ley sobre la ley. 

El corrido, es parte de una larga tradición de la denominada cultura popular. El mensaje al enemigo, el saludo, la confrontación anunciada en las letras, tiene tan largo recorrido  que más de un investigador, los ubica como una forma de expresión social que  se ha gestado en cientos de canciones.  En estos días, reviso un libro en el cual, los corridos de personas que realizan tráfico de mercancías en la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso se remiten a la década de 1920.  Los personajes son reales y los lugares   en los que se tiran los cadáveres, son ratificados en la prensa de la época. Policías y traficantes se entremezclan en las historias que se cuentan en los corridos y estos, son un referente para explicar porque unos y otros se confunden. Usan el límite fronterizo para ser policías de un lado, informantes del otro o luchar con el supuesto enemigo, que en realidad es amigo, sólo que depende del país en el que esto es conveniente. 

La cantidad de corridos que ilustran la complejidad de la vida en las ciudades fronterizas – aunque se puede extender a otras zonas alejadas del límite internacional – describe condiciones de trasiego de mercancías y personas. Conocidos y tradicionales son los Tigres del Norte, que forman parte de una manera de conocer relaciones y personajes que no se quedan en las historias de los corridos, sino que fueron parte de la filmografía. Existen muchos ejemplos, aquí sólo apunto lo que considero más simbólico, pero las evidencias de que los corridos son denuncia, mensaje, construcción de personajes en sentido épico, o amenazas. No soy experto en el tema, pero sí se puede afirmar en la larga continuidad y en la consistencia de las narraciones que plantean. 

Los corridos son una forma de expresar musicalmente que existen conflictos al interior de grupos, pugnas entre autoridades y relaciones contrapuestas a los discursos oficiales.  Los autores aparecen y se van de la presencia pública. Algunos son rastreables y otros sólo dejan su mensaje o denuncia.  Sin embargo, su existencia misma, puede ser un punto de partida para observar las sociedades de las cuales son producto.  Las escriben individuos que conocen parte de la realidad social y por ello, su análisis, no es una mera referencia secundaria. El hecho de que cantantes conocidos que realizan conciertos y reúnen multitudes, significa que los mensajes o el mensaje, tienen un peso simbólico para alguien y que el éxito de algunos, genera imaginación y fantasía en otros. Ambas, forman parte de un deseo o una idea de sí mismo.  

La suspensión de los conciertos (confieso que uno de los grupos involucrados, no tenía la menor idea de su existencia) es por razones de seguridad. Los amenazados son los músicos que cantan y bailan. Alguien o algunos, no quieren que se presenten en público y deciden amenazarlos. La suspensión de la actividad, con beneficios para otros agentes de la economía, también se ven afectados por quienes deciden que unos sí y otros no. Imponen por sus razones un criterio y quienes administran a los amenazados, prefieren evitar problemas y renuncian a los ingresos que podrían recibir. No tienen confianza en la autoridad y deciden que lo mejor es acudir a otras sedes. Sin siquiera conocer a los involucrados, es imposible saber a quién o qué amenazaban con su presencia. Lo evidente, como ciudadano del común, es que no existe confianza en las condiciones de seguridad en que vivimos. Por supuesto, no es ninguna novedad, sólo es una ratificación. 

La autoridad señala que la culpa de los empresarios o de los cantantes. Es posible, pero no tenemos información que permita confirmarlo y no sabemos si la culpa es de ellos. El mensaje a los habitantes de la ciudad ha quedado claro. “Alguien”, que no es autoridad formal, es capaz de amenazar y los involucrados, prefieren evadir. Pero nosotros estamos aquí y recorremos las calles de diferentes horas y por diversos lugares. Ese “alguien”, puede pasar a nuestro lado en una calle o compartir en un restaurante o una taquería.  Y él o ellos, saben que tienen el poder de cancelar eventos mientras que nosotros, ni siquiera sabemos con quién compartimos el lugar en la vía pública. Saben que han logrado que la autoridad municipal esté en resguardo militar y que pueden decidir sobre la agenda de la ciudad con acciones específicas.

Por ello, la autoridad se vuelve un concepto a discutir. La institucionalidad, que vive de nuestros impuestos, no tiene la confianza que se requiere para un concierto – o dos, o los que sean – y los organizadores, en clara referencia a la incapacidad, deciden irse con su música a otra parte. El mensaje es que los corridos tienen parte de razón. Que reflejan la sociedad en que estamos y que, en algún momento, podremos escuchar un corrido en el cual se mencione que fueron capaces de cancelar a fulano o zutano.  No sé qué historia contarán, ni como, pero sí que el tema, justifica que los corridos existan como denuncia, amenaza o mensaje.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.