POLITEIA

Columnista: Javier Iván Maldonado Preciado

Una historia alucinante.

Confieso que una de mis historias políticas favoritas tiene su origen en el país vecino del norte, con Lyndon B. Johnson como protagonista. 

Con 28 años de edad, Lyndon participó como secretario legislativo en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América, lo hizo beneficiándose  del “spoils system”, como el académico y ex legislador federal Andrade Sánchez define al sistema de “recompensas” otorgadas por los candidatos ganadores a sus colaboradores electorales, en su obra más famosa, titulada “Introducción a la Ciencia Política”. 

A pesar de no provenir de una vida de lujos, sino más bien de una familia modesta, a través de recomendaciones fue que Lyndon logró colarse como cercano colaborador del congresista Richard M. Kleberg y prontamente le fueron delegadas la mayor parte de las tareas del legislador, quien menospreciaba dicho cargo. 

Johnson se erigió también como presidente del "Pequeño Congreso", un grupo de asistentes del propio órgano, donde hizo relaciones públicas con periodistas, académicos y otros asesores legislativos, entre ellos, cabilderos cercanos al presidente Roosevelt. 

De origen humilde, pero con grandes ambiciones, en 1937 se presentó ante sus ojos una oportunidad, vestida de tragedia, pues la muerte tocó la puerta del hasta entonces trece veces congresista por Texas, James Buchanan.

En Texas, los ciudadanos eran muy leales con sus representantes, por lo que regularmente un nuevo asiento en el congreso texano solía estar disponible cada 10 o hasta 20 años y Johson no pretendía esperar todo ese tiempo.

Lyndon era un completo desconocido y habría de enfrentarse a “pesos pesados” de la política estadounidense, además de que corría el riesgo de perder estrepitosamente y mermar sus aspiraciones a largo plazo. 

Aun con las recomendaciones del congresista Kleberg y la opinión pública en contra, Johnson arriesgó todo y logró la nominación al cargo, encabezando una campaña de sol a sol (hablo en sentido casi literal), donde, según narraban sus colaboradores, terminaba cada discurso con un fuerte apretón de manos, una sonrisa “de oreja a oreja” y una mirada penetrante hacia los ojos de sus electores. 

Aunque terminó varios días hospitalizado debido al desgaste de campaña, con fatiga extrema y apendicitis, triunfó, desempeñándose como congresista los 12 años siguientes, de manera ininterrumpida.  

Para sintetizarlo, tuvo una carrera con fracasos, éxitos y mucha “fortuna”, concretando la hazaña de convertirse en Presidente del país más poderoso del mundo, tras el asesinato de John. F. Kennedy (de quien fue vicepresidente). 

De joven, Johnson, soñó en reiteradas ocasiones con ser el primer mandatario de los Estados Unidos, por lo que su historia, más que asemejarse a un cuento de hadas, es una narrativa inspiradora para cualquier persona que incursiona en la política.

Una historia alucinante, como lo es también la de la primera alcaldesa electa de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, quien con 38 años gobernará una de las ciudades más importantes del mundo. “MCR” es una mujer que proyecta mucho futuro, por lo que genera gran interés entre los diversos analistas políticos. 

Originaria del Estado de Oaxaca, a la edad de 8 años se trasladó hasta nuestro municipio, cosechando diversos logros, todos ellos producto del esfuerzo y valores inculcados en su seno familiar.

Proveniente de una cultura del trabajo, doble mérito tiene su meteórico ascenso en la esfera pública, pues apenas en el año 2015 participó como candidata a una diputación federal y seis años después se convirtió en la presidenta municipal más votada en la historia de la ciudad fronteriza de Tijuana.  

Por lo reciente del proceso electoral, dicha etapa es ampliamente conocida, sin embargo, el triunfo de Montserrat Caballero tiene un gran significado para cualquier persona que se haya introducido recientemente en la esfera pública, pues abre la “caja de pandora”, demostrando que la preparación, la disciplina y los ideales pueden superar al influyentismo, dando pie a la tan aclamada renovación de la vieja clase política.

La esperanza es una fuerza que, como vimos en el caso de Johnson, puede ser el motor que logre hacer trascender a mujeres y hombres decididos. 

La esperanza de un mejor mañana también logró que AMLO se convirtiera en Presidente de México y es, además, el eslogan de MORENA, el partido del que Montserrat Caballero es miembro fundadora. 

El ejemplo de “Monse” (como le dicen sus amigos), es disruptivo, porque ahora que quedó demostrado que es posible acceder a la toma de decisiones de forma natural, sin que las grandes influencias o el poder económico sean un factor condicional, nacieron cientos de almas motivadas y esperanzadas en mejorar su entorno.  

Al ser muy joven, la historia de la esperanza, podría transformarse, con el tiempo, en otra historia alucinante. 

Claro está que, de coexistir en el siglo XXI, a Lyndon y Montserrat no les tendríamos la misma fe, ya que, contrario a la referencia estadounidense, los ideales de la segunda se asemejan a la realidad de nuestro estado-nación, sin embargo, de B. Johnson emanaron un conjunto de ideas y políticas públicas, a las que se les denominó como “War on poverty” (guerra contra la pobreza), pues para 1964 el 19% de los estadounidenses eran considerados pobres (según la Oficina de Oportunidades Económicas del gobierno norteamericano). 

La campaña electoral de “MCR” se centró en la zona este de Tijuana, donde se encuentra la mayor parte de la población marginada de nuestro municipio, por lo que, no podemos menos que esperar acciones causales para mejorar su calidad de vida y poder adquisitivo. 

También, remontándonos al gobierno de Lyndon, “La Gran Sociedad” fue una cruzada encabezada por el finado ex mandatario, cuyo objeto fue expandir la educación y atención médica hasta todos sus gobernados. Seguro estoy, de que dicha necesidad nos sonará a todos familiar.  

Tanto la “guerra contra la pobreza” y la “gran sociedad”, requerían el aumento de atribuciones al ejecutivo y la intervención del Estado, cuya filosofía es contraria al “manual neoliberal” norteamericano, por ello, considero a Lyndon un político disruptivo y, sin afán de convertir mi columna en un análisis comparativo, mantengo mi esperanza firme en que la gestión de Montserrat

Caballero Ramírez marcará un parteaguas en la historia de Tijuana, en cuanto a resultados en las citadas materias. 

PD: Lyndon B. Johnson implementó la Ley de Derechos Civiles, misma que prohibía la discriminación laboral por raza, género, religión u origen nacional, ideales que defiende la próxima titular de la administración pública municipal, pues aun durante su campaña vivió intentos de segregación clasista, por parte de sus rivales.  

PD2: Los retos no serán sencillos para la próxima alcaldesa, pues –aprovechando la viada– rezaba Johnson, que cada vez que las responsabilidades del Presidente le parecían pesadas, entonces recordaba que podía ser peor, pues podría haber sido alcalde.

PD3: Si todavía no cree en “historias alucinantes”, le recomiendo leer la biografía del Benemérito de las Américas, Benito Juárez García. 
Javier Iván Maldonado Preciado es un hombre de ideas y letras libres, egresado de la Licenciatura en Administración Pública y Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Baja California y miembro fundador de MORENA. Ha sido funcionario público en múltiples ocasiones,  campeón nacional de investigación política y columnista para diversos portales.

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