Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 16 D EJULIO DE 2021.- Desde la década de 1990 la carrera presidencial inicia desde mucho antes. Vicente Fox les ganó la candidatura a varios aspirantes mucho antes que los tiempos formales del PAN se establecieran. Mediante la organización los Amigos de Fox se hizo campaña y se iniciaron giras y conjeturas sobre lo que sucedería el año 2000. Cuando los tiempos formales llegaron el nombre de Fox ya estaba muy bien ubicado y a pesar de las notables inconsistencias de sus planteamientos, derrotó por primera vez al partido de Estado. 

La lógica era diferente a la actual, dado el desgaste del partido en el poder y que la publicidad desempeño un papel central. Además, el gobernante en turno, Ernesto Zedillo, no tenía el discurso que le permitiera convertirse en figura. Además, el recuerdo de los asesinatos de 1993 y 1994, sumados a la crisis económica desatada, menoscabaron la capacidad para mantener en el poder al PRI. Una de las frases simbólicas, “los demonios andan sueltos”, le abrieron un camino a un impreparado Fox. 

En la siguiente elección, López Obrador llevaba ventaja y la estrategia de Calderón fue lanzarse al interior de su partido, sin el permiso del presidente. Le costó su cargo en el gabinete, pero el trabajo previo en el interior de la organización le permitió ganarle al candidato obvio, Santiago Creel.  La campaña sobre el peligro para México, que representaba para algunos López Obrador, tuvo efectos y si bien no podemos afirmar quien ganó, cuando menos podemos decir que el presidente reconocido fue Calderón. Sin embargo, semejante a Zedillo, su imagen se perdió en poco tiempo y entre tanto muerto, el gobernador del estado de México emergió como presidenciable desde varios antes de la elección.  Las razones del triunfo se basaron en una imagen construida desde los medios que, desde mucho antes, aplaudían su actuación como gobernador. Aunando a ello, la encuestas siempre lo mostraron muy delante de sus adversarios. Una ventaja que parecía inalcanzable. El día de la elección se mostró que tal ventaja no era la señalada por las encuestas, pero sí la suficiente para obtener el triunfo. El movimiento yo soy 132, originado en la Universidad Iberoamericana, alentó a muchos lopezobradoristas, pero la elección no fue cuestionada. 

La corrupción, la frivolidad, la casa blanca, las cuentas del secretario de hacienda, pero, sobre todo, el asesinato de 43 estudiantes de Ayotzinapa, generaron tal repudio que la legitimidad de Peña Nieto estuvo en los suelos durante más de la mitad de su gobierno. Según algunas encuestas, apenas tenía un 11% de aprobación en el ultimo año de gobierno. López Obrador con un mensaje muy sencillo, fue el triunfador desde mucho antes de la elección. Nunca hubo competencia. La campaña avanzó por un camino aplanado por los errores de su antecesor. Los otros candidatos estuvieron en las fotos, pero nunca representaron una amenaza para el triunfo del tabasqueño. 

El nombre de López Obrador está en los medios nacionales desde los inicios de la década de 1990. Por dirigir el PRD, por ser hombre de confianza de Cuauhtémoc Cárdenas y después, por ganarle la candidatura. Ser jefe de gobierno de la ciudad de México e instituir la mañanera desde entonces, le permitió marcar la agenda de todos los días. Fox debió seguirle los pasos en varias cosas, incluida la ayuda a los adultos mayores. 

Que hoy suenen los nombres de Sheinbaum, Ebrard o Monreal, a mitad del sexenio es un posicionamiento que tiene antecedentes claros. El hecho de que Ebrard diga que se concentra en su trabajo y esperara los tiempos formales es una expresión que iba a darse necesariamente. Ni tarde ni temprano, simplemente levantó la mano como todos esperaban.  Es para ver qué pasa, para ver lealtades y calcular los compromisos que puede hacer o no. Los presidenciables ya lo eran desde que fueron nombrados en sus cargos, si acaso los gritos en el auditorio nacional marcaron una línea que muchos ya comentaban, la elegida desde ahorita es Claudia Sheinbaum. El elector va a actuar para decidir y López Obrador, ante la falta de gallos de otras organizaciones, tiene vía libre para indicar que su dedito, apunta a una mujer. 

Eso no significa que ya está decidido el 2024, pero sí que existe una línea. Los dos y medio años siguientes serán de especulación constante. Si la decisión se mantiene como parece estar, o se da algún cambio debido a alguna eventualidad. La oposición no tiene nombre que aparezca y algunos partimos de la base que   será de los mismos nombres de Morena de donde saldrá el opositor. El más obvio en este momento se apellida Monreal. 

Por supuesto, falta mucho, pero en la lógica del presidente ya se logró un efecto que por lo pronto ha funcionado.  Varios medios ya realizan sondeos y se realizan apuestas. 

Arrancar mucho antes ha marcado los últimos años.   La oposición en caso de que aparezca tendrá que ponerse de acuerdo pronto, porque desde el gobierno los nombres se posicionan y son reconocidos por los posibles electores.  El destapador puede actuar y ser funcional para amplios sectores. Si la oposición permanece como está, sólo desde el interior de Morena saldrán noticas. Y eso, no es una buena notica para la democracia. 

Paradójicamente, el tema de tapado, como en los tiempos del PRI, ha generado comparaciones por el significado del poder presidencial. Pero no creo que esa sea la comparación.  Cuando estaba el PRI había un férreo control de los medios, que es precisamente lo que cambió a partir de la década de 1990. Por ello la comparación debe verse con cuidado. Es quien posiciona el nombre desde antes, dado que ante las ambivalencias ideológicas eso ha pasado a segundo término. Es decir, el presidente puede apuntar con el dedo, pero no es la misma sociedad que cuando estaba el PRI. 

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