Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 24 DE JUNIO DE 2022.- La potencial falta de agua es siempre un factor en ciertas zonas de nuestro país. Gran parte del norte de México está en esa condición de manera permanente y desde hace varias décadas, grupos de especialistas de diverso orden, han creado infraestructura hidráulica que ha permitido crear la idea de que el agua sale de la llave. Sin embargo, la explicación para que ello suceda tiene detrás estudios, preferencias, grupos hegemónicos, sectores que, desde el poder en cualquiera de sus formas, disputan el derecho a tener agua para los diferentes usos. 

Abrir la llave de agua parece un acto de presente, pero es en realidad una construcción que ha requerido reconstituir el espacio y necesariamente, afectar de una forma u otra a flora y fauna. Es resultado de decisiones que se tomaron   décadas atrás. Por ello, conlleva a que quienes articularon un sistema, tenían un horizonte de expectativa con ciertos límites. El agua tiene un límite de uso y aunque llueva o neve, no es un bien que se pueda considerar ilimitado.   

Las imágenes que podemos ver de Monterrey no son nada extrañas para nuestras zonas.  En algún escrito anterior, apunté que la experiencia personal significó varios años sin agua, porque la infraestructura y la capacidad de traslado del bien, es un tema social que es resultado de la coordinación entre organismos que, como tales, deciden quienes tienen prioridad y quienes van a quedar de lado.  En la construcción de ciudades, sobre todo en el norte de México y el suroeste de Estados Unidos, miles de hectáreas se quedan sin irrigar, cientos de áreas son consideradas de baja productividad y, por tanto, se concentra el recurso en zonas en las que se considera que es posible tener mejor resultado.  Todo ello significa que alguien gana y alguien pierde en una relación que tiene un eje común: no existe el agua suficiente para todo el potencial. El producir energía eléctrica en las presas internacionales, o en Boulder que es una base de nuestro abasto, cambia necesariamente áreas naturales y nos convierte en beneficiarios de zonas que son modificadas o destruidas. Algún tipo de fauna o flora podrá adaptarse a las nuevas condiciones, pero la idea de que existen zonas naturales “vírgenes”, es una idea que carece de sustento. Para decirlo simple, cuanto alguien en Tijuana abre la llave, significa que hace algunas décadas, o años, desapareció el hábitat de un tipo de ave en Arizona o en Utah.  

Por ello la sequía no es un acto sólo de la naturaleza, sino de  que hemos cambiado los escenarios y las necesidades urbanas y agrícolas, han reconstituido el espacio y sectores sociales,   consideran que sus necesidades son las primeras en una cadena en la que los actores, no son sólo los humanos que se bañan o lavan los platos. Bruno Latour propone el concepto de actantes para incluir a las aves, arañas, serpientes, lobos, árboles, arbustos y todo aquello que se modifica a partir de construir grandes obras hidráulicas que permiten nuestra satisfacción. A su vez, mover el agua de un lado a otro, genera otros escenarios por los lugares que pasa. 

Por ello, en nuestras ciudades, el asunto del agua es un asunto de generaciones que actuaron con una forma de pensar el recurso para el futuro. Abrir la llave del agua es un acto social, biológico y político.

Esta enmarcado en privilegios y en sacrificios de grupos humanos o actantes.  Es una acción que implica una relacion con el planeta y una manera de consolidar reglas de urbanidad que nos exige cumplir con ciertas acciones para vivir en sociedad. 

El escenario de Monterrey es el escenario de Tijuana de hace cuatro décadas. Me cuesta decirlo, no es culpa del pedante gobernador, es una condición de límite de crecimiento que estaba señalado desde hace varias décadas. No es casual que se tengan proyectos para llevar agua desde el río Panuco desde hace una década. El caso de Ensenada, confieso mis límites para explicar el problema en su conjunto, dado que la información, para mí, es aun insuficiente. Sin embargo, el tema es claro: la falta de agua tiene que ver con que no hubo planeación y cumplimiento de proyectos en tiempo y forma.  La población creció y la capacidad de abasto se vio rebasada en una relacion entre incapacidad y según algunos, excesos de política. 

Por ello el título de este breve escrito. El problema del agua nunca se va a solucionar porque estamos en zonas en las cuales la abundancia no es su signo, salvo excepciones. Por tanto, la tarea es pensar por supuesto en el presente, pero ubicar que este presente no exenta al futuro de su responsabilidad. En sentido inverso, pensar que el agua en algún momento va a ser suficiente, llevó a la idea de que el tema estaba solucionado. Pero si en estos momentos vemos como el problema se incrementa, es porque se dejó de actuar.   El abasto de agua, es quizá el bien social de mayor peso en la sociedad, porque sin este, numerosos agentes económicos se ven afectados.  La desesperación de los afectados genera innumerables cambios en la cotidianidad. 

Si algo logro en estos breves párrafos, es pensar que el lector le diga a otro lo que implica abrir la llave,  dado que desde un pasado lejano o cercano, algo o alguien no tiene  el recurso de que se goza.  De igual forma, me interesa decir que las imágenes de Monterrey no son ajenas a Tijuana, sino una parte de su pasado. Y que de no actuar en este presente, puede ser un escenario muy próximo. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.