¡Campestre o nada!
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¡Campestre o nada!

TIJUANA BC - domingo 25 de abril de 2021 - Obed Silva.
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DESDE MI SOFÁ
Por: Obed Silva

TIJUANA BC 25 DE ABRIL DE 2021.- Entre el 5 de febrero y el 19 de abril de 1971, estudiantes de la ciudad "tomaron" las instalaciones del club Campestre para exigir que en ese predio se construyeran los edificios de la UABC. 

Derivado de la sangrienta represión del 2 de octubre del 68, el movimiento estudiantil estaba en auge por lo que en escasos dos meses negociaron con los estudiantes y mediante una expropiación al ejido Tampico se otorgaron los terrenos en donde hoy se encuentra el campus de la UABC en Mesa de Otay. 

La "toma" del Campestre se enmarco dentro de la disputa legal promovida por ICSA quien reclamaba entre otros muchos la propiedad de dicho predio, por lo que resulta interesante el bien documentado y analitico artículo del periodista Javier Hernandez en donde propone que la "toma" del Campestre bien pudo haber sido promovida desde el mismo poder público.

En esos años, mi fallecido padre trabajaba vendiendo pan de una fábrica instalada en la Mesa. 

Mi progenitor, tenía por costumbre llevarnos a mi hermano y a mí para ayudarle a entregar el pan en diversos establecimientos, lo cual me permitió conocer la "trastienda" de varios supermercados y restaurantes locales. 

Una de esas trastiendas fue la cocina del restaurant del Club Campestre la que me impresionaba por su tamaño y por la actividad que tenía a la temprana hora que la visitabamos para dejar "el pan". 

Cuando llegaba con mi papá al Campestre, me daba la sensación de entrar a otro mundo. Sus inmensos e impecables campos verdes me parecían extensas praderas de un lejano país.

La abundante y verde vegetación durante todo el año contrastaba con lo árido de nuestra ciudad.

Me llamaba mucho la atención lo "agringado" de las instalaciones y de la comida. Pues a mis once años todavía guardaba reminiscencias de mi origen michoacano.

Los palitos blancos en donde ponen las pelotas de golf para golpearlas me gustaban y de vez en cuando tomaba uno del cobertizo en donde vendían bebidas y hotdogs. 

Encontrar "tirada" alguna pelota de golf era todo un hallazgo pues botan bien alto y era divertido jugar con ellas. Recuerdo que tenía varias y una pequeña colección de palitos blancos.

Al paso de los años, regresé como adolecente un par de veces al Campestre. En ambas ocasiones para asistir a un baile de la escuela. 

Me gustaba la vetusta construcción pues se asemejaba mucho a las ruinas del Casino Agua Caliente por las que deambule con mis amigos de la "poli" durante la secundaria. 

Entrado en la adultez, regrese cada semana al tradicional desayuno del Grupo Político Lázaro Cárdenas en el que se debatía con pasión la política local y nacional. 

Después regrese a su gran salón a eventos políticos y a graduaciones  de escuelas como la del Conalep de donde egresó mi esposa. 

El Campestre fue durante muchos años un punto de reunión, encuentro y esparcimiento para una gran cantidad de tijuanenses quienes guardamos algún tipo de recuerdo sobre el mismo, pero con el tiempo se nos fue volviendo ajeno y nos acostumbramos a verlo desde lejos.

En un chat privado, de esos que abundan, un socio descendiente de los fundadores comentó; "recuerdo a aquel Club Campestre donde toda la sociedad tijuanense asistía ya sea a una comida, a alguna tarde, alguna fiesta, alguna boda, alguna graduación, algún evento social ó político".

Al paso de las décadas, en el Campestre no se construyó la UABC ni siguió ligado a Tijuana pues lo convirtieron en un negocio en donde se dice que la "acción" puede llegar a valer hasta cien mil dólares, transformando las membresías en un botón de distinción social y en una inversión que legítimamente los más de 800 socios no están dispuestos a perder.

Nadie imaginó que cincuenta años después de que un grupo de estudiantes tijuanenses "tomaran" el Campestre, surgiría de nuevo la consigna; ¡Campestre o nada! 

NOMAS POR JODER:

Un socio del Campestre comentó que en las pláticas con "representantes" del Gobierno del Estado, el reto es encontrar la fórmula para que ninguna de las partes se vea mal.

Dice mi amigo que la mayoría de los socios no están dispuestos a convertir al Club en un espacio público mientras que los representantes del gobierno quieren saber de qué hora a qué hora podrá ingresar "el pueblo" a las instalaciones.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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