Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 9 DE SEPTIEMBRE DE 2022.- Si el camino al 2024 ya estaba con un sendero casi delimitado, la ruptura anunciada entre los antes partidos grandes, hoy le facilitan más el camino a quien sea el elegido o elegida al interior de Morena. La elección será un referéndum, muy parecida a lo que sucedía antes en el PRI. La ruptura viene de la mano de la no exposición de más audios del dirigente del PRI, quien se abrazaba al secretario de Gobernación con un mensaje de que algo estaba por suceder. 

Pero el escenario es peor al interior del PRI. Amplios sectores ven esto como un momento de declive. Se llega a un nivel tan bajo que en varios estados la organización política puede desaparecer por no llegar a los porcentajes requeridos. Alito, como le dicen, puede crear la tumba, el epitafio y dar las últimas palabras de despedida de la organización que en pocos años cumpliría, o a lo mejor cumple, un siglo de fundada. Pero quien sabe si lleguen. 

En las declaraciones de los dirigentes del PAN y PRD, cuando menos en mi lectura, se habla de que es posible que la alianza ha terminado. La única forma de que no sea así, es con otro dirigente, porque con éste la carga es muy pesada. Si ya lo era desde meses atrás, ahora es todavía mayor el tamaño la loza. Lograr acuerdos sin la sombra de la traición, es como entrar a un cuarto y saber que al salir, cualquier cosa que se dijera, puede cambiar ante el escenario de un dirigente que no está seguro de dirigir nada. 

Parece más una salida negociada con los morenistas para decirles les facilito todo, pero déjenme libre. Tengo varias culpas por pagar y prefiero que ustedes ganen y dejar de ser un pequeño dolor de muelas.

Alito no amenazaba, pero todo indica que a quien le estorba ahora es a los priistas, que en su huida a Morena, ven con claridad que el camino tiene color morado y el tricolor ya no tiene dirigentes ni dirigidos. 

El efecto de este cambio tiene implicaciones en el corto plazo. En estos días se deciden varios temas clave. La guardia nacional, el presupuesto, la figura jurídica de la prisión preventiva oficiosa (que quedó en suspenso) y ahora, la recomposición de fuerzas al interior del Senado y la Cámara de Diputados. ¿Cuántos priistas se van a ir con Alito? ¿Cuántos van a intentar permanecer en la alianza, que para su caso, es casi de sobrevivencia electoral? 

Si las izquierdas y las derechas y los centros estaban diluidos, amalgamados, esquizofrénicamente revueltos, ahora el lopezobradorismo tiene mejores formas de negociación. La desconfianza va a reinar en la oposición que trataba de ser un frente y que ahora, puede quedar atomizada en la sobrevivencia que no va más allá del día de hoy, si acaso mañana, porque un cambio como este, es de los que se quedan en la memoria, en la duda, en no saber si lo que se dice es cierto por diez minutos o por veinte. Adiós a los planes a largo plazo. Y las gubernaturas del 2023, ya, desde este momento, pueden vivir de este efecto dominó que, desde mi punto de vista, se ha iniciado porque las acciones de Alito, dan muestra que en política es mejor salvar el pellejo que tener un proyecto de nación congruente, consistente y con verdadera visión de futuro. 

Si Alito se queda en lo que quede del PRI, adiós al PRI. Si llega una dirigencia nueva, crear confianza al interior no va a ser tarea fácil. Recomponer la alianza, siempre va ir enmarcada en un escenario de desconfianza.  Pero esto es también la muestra de lo que tanto he remarcado en esta sección. La forma en que integran los partidos, gracias a los subsidios pagados por todos los mexicanos, no ha generado una mejor democracia, aunque sí unas elecciones más cuidadas, pero nada más. Los votos cuentan, pero los elegidos no le han dado calidad a la democracia. Se les dan carretadas de dinero para que se construyan proyectos alternativos, que ofrezcan opciones a quienes piensan distinto y el resultado es nimio, pobre, que no va más allá de la coyuntura. 

Si el PRI y el PRD van a sobrevivivir, lo que no necesariamente es bueno ni malo, van a tener que reconstituirse y reconfigurarse en poco tiempo. El 2024 ya se les fue y por desgracia, cuando menos desde mi perspectiva, es que van a seguir cobrando con un membrete en el frente pero no con proyectos y posturas que tengan solidez. Y el problema es que lo hacen con recursos que se pueden utilizar de otra forma, para realmente mejorar otros aspectos de la vida social.  Los de Morena, con estos enemigos, no necesitan hacer mucho, porque la debilidad es notable.  La oposición le entrega más votos por día por su incapacidad de un discurso congruente y con credibilidad. Y esta, la credibilidad, se ha resquebrajado de una manera que parece, no tener regreso. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.