DESDE MI SOFÁ
Por: Obed Silva

Se acerca el fin de año, el momento en que la mayoría hacemos un balance de lo hecho y lo que ha quedado por hacer. 

Los propósitos cumplidos, los que quedaron pendientes, las personas que hemos perdido, lo que hemos podido ahorrar, los libros que quisimos leer, los abrazos que no pudimos dar y las veces que hemos dicho te quiero. 

El balance de fin de año es el ciclo anual que se cierra y nos invita a plantear los nuevos propósitos y metas para el ciclo que se abre con el año que inicia.

Cuando el año se cierra y al mismo tiempo otro se abre, surge el contexto para los buenos deseos.
 
El académico español Francisco José García Collado explica que para el precursor del psicoanálisis Sigmund Freud, una parte de lo que deseamos es "aquello que se encuentra ligado a una ficción según la cual es posible satisfacer de nuevo una percepción ya vivida".

De tal suerte que independientemente de los "deseos instintivos" como alimentarse o resguardarse, el deseo surge de hechos vividos o imaginados que al ser racionalizados es cuando "deseamos" vivirlos.

Un platillo exquisito al paladar, una fruta jugosa, la plenitud de un atardecer o una amable sonrisa, podrían ser estímulos placenteros registrados en nuestra memoria y que por ello desearíamos vivirlos de nuevo. 

En esta perspectiva, la percepción respecto al anhelo de paz, prosperidad, seguridad, salud y de una vida armónica en sociedad son estímulos placenteros para las personas, de ahí que nuestro deseo de vivirlas se transforma en un "deseo colectivo". 

Hay quienes piensan que si los deseos se piden fervientemente, se cumplen. 

En mi opinión, tal afirmación no es del todo cierta ya que los deseos no son producto del azar sino que se cumplen en la realidad por efecto de nuestra propia acción. 

En la medida que tenemos claro lo que queremos y con lo que estamos comprometidos para actuar, los deseos son realizables.

Ante la catástrofe que padecemos producto de la pandemia, nuestro ferviente deseo es contar con un sistema de Salud Pública que nos proteja del terrible virus.

Pero no sólo basta con desearlo. Es indispensable que nuestra conducta sea comprometida para lograr tal deseo. 

Por tanto, si en este momento atendemos las recomendaciones de una sana distancia, el resguardo domiciliario, limitamos la movilidad urbana, incentivamos el uso de cubrebocas y lavado de manos, coadyuvaremos para que nuestro deseo de que el ritmo de contagio de Covid19 disminuya, se podría cumplir. 

Los deseos de fin de año los debemos convertir en propósitos que puedan realizarse. 

NOMAS POR JODER:

En un desesperado llamado a las autoridades y sabiendo que la vacuna contra la Covid19 no es milagrosa, sería bueno que la misma llegará muy pronto a Baja California pues en los hospitales ya no caben los enfermos.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.