INFRAESTRUCTURA Y DESARROLLO
Por: Alejandro Mungaray Moctezuma 

TIJUANA BC 11 DE SEPTIEMBRE DE 2023.- Se considera que los sistemas BRT (Bus Rapid Transit) son una herencia latinoamericana  en materia de transporte colectivo para el mundo. Son una opción para articular sistemas integrados de forma viable en espacios urbanos a partir del aprovechamiento de la infraestructura vial existente. 

La visión de estos sistemas es muy sensata ante la perspectiva de que los procesos de conformación urbana de las ciudades son sentenciados por la propia perdurabilidad de la infraestructura que se va construyendo y de que las condiciones de movilidad dependen de su capacidad y organización operativa.   

Fue a partir de la década de 1970 que se empezaron a desarrollar estos sistemas y actualmente los exitosos modelos de Curitiba, en Brasil, y Bogotá, en Colombia, son un referente a nivel mundial. Aunque con el paso del tiempo se han ido implementando diversas expresiones de sistemas BRT en muchas más ciudades de todos los continentes. 

Así como los sistemas BRT son una alternativa interesante para sumar en la consolidación de la movilidad colectiva de una ciudad a partir de la puesta en servicio de una red troncoalimentada, existen otras tecnologías que también se pueden sumar y enlazar con los servicios tradicionales para conformar una red aún más amplia de servicio masivo, como lo son los sistemas metro, tranvías, trolebuses, ferrocarriles suburbanos, e incluso aéreo y tren de alta velocidad, en un orden interregional. 

No hay que dejar de recordar que el objetivo final es lograr integrar redes para contar con un servicio de transporte colectivo eficiente que funja como el modo preferencial para los desplazamientos masivos de las personas, porque ese es el anhelo de cualquier ciudad del mundo, sobretodo de las grandes urbes. 

En este sentido, ya existen muchos casos de éxito de espacios urbanos que han logrado consolidar sus sistemas de transporte colectivo y atraer grandes cantidades de usuarios, incluso llegando a desarrollar tecnologías propias y modelos particulares de implementación que se van convirtiendo en referentes para otros que andan viendo como resuelven la bronca.

Sin embargo, es importante señalar que detrás de todos los casos que hoy exhiben sistemas colectivos exitosos, también existe un proceso histórico que ha dejado grandes lecciones de intentos fallidos y correcciones que se han tenido que enmendar con el paso de los años. 

Una de las más grandes lecciones ha sido llegar a comprender que más allá de que los sistemas se construyan, para lograr implementar un servicio troncoalimentado exitoso lo más importante es reordenar los servicios tradicionales que ya existen y promover su integración operativa. 

El objetivo debe ser que el usuario perciba mayores beneficios de utilizar el servicio de transporte colectivo que ofrece la ciudad, comparado con la posibilidad de seguir utilizando su propio vehículo.

Esto significa que los servicios tradicionales existentes deben reconfigurar su operación poniendo en el centro el nuevo sistema; y con ello, integrar sus rutas, tarifas y horarios de servicio para lograr articular un servicio que sea económicamente atractivo, accesible físicamente, con trayectos en tiempos razonables, cómodos y seguros. 

Otra lección aprendida, es que los sistemas de transporte colectivo que operan en una misma red vial que el resto de vehículos particulares están expuestos a la amenaza del congestionamiento y la saturación vehicular. 

En este sentido, la saturación vehicular de las calles de una zona de una ciudad es el reflejo de varios fenómenos. En primera instancia, de una organización urbana que exhibe áreas de oportunidad en materia de planeación. Además, de que la tasa vehicular y volumen de demanda de esa red es demasiado alta, comparada con la dotación y capacidad de infraestructura vial existente. Adicionalmente, que la organización operativa de esa red requiere de instrumentación tecnológica y una mejor administración.

Sin omitir las profundas consecuencias que tienen estas saturaciones desde el punto de vista económico, por las pérdidas que generan los retrasos en los traslados y por los deterioros físicos que provocan; y desde el punto de vista ambiental y de la salud, por las emisiones que generan y los impactos que estas tienen en la calidad de vida de las personas y en la calidad de la atmosfera. 

Por ello, la saturación vehicular en una ciudad se debe atacar con la construcción de una política pública integral que inhiba el uso del vehículo particular, ordene la operación del transporte de carga a nivel urbano, promueva la densificación y reorganización urbana adecuada; y a su vez, promueva el uso del transporte colectivo y su intermodalidad con la movilidad peatonal y la bicicleta.

Es así, que se percibe que una postura estratégica para solucionar muchos problemas urbanos es promover la consolidación de los sistemas de transporte colectivo en una ciudad. Pues con ello, cuando el proyecto realmente va en serio, se activa el trabajo colaborativo entre todos los sectores públicos y privados, de todas las disciplinas, al igual que entre todos los actores que deben involucrarse de los distintos órdenes de gobierno. 

En un proyecto de estas características se entiende que muchos esquemas tradicionales se verán modificados, y que el objetivo central es usar los referentes y el aprendizaje a partir de las lecciones fallidas, los recursos que se tienen y la creatividad para lograr poner a disposición un mejor espacio urbano, una red de infraestructura mejor organizada y un correcto servicio de transporte que sea útil y accesible para los habitantes de esa ciudad. Todo con una perspectiva del bien común. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor