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Tijuana BC - viernes 18 de agosto de 2023 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 18 DE AGOSTO DE 2023.- Y de pronto el tono aburrido y soso, parece haber quedado atrás.  Si por algunos días las corcholatas, - concepto que sólo se puede entender en esta temporalidad específica – parecían moverse sin necesidad de grandes discusiones, los movimientos han empezado a manifestarse con las contradicciones de un sistema que no tiene reglas escritas. Marcelo Ebrard, denuncia en tono fuerte, que existe un favoritismo claro que le da ventajas a Claudia Sheinbaum. Esto no es una genialidad, sino algo que se ha expresado en múltiples ocasiones por numerosos editorialistas. Evidentemente el significado cambia, cuando lo dice una corcholata que aspira seriamente al cargo. 

Sheinbaum, por su parte, ha dicho no ser una copia de AMLO, pero por más que lo intenta, suena a copia de AMLO. Es probable, que si llega a la presidencia, tenga la capacidad de construir evidencia sobre ello, pero por lo pronto, no dice nada que altere la paz de AMLO. Todo lo que hace y dice el presidente de la República, es correcto y cualquiera que lo contradiga es conservador, forma parte de una trama que desinforma y merece ser castigado verbalmente en la mañanera. Ese discurso, ya dio de sí, pero se sigue usando como fórmula repetitiva que  ha terminado por desgastarse. 

Por ello las palabras de Ebrard son algo que algunos consideramos que sucedería en algún momento. ¿Quién iba a realizar el movimiento que alterara la sana tranquilidad? Ebrard era el obvio, cuando menos desde nuestro punto de vista. Ricardo Monreal está muy lejos en las encuestas y Adán Augusto, aparece muy rezagado.  Su discurso es también repetir lo que diga AMLO, pero con más discreción que acierto.  

Las palabras de Ebrard sentencian el proceso electoral, a menos que recule en las próximas semanas, lo que no creemos que suceda. El tema describe una realidad y al mismo tiempo las contradicciones de una organización política que, construida en torno a un personaje, se vuelve sobre sí mismo al plantearse el tema de la continuidad, necesaria para consolidar un proyecto, y posibles rupturas, que parecen evidenciarse al acercarse el momento de la decisión. Si Ebrard rompe, como se especula, entonces tendremos escenarios que generaran cierta división. Claudia, gane o pierda, aunque es más posible que gane, no rompería con AMLO bajo ninguna circunstancia.  No creo que tenga la condición de dar el portazo y decirle a su líder que ya no lo sigue. 

Los demás han respondido como se esperaba. Somos seis, no dos. Pero dado que fue necesario aclararlo, son dos nada más y cada día que pase, los temas van a subir de tono. Unos, esperando que Marcelo se abra, otros, que Claudia se sostenga ecuánime, serena ante lo que apunta a una lógica transexenal. Su papel, en caso de ganar, será separarse del padre sin causar fisuras, despacito, porque no le gustará quedar registrada como una presidenta títere, propia de un recuerdo de Maximato que ha consolidado una memoria social sobre personajes como Pascual Ortiz Rubio o Abelardo L. Rodríguez. En más de una ocasión, al explicar cómo Ortiz Rubio trató de romper con Calles, de lo que existe clara evidencia, se debe reconocer que de todos modos se generaliza socialmente con la idea de que hubo un Maximato. 
Esa memoria afecta el presente y el futuro de Claudia Sheinbaum:  ser la primera mujer presidenta de México, pero no ser la presidenta. Ganar la presidencia no le asegura el poder. Tendrá que intentar algo, ¿a lo Lázaro Cárdenas?, pero con más cuidado y con más paciencia, y sobre todo con mucha inteligencia. Marcelo, si rompe, adiós para siempre. Si algo extraordinario sucede y gana, entonces su problema va a ser como controlar las huestes de Claudia, que estará esperando el 2030, con más ganas de criticar que de apoyar.  

Por ello las palabras de Marcelo van más allá de una declaración fuerte. Está Morena como estructura y los personajes que desconfían de lo que haga el otro. Si se enfrentan demasiado, la tesis de que eran un movimiento se rompe. Aun así, Morena gana con cualquiera de los dos. Ante la posible ruptura, se especula que el factor Xóchitl puede amenazar el triunfo que se cree asegurado. En mi caso, no veo potencia en el discurso de la mencionada como para lograr una victoria. Las fotos a un lado de Alito o de Marko Cortez – o  Felipe Calderón o Vicente Fox – no le ayudan en nada. Son una sombra que aleja a votantes. Pero, sobre todo, no creo que el discurso que ha manejado sea suficiente para convencer, dado que la historia de la mujer que se construyó a sí misma, es buena, pero en eso no es suficiente para elaborar  una propuesta de país que permita demostrar qué es lo que pretende. 

Las fechas se aproximan y las posturas se dividen. Cada día cierra el espacio de negociación y los espacios de poder se ven restringidos en una expectativa de futuro que se decide en cupulas.  En todos los casos, el comentario es claro: la violencia en el país se incrementa y eso, es una historia que no parece tener fin. Llegar al poder no es suficiente y si es Claudia, tiene que romper con el presente, que nos amenaza todos los días. Si es Marcelo, urge que el Estado tenga mayor capacidad de respuesta ante lo que se presenta todos los días: desapariciones, asesinatos, fosas clandestinas.   Esos mexicanos que han sido asesinados, no tuvieron la suerte de que la esperanza llegara a su puerta. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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