Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 9 DE JULIO DE 2021.- La semana pasada, en un escrito que titulé el poder confunde, señalé la enorme diferencia entre el discurso de gobierno federal y las cifras de la criminalidad, particularmente los homicidios. No podía imaginar que unos días después, el conocido periodista Jorge Ramos, confrontaría personalmente al presidente mexicano con un argumento semejante. 

La retórica de los otros datos, los conservadores, ya no es igual que el pasado, apareció una vez más, un discurso reiterativo en el que da lo mismo el tema, se usan las mismas frases e ideas para prácticamente cualquier cosa.  Cambia el problema, pero no la argumentación. 

La discusión se volvió viral y apareció en diferentes redes sociales con dos lecturas marcadamente diferentes. Unos, para defender a López Obrador, otros para apoyar lo asentado por el mencionado periodista.  Nos muestra un país dividido que tiene dos grandes lecturas y que lejos están de plantear una posible cercanía. Si bien hablar de la opinión pública como una generalidad es complicado, sí es claro que nadie quiere ceder. 

Sin dudarlo, soy de los que opinan que se ven países distintos. Los que gobiernan observan una cosa y los gobernados – cuando menos algunos de ellos – observamos otra muy diferente. Las cifras de muertos diarios, los crímenes dolosos y la brutalidad de estos, indican que la cartilla moral no ha funcionado, si es que les llegó (a mi no).  La fuerza moral del presidente, a la que se alude con frecuencia por convencidos de la 4T, no parece alcanzar. De mantenerse las cifras, vamos peor que con el sexenio de Calderón.

La discusión entre los ya mencionados, deja ver que no existen alternativas. Existe un camino, funcione o no, y por ese se va a mantener la administración. Se apuesta a que van a funcionar los abrazos y los delincuentes, en algún punto, son los que van a reflexionar sobre sus aportes a la nación y van a dejar de asesinar, trasladar drogas, extorsionar, secuestrar, cortar cabezas, brazos y piernas y serán perdonados por todos los mexicanos. Ya no lo vuelvan a hacer. Y ellos, en una aceptación sin precedentes en la historia de la humanidad, van a caminar por las calles de nuestro país libres y redimidos. 

La buena noticia es que los números van a bajar dramáticamente, la mala es que no tendrán el castigo que les corresponde de acuerdo con la ley.  No tengo idea si entre ellos se van a perdonar por los amigos, parientes y conocidos que se han matado entre sí, pero la tesis es que el perdón está ahí en espera de lo que quieran ser perdonados.

Tampoco sé cuanto tiempo deberemos esperar ni quien se va a morir en medio de una balacera o quien deberá ser secuestrado o extorsionado. Tampoco si alguien que salga afectado podrá ver con tranquilidad que los culpables sean perdonados. Muchas cosas quedan fuera de mis posibilidades de interpretación y cuales son los caminos para que, quienes medran a través de la violencia, tomen la decisión de ya no hacerlo. El perdón presidencial ya está ahí, sólo deben tomarlo. 

Desde hace meses, noté que a un lado de esta columna de opinión aparece también la del dirigente priista. En numerosas ocasiones observé la diferencia de los comentarios, aunque supongo que tan connotado personaje, no revisa mis escritos dado que esa columna seguramente aparece en numerosos medios. La nota de la semana pasada indicaba el triunfo de la alianza con el PAN y el PRD y cómo esta unión, permanecería incólume - no sé hasta cuando - pero soy de los que opinan que dicha unión no durará mucho, además de pensar que si dicha unión es tan fuerte, deberían de formar un partido que tenga un mínimo de decoro y renuncien a las prebendas que les otorgan. 

Como resultado de lo anterior, decidí que repetiría la misma tesis que la semana pasada. López Obrador no tiene una oposición que valga la pena y eso le permite que los espectáculos que vimos en la disputa con el periodista Jorge Ramos, no le hagan mella a su popularidad.  No trasciende más allá de las redes sociales la critica y el desacuerdo. Los de la “oposición” no se van a unir porque tienen miedo de que al convocar a la “unidad”, muchos se vayan a Morena y queden peor que antes. Van a mantener las siglas en espera de un milagro, porque con las ideas no parece que vayan a lograr algo, si acaso sobrevivir en la tormenta, aunque no parece que sepan para qué. 

López Obrador no ve lo que no ve porque no observa la tormenta que otros sí observamos con las cifras de crímenes y extorsiones. No existe una amenaza cercana y por ello, desde ya, inició la especulación por la sucesión, donde los nombres que llenan las páginas son todos de los suyos. Y de la oposición, en caso de que exista, no aparece nadie.

Algunos han comentado el nombre de Ricardo Anaya, pero debo suponer que es broma. 

Si la terquedad se utilizara en fomentar el estado derecho y se persiguiera a los delincuentes, es posible que la 4T, pudiera repetir y repetir. Esa terquedad sí la han mostrado los grupos delincuenciales y por ello las cifras se incrementan. Ojalá se observe que la oposición recoge muy poco de todo ello, y se cambiara de política, para que los mexicanos estemos vivos y podamos decidir qué país queremos. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.