Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 14 DE MAYO DE 2021.- La caída de los vagones del metro tiene muchos culpables, pero no todos levantan la mano. Ingenieros, funcionarios, dirigentes de partidos, empresas involucradas – todas ellas con cientos de certificaciones de calidad – han sido ubicados como culpables, pero debemos esperar que se geste un peritaje que, desde este momento, se puede afirmar que no va a dejar feliz a nadie. 

El culpable es este, fue el otro, es aquel y ese documento que fue pagado por estos, demuestra que fue este otro. No tengo optimismo que exista un peritaje que nos de a los culpables, pero si tendremos a cientos de acusadores que van a mantener discursos que ya están trazados. Es un complot en contra de la 4t, y los conservadores quieren desviar el camino verdadero de la historia. Fueron los futuros candidatos, los que hicieron todo mal, y nos van a convertir en una nueva Venezuela. 

No va a ver certezas porque, como apunto Daniel Sada en una de sus memorables novelas, porque parece mentira la verdad nunca se sabe. Lo cierto es que murieron veinticinco personas que pagaron las consecuencias de los errores de un conjunto de condiciones en la que todos van a intentar lavarse las manos. Se declararon tres días de luto nacional, pero el bombardeo político hizo que este se perdiera entre fuiste tú y no fui yo. 

La especulación le gana hasta este momento a la explicación y dado que el futuro político de varios depende del resultado, la jefa de gobierno de la Ciudad de México pagará millones de pesos de los mexicanos en un estudio que, de haberse gastado en mantenimiento, probablemente esos veinticinco estarían vivos. 

La cifra me llamó la atención. Es la cantidad promedio de asesinatos en Tijuana durante una semana. El promedio es de 5 asesinatos diarios, lo que da una cifra de 35 a la semana. Si tomamos 4 diarios, son 28. Es decir, aun con la cifra baja, la cantidad de asesinatos cada semana   supera a los 25 de la línea 12 del metro. Acá, salvo excepción, no aparecen los rostros ni las historias de los muertos.  Por 28 o 35 muertos, no se declara luto estatal o en la ciudad. No hay bandera que anuncie la tragedia. 

El problema es evidente: viviríamos de luto. Cada semana habría que hacer una ceremonia o un homenaje. Los periodistas de investigación tendrían que buscar entre 25 y 35 historias de vida en una semana y podríamos saber los lugares, las zonas, los perfiles y a lo mejor las actividades a las que están ligados las personas que son atacadas y con ello podríamos tener un diagnóstico.  Y digo los periodistas porque es la forma de ponerle rostro a tanto crimen, en sentido de homenaje, pero ese trabajo debería ser realizado por las autoridades que, evidentemente, no se dan abasto. Comprensible que ante tanta actividad delictiva no alcance el tiempo y los recursos. 

Pero a lo mejor el luto permanente obligaría a pensar el tema de todos los días. El mensaje sería claro, reconocer que muchas cosas no están siendo atendidas. Que hay asuntos de fondo que se deben atacar en las familias, en los negocios, en las relaciones personales, en los salarios y la falta de expectativas y posibilidades de desarrollo. 

En momentos como este, en que disfrutamos el espectáculo de las campañas donde todos prometen lo que no han cumplido y cuando hay tanto candidato que no identificamos ni su nombre, menos su trayectoria ( reconozcamos que se vuelve cansado leer: era del PRI, luego del Verde, luego se pasó al PAN y se alió con los de PRD y luego lo corrieron de Morena y se regresó al Verde que se alió con el Naranja y propuso algo en beneficio de empresarios que lo acusaron de robar, pero ahora demuestra que es el verdadero líder del pueblo. Es complicado). Este sería el momento en que una semana de luto cada semana y los nombres de los muertos y la duda de si deberían haber muerto, motivarían planes de importancia y compromiso con evidencias, más que promesas fugaces en medio de risas y apoyos que no cambian la relación entre quienes deben de gozar de los beneficios de gobiernos eficientes y los gobernantes. 

Imaginemos. El candidato (a) llega al acto de campaña y recuerda a los fallecidos cada semana. Un minuto de silencio. Dolor por la partida. Se dicen los nombres de los asesinados. Fotos. Compromisos. Pasan tres meses. La cifra de muertos es la misma. ¿Quién no hizo su trabajo? Candidato (a) llega a su acto de campaña. Recuerdo de los trescientos fallecidos en tres meses. Propuestas de acción. Ya es gobernante. Las cifras siguen igual. Pasan tres o seis años, como gusten. Las cifran han aumentado.  Y esa es la historia de Baja California. Y de Tijuana.  Y de nuevo a empezar, y palabras que no encuentran sentido ante quienes viven la violencia todos los días. ¿ A quien le cobramos todos los crímenes que quedan impunes? Y la impunidad genera más violencia, porque es un permiso no escrito ante la falta de resultados. 

Las campañas que hoy “disfrutamos”, siguen pagadas por todos los mexicanos, y son asesinados más que hace 5 años. ¿Quién no hizo su trabajo? ¿Dónde quedaron los compromisos? El espectáculo que tenemos ante nosotros, fuiste tú, no fui yo y yo puedo más que tú y te doy una tarjetita para darte dinero si votas por mí, ha dado pocos resultados. 

Los 25 o 35 muertos de esta semana no van a tener luto nacional, ni local. Van a perderse sus nombres en acusaciones, tú eres el culpable y nosotros somos moralmente superiores. Pero la cantidad no se reduce, no se le pone rostro y al final del mes, será una cifra a la que todos vemos con tristeza. Pero ya no sorprende. Porque en el fondo, ya nadie se da cuenta. Se han convertido en una flecha en un power point en una pantalla. Necesitamos un candidato a la presidencia para que alguien busque eliminarlo y así, se ponga atención en el tema. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.