Procesos Políticos
Por: Abel Muñoz Pedraza
(Segunda parte)

La semana anterior comentábamos en este espacio sobre la difícil situación que el PAN vive actualmente. Las estadísticas electorales no nos dejarán mentir; los resultados obtenidos en los últimos 12 años –y principalmente en el sexenio calderonista– ilustran perfectamente la debacle blanquiazul. La última gota que derramó el vaso fue la reciente derrota de Josefina Vázquez Mota en la contienda presidencial (la cual significó la expulsión de Acción Nacional de Los Pinos), suceso que ha generado una serie de “estiras y aflojas” para decidir qué proyecto político, con miras al futuro inmediato, se impondrá en el partido, es decir, qué grupo tomará las riendas para enfrentar los próximos comicios estatales y locales que se avecinan en diferentes estados del país.

Si bien es cierto que recientemente Felipe Calderón reculó en su interpretación acerca de los motivos que desataron la derrota panista en las pasadas elecciones presidenciales y la necesidad de “refundar” al partido, también es cierto que existe una clara distinción entre la militancia partidista en función de cómo se debe de enfrentar dicha derrota y cuáles serán las tareas que de aquí en adelante buscarán posicionar al partido ante la ciudadanía. Básicamente son dos los bloques que se disputan hoy por hoy esa misión: los calderonistas, con domicilio en el gobierno federal y algunos gobiernos estatales y locales, y los anticalderonistas, guiados por el liderazgo del Gustavo Madero, actual presidente nacional del PAN.  

Bien dicen que el poder corrompe a los políticos y los aísla de los gobernados (como una especie de ceguera), debido a una serie de intereses que se crean a su alrededor, éstos muchas veces contrarios a la voluntad general. La descomposición del PAN durante los últimos años se explica gracias a la imposición de candidaturas a puestos de elección popular desde diferentes órdenes de gobierno, un disgusto por parte de un gran sector de la militancia ante esta situación y un notorio desapego hacia la ciudadanía por los gobiernos emanados de Acción Nacional y de las dirigencias partidistas en todos los niveles. Por tales motivos, sería ingenuo que a alguien le extrañen los resultados que éste instituto político ha venido acumulando en los más recientes procesos electorales.  

2013 será un año clave para el PAN debido a que el próximo siete de julio se celebrarán elecciones en 13 estados de la República Mexicana, entre las cuales destaca la de Baja California. En esta entidad se renovarán los cinco ayuntamientos, el Congreso local y la gubernatura del estado, pero más allá del proceso electoral que ensimismo es un evento interesante, la importancia de esta elección para el PAN radica en que Baja California es la cuna moderna del panismo y una derrota aquí significaría un revés durísimo.

Así que el resultado electoral de 2013 en Baja California podría significar el despertar de la causa blanquiazul, o el próximo entierro de la misma. Nuestro estado representará el desafío más difícil para el PAN después de haber superado con creces el del año 2000 al haber acabado con los gobiernos priistas a nivel federal. Sin embargo, el reto de mantenerse en el poder ejecutivo estatal se ve seriamente amenazado, poniendo en alto riesgo su continuidad en esa posición, cosa que viene asumiendo ininterrumpidamente desde 1989.

Abel Muñoz Pedraza es maestro en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Es egresado de la licenciatura en Relaciones Internacionales por la Facultad de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), campus Tijuana. Correo electrónico: [email protected] Twitter: @abelmunozpedraz