INFRAESTRUCTURA Y DESARROLLO
Por: Alejandro Mungaray Moctezuma 

TIJUANA BC 26 DE JUNIO DE 2023.- El concepto “ciudad inteligente” (smart city) surge desde finales del siglo pasado, con el fin de aprovechar las nuevas tecnologías y sistemas de comunicación en los ámbitos urbanos, para hacer frente a las diversas problemáticas que conlleva su crecimiento poblacional. 

La idea es conectar a los habitantes de las ciudades a través de la infraestructura y el uso eficiente e intensivo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y el Internet de las Cosas (IoT), para lograr un funcionamiento común e integral que vea por un desarrollo más sostenible. 

En este sentido, el desarrollo tecnológico de los últimos 20 años ha ido generando aplicaciones que son útiles para impactar en una mejor calidad de vida urbana, desde distintas dimensiones. 

La dimensión económica (smart economy) refiere entornos tecnológicos que promuevan la innovación, la creatividad y la alta productividad con industrias inteligentes. Mientras que la dimensión del transporte y las comunicaciones (smart mobility) promueve redes de conexiones y tecnologías avanzadas para organizar los servicios de transporte y de comunicaciones digitales.  

Por su parte, la dimensión medioambiental (smart environment) se centra en la optimización del consumo energético, promoviendo energías alternas y la reducción de gases de efecto invernadero. Mientras que la dimensión de calidad de vida (smart living) busca ampliar el acceso a servicios públicos, seguridad, áreas verdes, y servicios culturales y recreativos.  

La dimensión de las personas (smart people) habla de una sociedad capaz de aprender a través de la tecnología y emprender acciones congruentes con el desarrollo sostenible. Mientras que la dimensión de la gestión y administración inteligente (smart governance) promueve gobiernos abiertos y la cooperación entre autoridades para construir políticas públicas que cimienten un proyecto que vea por el bienestar de las futuras generaciones. 

El marco de referencia global ya existe a través de la “Agenda 2030” y representa una guía internacional que parte de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), para orientar la labor de los ámbitos locales y compartir buenas prácticas que faciliten los procesos de adaptación e implementación tecnológica, sobretodo de los países desarrollados a los que se encuentran en vías de desarrollo.

El continente europeo fue uno de los pioneros en promover el desarrollo inteligente, sostenible y socialmente integrador de sus ciudades a través de diversos proyectos, como es el caso del Modelo Europeo de Ciudad Inteligente (“European Smart City Model”) o la Red Española de Ciudades Inteligentes. 

Por ello, ciudades como Londres, París, Zúrich y Barcelona, son ya referentes en sus grados de “inteligencia” al avanzar considerablemente en su dotación de sistemas urbanos, tecnológicos y ambientales, aunque en ellas prevalecen aun problemas relacionados con la cohesión social. 

Estos problemas de orden social son característicos de las grandes urbes y se reflejan en retos de integración de flujos migratorios, de inclusión socioeconómica, reconocimiento de la diversidad y en aspectos de cultura cívica y solidaridad.

Esto nos muestra que los procesos de asimilación tecnológica llevan distintos ritmos en cada dimensión. Mientras algunas tecnologías pueden entregar beneficios de manera más o menos rápida, en materia social, donde la mejor tecnología aplicable termina siendo la educación, el proyecto es de más largo plazo.  

Para las ciudades latinoamericanas, el concepto de ciudad inteligente parece estar aún en un horizonte un tanto lejano. Desde la perspectiva de la planeación de ciudades, infraestructura y capacidades de inversión en materia tecnológica, las necesidades prioritarias parecen ser otras que se autodefinen como más básicas. 

Sin embargo, desde el punto de vista del desarrollo sostenible, no hay que olvidar que estamos todos interconectados en un único sistema global, donde fenómenos como el cambio climático nos muestran que mucho de lo que hacemos o dejamos de hacer en cualquier parte del mundo impacta en la calidad y ciclo de vida de la humanidad.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor