Por: Carlos del Valle del Río 
@delvalledelrio

CIUDAD DE MÉXICO 1 DE AGOSTO DE 2023.- La democracia, por lo menos en su expresión electoral, es decir la de contar votos, es un experimento muy nuevo en la vida de los mexicanos. Si concedemos que la alternancia en el poder llegó en el año 2000, y con esto nos enteramos que votar y que ese voto se contara sí tenía consecuencias, entonces  este país solo tiene veintitrés años de democracia.

Claro que muy lejos de eso es que vivamos en una normalidad democrática, es decir que las decisiones de los gobiernos emanados de esos comicios también asuman que deben gobernar de manera democrática, tomando en cuenta a las minorías y pensando en largo plazo a favor de la sociedad y no de su partido. Pero eso está todavía muy lejos de ser una realidad, es más cada vez se ve más lejos.

Desde hace varios años se realiza un seguimiento del estado de salud de la democracia en América Latina, lo hace Latinobarómetro, que realiza un estudio en todos los países de la región, claro  excluye de ese estudio a países como Cuba por obvias razones. El asunto es que en los resultados de este año, la democracia en la región ha sufrido un notable retroceso. Es más, cada vez menos ciudadanos latinoamericanos creen en que la democracia pueda resolver la crisis que de manera permanente viven sus países.

Quizá no debería ser una sorpresa al darnos cuenta que Latinoamérica nunca ha tenido democracias permanentes al mismo tiempo en todo el continente, siempre ha habido algún país que vive bajo un régimen distinto al de la democracia. Pero esta situación se agrava ahora que el populismo es una nueva forma de expresar el descontento social. Entonces si, cada vez la democracia tiene menos oportunidades de triunfar como forma de acceder al poder, pero más grave aún como forma de  conducirnos como sociedad.

En el reporte 2023 de Latinobarómetro, México destaca en una muy preocupante categoría, la de la preferencia por un régimen autoritario sobre uno emanado de un proceso electoral transparente y con reglas justas.  Nuestro país ocupa prácticamente el fondo de sociedades que dijeron que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, estamos en el lugar 15, de los 18 encuestados. incluso esa misma pregunta en el 2020 nos ponía en el lugar siete, pero en tan solo tres años, la idea de una democracia como el mejor lugar, se desplomó.

Hasta arriba de esta lista están países que han vivido verdaderas dictaduras como Argentina y Chile, e incluso países que las están viviendo como Venezuela. No cabe duda, la división constante y el encono alimentado desde palacio nacional, han calado muy profundo en el ánimo nacional. Visto de esa manera, nos llevará muchos años recuperar un diálogo nacional sano. Ojalá solo se necesite paciencia.

Y claro que ante la pregunta de que si no es la democracia lo que hoy prefieren los mexicanos, está la de ¿sobre cuál sería el mejor tipo de gobierno?. La respuesta es doblemente sorprendente, por aterradora y por profunda.  Primero hay que decir que, según este mismo estudio, Nuestro país perdió ocho puntos en nivel de aceptación de la democracia, es decir, dentro de los países con pérdida de democracia estamos solo arriba de Venezuela y Guatemala. Ese es el país que se promueve diariamente desde las mañaneras un país en que que desconfiar de las instituciones y confiar ciegamente en el líder político ha traído como consecuencia que México encabece  la lista de países que abiertamente prefieren un gobierno autoritario a uno democrático.

Así pasamos en tan solo tres años a encabezar la lista de países que prefieren un gobierno sin elecciones y autoritario. Nadie  en la región está por encima de nosotros en esa percepción.

Más allá de datos y estudios estadísticos, lo que hay detrás de esas aseveraciones es el odio contenido en cada discurso presidencial, que se transforma en un poderoso discurso destinado a preparar un terreno en el que la democracia, no un partido o candidato, sea la verdadera derrotada en el 2024.

Cada vez son más feroces y violentas las campañas políticas en México, cada vez desgastan más el ánimo social, y además ahora se adelantaron de manera ilegal prácticamente un año. De esta manera no es difícil entender que el mensaje sobre el alto costo social de la democracia sea fácilmente entendido.

Los países que ya vivieron esta situación, están aferrados a la democracia como solución de fondo, pero nadie escarmienta en cabeza ajena.

Periodista director de International Journalism Service

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