Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 28 DE JUNIO DE 2021.- La frontera entre México y Estados Unidos tiene múltiples significados. El extenso límite incide de manera directa en numerosas formas en las decisiones de las autoridades que deben actuar para mantener la convivencia social. El Estado mexicano, es su concepción formal, tiene la autoridad para actuar en los límites territoriales con toda su capacidad ante la amenaza de grupos delincuenciales.

Los eventos en Reynosa, Tamaulipas, llamaron la atención nacional e internacional dados los eventos del fin de semana. Asesinaron a 19 personas al azar, con la idea de “calentar la plaza”, como parte de la estrategia de grupos rivales por controlar el espacio que tiene como virtud, ser frontera con Estados Unidos y por tanto, representar un punto de acceso al mercado de las drogas.

Sin duda un acto doloroso y brutal. Un reto directo a otros grupos, pero un aviso de que el Estado con sus múltiples actores y en sus multiniveles, no es considerado una amenaza por las bandas regionales. Pueden darse el lujo de salir a matar sin preocuparse por ser detenidos. Se sintieron con la capacidad de acción porque no existe un animo persecutorio. Les preocupa más lo que haga su enemigo, otra banda, que las acciones de Estado. En vez de estar atemorizados, ocultos, realizando operaciones desde la clandestinidad, se pueden dar el lujo de salir a la calle, matar a mansalva, y regresar a sus sitios de residencia. Cierto, se capturó a uno que indicó que se trataba de “calentar la plaza”, pero tuvieron tiempo de planear el ataque, de articularlo y de realizarlo. Contaron con tiempo, recursos y capacidad de movilización.

Los abrazos llegaron, pero no entre la autoridad y los delincuentes, sino a las familias de los asesinados. Abrazaron a los padres, hermanos, hijos o amigos de los fallecidos que vivieron la tragedia. Los involucrados salieron de sus casas a realizar actividades y no regresaron porque los líderes decidieron “calentar la plaza”, para anunciar a sus rivales que tienen capacidad de fuego y probablemente, para negociar entre sí. Mensaje recibido, cualquiera que este sea.

Pero como dijera el sabio mexicano López- Gatell los muertos están muertos. Y eso es una falla del Estado. El gobernador del estado está más ocupado en utilizar los recursos públicos en defenderse de las acusaciones que pesan sobre él. La autoridad municipal no se considera responsable y el gobierno federal asegura que van a actuar. Ojalá se castigue a los responsables. Pero el asesinato a mansalva de tantas personas es un resultado de una falta de acción. Los delincuentes no tienen miedo. Pueden programar un acto salvaje y ejecutarlo como si se tratara de salir a comprar manzanas. Voy, disparo y me regreso. Los abrazos no llegan, solo en el funeral. Y ese es un fracaso del Estado. El lector puede escoger cualquier autoridad.

Hoy debemos preocuparnos de que las autoridades de Estados Unidos no declaren a los carteles como terroristas, porque podrían tomar decisiones para detener sus acciones. Incluso, se habla de que podrían intervenir en territorio mexicano. Sin duda, un atentado a la soberanía. Sería una vergüenza que ello sucediera, como vergüenza es que maten a 19 personas que caminan por las calles para “calentar la plaza”. Eso también es un atentado a la soberanía, a la vida y al derecho de todo mexicano de caminar por la calle sin que le tiren de balazos.

La política de los abrazos no balazos no está funcionando desde hace mucho, o nunca funcionó. Aquí lo hemos apuntado varias veces, en Tijuana no se sabe lo que pasa, pero todos los días las notas nos refieren a cuatro o cinco cuerpos en las calles. Las cifras siguen siendo de escándalo. Mientras nos vacunamos contra el covid-19 y se indica que se abrirá la frontera, la cantidad de cadáveres de todos los días sigue mostrando que no funciona el sistema que tenemos. Los abrazos siguen llegando hasta el día del funeral y los cuerpos indican que la guerra está ahí, que las calles están abiertas y que el Estado no cumple con una de sus tareas fundamentales. ¿Tendremos que llegar a 19 muertos en un día, para que el tema sea atendido? Si los delincuentes no tienen temor, no están a salto de mata y tienen tiempo para programar ataques, ¿Dónde está el Estado? ¿Por qué mandar a investigar después del acto y no antes de que sucedan tragedias como esta?

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.