Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 14 DE ENERO DE 2022.- La respuesta es sencilla, aunque el proceso no. Porque el Programa del Partido Liberal Mexicano, escrito principalmente por Juan Sarabia, representa una continuidad en el proceso revolucionario en su relacion con la Constitución de 1917. Pero con la muerte de Sarabia en 1920, Ricardo en 1922 y de otros, en la década de 1930, Enrique logró, apoyado en otros revolucionarios que ese programa se le atribuyera a él y su hermano. Logró que se les reconociera como los precursores, pero el programa era importante por la continuidad que representaba. 

En 1925, Enrique escribió como anarquista y dijo no ser patriota: 

Fue para nosotros altamente penoso tener que ocultar nuestra identidad anarquista y concretar nuestros escritos en arengas patrióticas que no sentíamos y a simular ser políticos cuando abominábamos de la política. 

El documento fue publicado en La protesta, semanario anarcosindicalista (no anarquista) editado en Argentina. Pero cinco años después, en su texto “los últimos veinte años”, inició públicamente con la tesis de que ellos habían redactado el programa. El anarquismo, por el cual habían luchado casi dos décadas fue desplazado y logró, junto con revolucionarios de movimientos de 1906 y 1908, consolidar la idea de los precursores, los que iniciaron la lucha contra Díaz. 

Así, por ejemplo, en 1917, para contradecir la promulgación de la Constitución, publicó Enrique:

No son leyes ni gobiernos que las burlen lo que necesitamos los pobres, sino Pan, Tierra y Libertad para Todos. Y esos bienes no se conquistan por medio de leyes y gobiernos, como lo demuestran los hechos, sino por medio de la expropiación, tomando cuanto existe, para el uso y beneficio de todos. 

En contra de los constitucionalistas y de la Constitución en infinidad de veces escribió Enrique desde 1913 hasta 1917.  Un ejemplo más. En diciembre de 1915, publicó: 

…porque la anarquía y la política no pueden marchar del brazo; querer unir ambas tendencias es pretender un maridaje imposible. Una a la otra se rechaza. La anarquía detesta al gobierno; la política lo apoya. Son dos tendencias contrarias que no pueden reconciliarse.

¿Por qué los anarquistas consideran a los políticos como ladrones, como perros guardianes del capital? Porque la propiedad privada es un robo y todos los males de la humanidad se generan a partir de dicho principio. Por ello, los anarquistas no debían relacionarse con los políticos. Sin embargo, Enrique, años después, planteaba lo contrario.

Solicitaba empleos para varios de los revolucionarios de 1906 y 1908, así como para él y sus hijos. Además, publicó: 

Toda mi simpatía estaba con Ávila Camacho. Le consideraba una persona de confianza, constante, que respetaría la vida y la dignidad del hombre corriente. Desde luego que le daría mi apoyo, y me preparé a hacerlo con un sequito de 600,000 hombres en todo México.

En todos esos años, hasta su muerte, cada vez que eran referenciados por el anarquismo, Enrique insistía en periódicos como El Universal y en eventos públicos, que ellos dos eran los autores del programa de 1906. En 1944, senado de la república, volvió oficial que los dos hermanos, con mayor referencia a Ricardo, eran los autores de un programa reformista, que respeta la propiedad privada y las instituciones gubernamentales. Pero si algún lector revisó lo que publiqué la semana pasada, los anarquistas tienen como centro de su lucha, terminar con todo gobierno y cualquier forma de creencia religiosa, particularmente el catolicismo. Enrique escribió en 1914

Nos llamamos anarquistas; clamamos a voz dc cuello que este sistema de inequidad capitalista debe ser derrumbado, limpiando por completo la superficie del mundo de frailes, ricos y autoridades; hagamos pues, que nuestros actos sean consecuentes con nuestras palabras, y haciendo a un lado los vestigios que tengamos aun de ¨super-hombres¨ y de racistas, hagamos justicia al noble indio mexicano, haciendo públicos sus actos de justicia social  y sus aspiraciones sanas, y ayudaremos a que sea un hecho la completa destrucción del Sistema Capitalista que tanto alardeamos odiar. 

Este llamado fue el que desapareció para construir la idea de que era el programa de 1906 lo que ellos hablan realizado. Sin embargo, Regeneración de 1910 a 1918, muestran que el intento era una ruptura en contra del capitalismo, no una continuidad de este con reformas sociales. Por ello, el año es de Enrique, el que logró construir una continuidad que permitió a los gobiernos posrevolucionarios construir una idea de legitimidad, dado que se cumplían demandas que se habían generado desde 1906. En cambio, la ruptura de la propuesta anarquista, que no se limitaba a México, sino que pretendía ser para el mundo, quedó sometida a lo que los gobiernos posrevolucionarios realizaron, para construirse como los continuadores de un programa que hizo Juan Sarabia en su mayor parte, no Ricardo ni Enrique. Ellos sí participaron, sobre todo Ricardo, pero como parte de una estrategia para no revelar el anarquismo hasta que llegara el momento oportuno. Y en eso Baja California es central.  Muchos han confundido el movimiento armado en Baja California como un movimiento de los Flores Magón, cuando ellos en realidad llamaban al proletariado de todo el mundo a tomar los medios de producción. Nunca indicaron que era solo en Baja California, ni propusieron ninguna república. 

La próxima semana señalaré porque los anarquistas, intentaban llamar a los ácratas de todo el mundo a Baja California para movilizar al proletariado de todo el planeta con una sola causa, eliminar la propiedad privada, el origen de todos los males de la humanidad. Nunca dijeron nada del programa de 1906, al que consideraban un documento sin importancia. Ese era el de los conservadores, los miedosos, como Juan Sarabia, de acuerdo con sus palabras. Por ello, es el año en que nos muestra como los grupos sociales, construyen una memoria social, que se diferencia de los eventos a los que se alude. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.