Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 11 DE MARZO DE 2022.- El tráfico de la ciudad nos recuerda que los problemas están lejos de resolverse. Para moverse de un lugar a otro, el tiempo que se dedica, se incrementa con los problemas que no se han resuelto. El aumento de la carga vehicular, lejos de disminuir se intensifica ante el regreso de todos los niveles educativos a clase. La contaminación se incrementa  y las alarmas suenan una vez más ante una condición de duda permanente, dado que unos días parece que se ahorra tiempo por una ruta y al siguiente día el plan debe cambiar porque está peor. 

¿Por qué no imitar lo que se realiza en otras ciudades? ¿Porque no un programa de no circula? La autoridad municipal coloca el tema en la opinión pública como una solución, pero no como el conjunto de problemas que es necesario resolver antes de un paso de tal magnitud. El ejemplo de la ciudad de México, es claro. Por un lado, no es comparable la eficiencia del transporte público. Ni de broma tenemos algo semejante al sistema de transporte como es el metro.  Tampoco,  un sistema como el de metro bus, que permite desplazamientos en diversas direcciones. No existen segundos pisos que quienes los  usamos por un tiempo, podemos indicar la eficacia que brindan, a pesar de todos los asegunes y de las afectaciones para quienes viven a  un lado de tal infraestructura. 

¿A cuántos años de distancia estamos de ello? No sé, pero cuando menos una década. En San Diego, el Trolley es un sistema que duró décadas en realizarse, con enormes diferencias dado que contempla estacionamientos para que dejes ahí el auto y el desplazamiento sea más cómodo.  Es otra liga, pues, de la que estamos a enorme diferencia. 

Así, pues quitemos autos de la calle y las personas háganle como puedan. La madres que tienen que pasar por sus hijos a las guarderías o las escuelas, súbanse a la calafia y trépense a los camiones del SITT, a ver si finalmente  se llenan.  Esto significa dejar de trabajar antes, o pedir ayuda,  o decirle a un pariente o cientos de posibilidades.  Ese día a la semana – supongo – también generaría  costos porque quienes tengan la capacidad económica tomaran algunos de los servicios de transporte que hoy tenemos a través de nuestros celulares. Esto significa decirle adiós a cuando menos 300 pesos en un día. 

Lo otro, es que en la ciudad de México, quienes tenían un auto, compraron otro. Con ello, las calles, banquetas y espacios públicos, lejos de tener menos autos, incrementaron su carga. Muchos compraron autos baratos o a crédito, para solucionar el drama de la movilidad. Es decir, se incrementó el número de automóviles circulando. Muchos sacaron placas en el estado de México o en Morelos, lo que generó un problema de otro tipo, dado que robar un auto con esas placas se volvió una posibilidad más para quienes se dedican a ello. Por eso, en cada esquina de las banquetas, en los sitios para los discapacitados, sin falta, está un automóvil. 

Así, con ventajas comparativas, el tema del no circula solucionó algo y generó otros problemas de importante dimensión. ¿Qué pasaría con el enorme número de personas que trabajan en Estados Unidos? Alrededor de 80, 000 personas cruzan diario a los Estados Unidos a trabajar. ¿Ellos podrían circular? ¿O nada más se aplica la ley para quienes vivimos y trabajamos en  Tijuana? ¿Cuánta legitimidad perdería quien pretende aplicar un reglamente diferenciados de esa magnitud?

El no circula es mucho más que sacar autos de circulación. Antes es necesario solucionar un problema de movilidad donde se debe tomar en cuenta a los que menos tienen. Es ahí donde el tema encuentra su vertiente social, porque se trata de mujeres y hombres que luego de trabajar 8 o más horas, deben de hacerlo con tiempos y espacios que no están en relación con las posibilidades reales de movilidad. Si el transporte público se vuelve eficiente algún día, entonces hay un camino. En las condiciones actuales, es una pesadilla. Quienes tienen más recursos compraran un auto barato y las colonias y fraccionamientos van a convertirse en pleitos por los lugares y más contaminación. Por cierto, ¿Se ha solucionado el problema de la contaminación en la Ciudad de México? La respuesta es no. 

Por ello, si el transporte público es malo e insuficiente, se demuestra en que los usuarios prefieren comprar su carrito, con todos los males que esto ocasiona. Si el transporte público estuviera solucionado, los niveles de carga vehicular serían otros.  La idea no es mala. Solo que falta mucho para llegar a ese momento en el cual se pueda plantear un tema de esa dimensión. Hacerlo como estamos, es quitarle a los más pobres.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.