Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 2 DE JULIO DE 2021.- El problema es donde reside del poder. El formal, sin duda, tiene sus representantes que hacen valer la legitimidad en las instituciones. El voto permite que quien obtuvo más, aunque sea uno, abre la posibilidad de reclamar la voz del pueblo y por tanto, indicar cual es la verdad. Aunado a ellos están los recursos que se poseen para crear un discurso que justifique las acciones. El gobernante más corrupto, a elección del lector, tiene como compañero un conjunto articulado de discursos que cuando menos hasta que se detenta el poder, sostienen la ficción de tener bajo su manto, la voz del pueblo.

Sin embargo, el pueblo no habla porque es disímbolo, por sectores, edades, regiones, clase social, nivel educativo y muchas otras diferenciaciones. Es un pueblo que puede ser seleccionado en imágenes, fotos, sonidos, sonrisas, bailes, de acuerdo con lo que se desee representar. Por ello los recursos son también parte de la representación de ese pueblo que, para algunos, es muy inteligente, tiene memoria colectiva, o es globero que se distrae con cualquier cosa. Cuando se vota y se decida quien representa al pueblo, el ganador también puede seleccionar a qué pueblo se refiere.

En todos los gobiernos se elige que pueblo es el verdadero, cuando menos por cierto periodo de tiempo. Hoy, por ejemplo, las clases medias no son el pueblo y de pronto son traidoras a la patria, o cuando menos a la 4t. También los periodistas que no comparten el proyecto están en contra del pueblo, porque no quieren, se supone, programas sociales que beneficien a los que menos tienen. Se construye, como siempre se ha hecho, al enemigo del pueblo para ganar el favor del pueblo. Algunos le han denominado populismo, quien esto escribe, considera que es un concepto tan maleable que entra cualquier gobernante siempre y cuando se busquen elementos. Es pues la disputa por una construcción de la modernidad que permite que desde un ángulo alguien decida que él o ella tienen la voz del pueblo o que, por su actividad, el pueblo es el que habla.

Pero el día de ayer mataron a nueve personas en Tijuana y eran necesariamente del pueblo ¿de cuál? No lo sé, aunque dado que los medios lo informaron, la noticia de la masacre no parece hasta este momento ser motivo de atención. De igual forma, aparecieron cadáveres

una de las carreteras en Jalisco y sólo en un diario estaba la noticia. También son del pueblo y significa que cuando menos cuarenta familias recordaran el 1 de julio de 2021 como un día trágico.

En palacio nacional todo era miel sobre hojuelas. La mitad del sexenio se celebró en medio de sonrisas y festejos, no ostentosos, pero con una clara idea de éxito. La mitad del camino sugiere mantener ciertas líneas, aunque es posible que algunas cambien. La celebración no es mala, es parte del discurso de todo gobierno, pero las cifras nacionales y locales contradicen la idea de una paz reinante y de un pueblo bueno que agradece todas las buenas acciones que se ejecutan desde el gobierno. Son números escalofriantes. Significa que estamos en un país donde mueren más personas que en un país en guerra, como Siria.

Y a pesar de ello, el gobierno tiene mucho apoyo. ¿Una razón entre muchas? La oposición dice que triunfo en las elecciones del mes pasado. Morena ganó 11 de 15 gubernaturas, pero los líderes del PAN y del PRI dicen que ganaron. La definición de ganar está en juego, dado que, si bien hubo logros nimios, no se puede salir a festejar perder tantas gubernaturas. Además, las oficinas del PRI están tomadas por los miembros del partido, que afirman algo incontrovertible: perdieron la elección y no tienen rumbo. EL PRI no tiene futuro tal como está y quien lo dirige, si es que lo dirige, debe irse. El presidente de dicho partido perdió el estado del cual es originario y del cual fue gobernador. ¿Se necesitan más evidencias? De los panistas, aunque usted no lo crea, es Diego Fernández de Ceballos, la voz más escuchada en público. Si eso no es una crisis, entonces la definición de crisis ha cambiado y nunca me enteré.

Es decir, si esa es la oposición, es entendible que existan propuestas de que Carlos Loret se vuelva candidato para el 2024. En una encuesta, si bien con muchos problemas, obtuvo más votos para enfrentarse a Morena que los políticos del PAN o el PRI. Eso significa que la oposición está perdida, sin rumbo, figuras ni discurso. No existe nadie que sea el López Obrador de López Obrador. Los columnistas son los que se convierten en críticos y quienes se vuelven blanco de ataque en las mañaneras, no los dirigentes de los partidos que se hacen garras entre sí para controlar las prebendas que entrega el INE.

López Obrador va a dejar a su sucesor porque puede. Porque no hay quien se oponga. Porque estamos en una condición de incapacidad de quienes deberían generar opciones. No

tienen idea de como usar el dinero público para construir oposición que signifique algo. No se merecen los recursos que obtienen del pueblo - advierto el uso intencional-. Por tanto, las cifras de muertos que van a superar el camposanto que dejó Felipe Calderón, serán una figura que deberá de ser una pregunta para quien sea el elegido por el nuevo dedazo.

También puede suceder algo en el camino. Darse cuenta de que no porque la oposición sea endeble, volátil y muchos aspiren a cambiarse con ellos, el pueblo sí se esta desgarrando con tanto muerto en las calles. A lo mejor se dan cuenta que no es un asunto de conservadores, fifis, periodistas o ataques a la 4T, sino que se trata de causas más profundas, enraizadas en la falta de oportunidades, en la pobreza y en la miseria, lo que produce que cientos decidan tomar los caminos que están fuera del poder institucional y por tanto, toman el poder en las calles, con armas, pistolas y Ak-47, para decidir sobre la vida de muchos mexicanos, tan pueblo unos como otros. Y ese poder está ahí. No verlo, significa que el poder confunde.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.