POLITEIA
Columnista: Javier Iván Maldonado Preciado
El martes 28 de septiembre dio inicio una de las operaciones políticas más grandes y relevantes en la historia de nuestra entidad. Todo comenzó por la mañana del citado día, cuando el ex alcalde de Tijuana, Arturo González, solicitó licencia a su encargo como diputado federal.
Inmediatamente, los actores políticos y medios de comunicación comenzaron a interpretar los posibles escenarios que motivaban dicho movimiento político, quedando abierta la posibilidad de su retorno al cargo que legal y legítimamente le había sido conferido por los tijuanenses.
El tema sobre la municipalización del agua prontamente se convirtió en el centro de atención, pues se especulaba que el fundamento para el retorno de Arturo González era darle revés a los acuerdos de cabildo en la materia, sin embargo, todavía faltaba que el Congreso del Estado autorizara su regreso y conseguir la mayoría calificada en cabildo.
Para contextualizar la situación, el ex alcalde había sido previamente amenazado y orillado a abandonar su encargo, a raíz de calumnias y la judicialización de las mismas, ese capítulo había sido un episodio triste para él y sus colaboradores, pero en ese preciso momento también representaba una guerra destinada a perderse.
Ya una vez retirado del encargo, la normatividad modificada por el congreso local establecía que su hipotético retorno a la alcaldía, solamente podría darse con previa autorización del poder legislativo.
A conciencia o por coincidencia, el ex alcalde terminó aplicando una de las estrategias más complicadas de tomar durante la guerra: comenzar a perderla, pero lo más lento posible; como alguna vez citó Napoleón: “puedo recuperar espacio, pero tiempo jamás”.
Retomando el tema, las sospechas se convirtieron en realidad, cuando el congreso local citó a sesión extraordinaria la noche del mismo martes, con un único punto a tratar: dejar sin efectos el acuerdo de cabildo, por el que se concedía la “licencia definitiva” del cargo como Presidente Municipal al multicitado ex alcalde.
La operación fue calculada con mente fría y precisión, pues se vieron involucradas diversas fuerzas políticas, diferentes órdenes de gobierno y hasta el poder judicial resolvió controversias ese mismo día.
Pese a la resistencia de algunos congresistas afines al gobierno estatal en turno, se vieron rebasados por una estrategia audaz, planificada de principio a fin, cuya ejecución por un momento dio señales de ni siquiera requerir esfuerzo.
Fue así como se aprobó el retorno de Arturo González a la Presidencia Municipal de Tijuana, con 18 votos a favor, 7 en contra, ninguna abstención y un titánico Presidente del Congreso (el Diputado Juan Manuel Molina García), quien contuvo los ánimos y ridiculizó a los opositores del acuerdo, haciendo ver sus argumentos como meros berrinches.
Como hemos referido, la operación estuvo calculada con tanta precisión que sus ejecutores parecían leer la mente del contrincante, pues cuando la Policía Municipal se rebeló contra su máxima autoridad y pretendió cercar el edificio del Ayuntamiento, el ahora ex alcalde y los ediles necesarios para sesionar ya se encontraban dentro de las instalaciones de gobierno.
Fue necesaria la intervención del ejército para hacer valer la ley y la voluntad popular, y acto seguido, se citó a sesión extraordinaria de cabildo, el mismo miércoles por la tarde.
Algo brillaba diferente en el ex alcalde, su hasta entonces breve paso como diputado federal lo había finalmente “curtido” en términos políticos, sus respuestas hacia los cuestionamientos de la prensa eran realmente hábiles y la actitud con la que enfrentaba la operación política irradiaba suma autoridad, como si de antemano supiera que todo iba salir bien, era evidente su motivación.
Desde luego, no estuvo solo en dicha operación política, fue asistido y es también evidente qué actores políticos pudieron haber participado en la coordinación de dichos movimientos, sin embargo, para el momento de tomar posesión de la alcaldía, lo difícil ya era cosa del pasado, pues, desde antes de solicitar licencia como alcalde, contaba con el apoyo del cabildo.
Curiosamente, algunos de los que tanto hablaban de lealtades, desaparecieron de dicha sesión, no estuvieron en el momento más importante, y algunos “grillos” se ausentaron para no escuchar “cantar” victoria al “gallo”, pero quedó demostrado que no son requeridos por la historia de esta ciudad.
Por unanimidad, se dejó sin efectos el acuerdo de cabildo del año 2013, por el que se instruía la municipalización del agua y se daba vida al órgano encargado de gestionar dicho servicio.
En el ocaso de la administración municipal, una operación política protagonizada por Arturo González, el Congreso del Estado y el Cabildo de Tijuana, revirtió la municipalización del agua en la ciudad.
HASTA SIEMPRE
Tuve la oportunidad de compartir algunos minutos de mi vida terrenal con el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, un hombre de principios e ideales, cuya historia se encontrará fusionada con la memoria de nuestra entidad, hasta el último de los días. QEPD el mejor gobernante que ha tenido Baja California.
Javier Iván Maldonado Preciado es un hombre de ideas y letras libres, egresado de la Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Baja California.
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