Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANC BC 10 DE MARZO DE 2023.- La semana pasada, el mismo día que se inició la nota de los eventos del secuestro de cuatro estadounidenses en Matamoros, Tamaulipas, se publicó en esta sección mi comentario sobre el hecho de que el Estado mexicano, desde hace muchos años, antes y después de Calderón, no ha sido lo suficientemente sólido para garantizar condiciones de paz, dado que los grupos, muchos, organizados, han afectado la vida de miles de personas durante décadas. Son un poder dentro del Estado, al grado que logran desestabilizarlo. 

En los días siguientes, fueron localizados dos extranjeros muertos, uno herido, y una mujer con vida. Las cadenas televisivas estadounidenses, informaron con intensidad y denuncia, la situación. Cuatro de sus connacionales habías sido secuestrados con lujo de violencia. En estos días, la información aun es confusa sobre las razones del viaje y las posibilidades de explicación de los cuatro estadounidenses. Un diario inglés, ha destacado los antecedentes penales de los involucrados y existen especulaciones al respecto.

Ayer jueves, el grupo Escorpión, perteneciente al cartel del Golfo, entregó a cinco individuos, probables responsables del secuestro, acompañados de una disculpa. 

Como es conocido, senadores republicanos, desean declarar a los grupos de traficantes de drogas como terroristas, con la idea, de que es posible intervenir en México para terminar con su presencia. Los miles de estadounidenses que mueren, es por culpa de los mexicanos que les venden, no por estadounidenses que compran. No puedo entender como son obligados a comprar durante los meses o años que se requieren para volverse adictos a los diferentes productos que han generado en ambos países, este enorme y trascendente problema social. Los argumentos de que los “culpables” están en un solo lado, es cerrar los ojos ante la realidad. La corrupción es de ambos países y el trasiego requiere de cientos de participantes. 

La amenaza no se va a cumplir. Es ridícula. La Drug Enforcement Administration (DEA) ha actuado en nuestro país desde hace varias décadas. Los eventos que involucraron el asesinato de Enrique Camarena, agente de la DEA y el piloto mexicano, Alfredo Zavala Avelar, en febrero de 1985, muestran relaciones de cooperación y también de enfrentamiento, desde entonces. La causa de Camarena tuvo infinidad de seguidores y existen calles y escuelas con su nombre en los dos países. De Zavala Avelar, hasta donde puedo afirmar, no existe ese tipo de reconocimientos.  Una versión  de los hechos, implica la participación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en el asesinato, dado que supuestamente, Camarena iba a denunciar que dicha agencia estaba involucrada con Rafael Caro Quintero y el envío de armas a la contra  nicaragüense, que pretendía eliminar a presidente – actual  por cierto – Daniel Ortega. 

La intervención de agentes de la DEA ha sido documentada en numerosas ocasiones. Hace treinta años, veinte, diez o en nuestros días, la referencia a su presencia – y la negación – es constante. Por ello, lo evidente es que no se termina el combate a las drogas por intervenir, dado que ya ha sucedido, sino por el consumo. Son los usuarios que sacan el dinero de la bolsa los que generan los mercados, precios y puntos de venta.  Su existencia es la que explica que cientos de personas estén ligadas a la producción y distribución de la misma. Muchos arriesgan y pierden la vida para lograr que ese mercado que paga, tenga un producto que afecta la salud y la vida de quien lo hace. 

El sistema de atacar a los “carteles” no ha sido efectivo y cuesta muchas vidas en ambos países. Tampoco han funcionado los abrazos, si es que alguien se ha abrazado y el poder de los grupos criminales, llegan con una disculpa, entregando a sus “compañeros” que se equivocaron – o no, por versiones que no han sido confirmadas – o a lo mejor porque es más conveniente para seguir trabajando la plaza, sin tener la presencia militar en la zona. Cuesta más no hacer negocio que “cuidar” cinco personas que alguien decidió, que efectivamente fueron ellos, quienes realizaron la acción de privar de la libertad a los cuatro estadounidenses. Es decir, alguien del Cartel del Golfo o de Los Escorpiones, hizo justicia – en el caso de que se hiciera – pero, además, con una disculpa. Es decir, somos asesinos y narcotraficantes, pero hubo un daño colateral que no era nuestra intención. 

Así, las acciones de la DEA desde el siglo pasado, las de los corruptos que desde el gobierno se han coaligado con ellos, y los republicanos que con sus discursos no convencen a sus ciudadanos que no utilicen drogas, no funciona. Si esos discursos republicanos se centraran en atacar en su país y por tanto, intervinieran más en educación, policías, sistemas de salud y sobre todo, convencer a los miles y miles de estadounidenses – republicanos o no – de no drogarse, no tendríamos escenarios como los actuales.   

Por tanto, la solución es práctica. Señores republicanos, intervengan en el país que gobiernan y luchen contra el consumo. Hagan lo suficiente en su país para terminar con un mercado que daña a miles de personas en los dos países. Sean responsables. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.