INFRAESTRUCTURA Y DESARROLLO
Por: Alejandro Mungaray Moctezuma 

TIJUANA BC 14 DE AGOSTO DE 2023.- La Real Academia Española define el término “utopía” como un plan, proyecto, doctrina o sistema ideal que es muy difícil de realizar; y refiere la representación imaginativa de una sociedad futura. 

En el caso de las ciudades e ideas utópicas de su desarrollo, a lo largo de la historia distintas personalidades, culturas y disciplinas han ido planteando formas diversas de prevenir y atender problemas futuros de los espacios construidos. Se coloca en el centro la búsqueda de la felicidad y la armonía social, básicamente a través de ideas basadas en aspectos de sustentabilidad y avances tecnológicos. 

Podríamos reflexionar que la utopía existe desde la aparición de las primeras civilizaciones, ante la perspectiva de los retos para su perduración, en la necesidad de promover el orden colectivo y el balance entre los procesos de su urbanización y desarrollo, los territorios y los recursos que estos ofrecen. 

Entre diversas ideas, propuestas y experimentos, algunas visiones han conceptualizado la perfección urbana a través de modelos geométricos y organizaciones políticas, como la República de Platón, filósofo griego. Mientras que otras, han visualizado estados teocráticos basados en la igualdad comunitaria, como la Ciudad del Sol, de Tomasso Campanella, filósofo italiano.  

En tiempos más recientes, entre finales del siglo XIX y principios del XX, Mario Chiattone, urbanista suizo, incursionaba ya en lo que denominaba la “ciudad futurista”, que contemplaba ya conceptos de urbanismo compacto y diseños basados en el aprovechamiento tecnológico. 

Posteriormente, durante la década de 1920, el arquitecto suizo – francés Le Corbusier terminaría de acuñar un modelo utópico de ciudad para la nueva realidad urbana, que promovía una síntesis entre la naturaleza y el desarrollo tecnológico, con construcciones verticales y rascacielos interconectados entre sí en atención a la fuerte aglomeración poblacional que ya era evidente en muchas ciudades, en aquel entonces. 

A su vez, su modelo contemplaba grandes áreas verdes a nivel de suelo, al igual que en las cubiertas de los edificios, y calles muy amplias para permitir la correcta interacción entre la movilidad motorizada y peatonal. 

Muchos de estos conceptos han orientado el desarrollo urbano moderno durante las últimas 8 décadas, con distintas expresiones que hoy vemos plasmadas en todas las grandes metrópolis del mundo, y en una corriente de desarrollo de ciudades de menor tamaño que usan estos casos como referencia.

Es interesante observar que la utopía urbana de principios del siglo pasado, es en muchos aspectos, la realidad urbana que hoy tenemos. 

Curiosamente, la situación actual de muchas ciudades grandes refiere los retos que conlleva su constante aumento poblacional, ante un modelo de desarrollo urbano que ha propiciado esta atracción y concentración. Lo que a su vez, ha propiciado que mucho territorio con mucho potencial prevalezca inhóspito, sin uso. 

El modelo actual se enfoca en seguir ideando formas creativas de atender las demandas crecientes en las ciudades, que requieren de más vivienda, más empleos y más servicios públicos, sufren de serios problemas de movilidad y que no hayan cómo lidiar con tanta basura. A causa de esto, enfrentan también fuertes retos ante las amenazas globales del cambio climático, la contaminación, la escasez de recursos hídricos y energéticos. 
Lo interesante de esto es que hay ciudades muy importantes en la actualidad con estos problemas, que a principios del siglo pasado ni siquiera existían. Que han ido orientando su desarrollo a partir de una visión utópica que fue alcanzada y rebasada hace ya bastante tiempo y que han tardado en darse cuenta que su nueva utopía urbana debe contemplar nuevos modelos más sustentables, con conceptos y estrategias radicales, como el nuevo proyecto “La Línea” que ya está desarrollando el gobierno de Arabia Saudita (del cuál hablaré en mi siguiente columna). 

Ante el problema de concentración demográfica en las ciudades existentes y la experiencia positiva con que ya se cuenta en los procesos de desarrollo de las mismas, porqué no pensar en estrategias para detonar nuevas ciudades que en 100 años puedan llegar a tener un peso importante, que desde su diseño y origen contemplen todos los elementos necesarios para que sean más sustentables, tecnológicas y resilientes; y de pasada, puedan ayudar a ir desfogando y desconcentrando las grandes problemáticas que ocasiona el crecimiento demográfico en las que hoy existen. 

Nota: dedico esta columna con mucho cariño a mi hijo Miguel Santiago, quien me pidió que desarrollara este tema.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor