Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 29 DE ABRIL DE 2021.- La noticia llama la atención. Un joven, de apenas trece años, es asesinado brutalmente por un pariente que siente celos.  Un adulto, quien sabe por qué, se siente superado por un adolescente de 13 años que, de acuerdo con lo publicado, era estudioso y cumplido. La imagen que ha circulado es la de un niño formal que acude a la escuela.  

La autoridad ha indicado que, el domingo por la tarde, el pariente celoso, lo lleva con toda intención al lugar del artero crimen y lo mata con saña.  Brutal. La noticia es de la peores que se puedan escuchar. Es un acto planeado, pensado, programado y ejecutado. El pariente celoso iba a eso. No tengo la menor idea de qué pudo haber sentido celos y no entiendo qué tipo de celos pueden llevar a ese acto criminal. 

¿Porque alguien puede tomar una decisión de ese tipo, contra un niño de trece años? Porque todo el sistema ha fallado. Porque las expectativas de vida del pariente celoso encuentran culpables y no ubica cuáles son sus limitaciones.  Porque la “solución” a lo que sea tomó el peor de los caminos y no solucionó nada. Es ahí donde las instituciones de todo tipo han fallado a un joven de trece años. El culpable sin duda es el que cometió el delito, pero qué llevó a que alguien pensara en esa medida para terminar con un conflicto que tenía otras mil alternativas. 

Antes de leer sobre el resultado de la investigación, la única respuesta que encontré era que el joven había sido testigo de una acción delictiva. Venta de drogas, fue lo primero que se me ocurrió. El joven observó que alguien hacía alguna transacción y el criminal estuvo dispuesto a la peor acción sin ubicar que era a una persona a la que afectaría de la peor manera. También pensé en lo que está de moda en los políticos: algún evento de índole sexual, en el cual el perpetrador tuvo temor de sentirse descubierto. 

Y luego, al empezar a ver las campañas de odio que se manifiestan en todos los medios, también ubiqué la falta de proyectos. Las acusaciones entre unos y otros. Desde la mañanera, todo se resuelve por el odio de los conservadores, que en el pasado hicieron todo mal y que dejaron este país hecho pedazos.  Y luego, a indicar que el INE es lo peor de lo peor y a defender al violador de Salgado Macedonio, quien ardiendo en ira dice que esta es la última elección que organiza el mencionado instituto. Y la candidata a la gubernatura puede ser su hija, y lero lero, de todos modos, gano y de todos modos nadie me puede investigar. Y en la mañanera la maldita prensa es culpable de todos los ataques que se sufren, pero tengo datos que me permiten decir que, todos están mal por culpa de los conservadores, pero el pueblo bueno sabe que el movimiento avanza, aunque no parece que se sepa para donde. 

Al ingresar a los noticieros o a las redes sociales, los candidatos a la gubernatura nos demuestran que todo se hace mal, y los pejeidiotas o pejelovers son los culpables. Y el gobernador prefiere dedicar su tiempo al beisbol que a gobernar y en la presidencia municipal quien sabe que pase porque no pasa nada. Y uno es corrupto y el otro es peor porque es más corrupto. Y la solución es que todos tengamos una pistola en nuestra casa para acabar con la inseguridad porque así todos nos podemos defender. Total, todos muertos y los problemas se acaban.

Todos los prianistaspriistasperredistasbajacaliorniaistas y lo que resulte, tiene el mismo pasado y ofrecen muy poco futuro. Todos dicen tengo las mejores propuestas y a los dos minutos inician una andanada de insultos de lo que el otro hizo y a pesar de la enorme cola aparece que el/ella va a ser diferente porque soy yo, aunque no tengo un proyecto que pueda explicar por más de cinco minutos. Ya nada será como antes, es la única promesa, pero el futuro además de una sonrisa, más que proyectar, parece una burla ante la trágica realidad: música de fondo y aparece alguien saludando y sonriendo. Y la imagen del niño de trece años, asesinado, indica que la forma en que se abordan los problemas requiere otras alternativas.

No entiendo por qué se puede matar un niño de trece años por celos. Tampoco que sea un pariente que quien sabe porque hizo tal acción.  Pero sí sé que el odio que se desploma en todos los dimes y diretes y pistolas en las casas no van a solucionar nada. Lo que tenemos es muy poco para el tamaño del problema que enfrentamos y que se acrecienta ante una andanada de arañazos, patadas, amenazas, sacadas de lengua y puñaladas traperas.  ¿Más evidencias? De nada le sirvieron a un niño de trece años todos los planes y programas que debieron funcionar para él y para el pariente celoso. 

Si el presidente se acuerda que gobierna para todos: liberales, conservadores, neoliberales, fifis, fofos, pupus, tetes, lalas y todo lo que se le ocurra, a lo mejor le baja a las tensiones y los de abajo, si se acuerdan que no han propuesta nada y que no han solucionado nada ni ganado nada, a lo mejor también reducen la andana de no soluciones que se plantean. Y a lo mejor, pensando en proyectos y en soluciones reales, otros niños de trece años pasan la tragedia de tener parientes celosos. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.