El modelo escandinavo y López Obrador
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El modelo escandinavo y López Obrador

Monterrey NL - miércoles 18 de marzo de 2020 - Fernando Núñez de la Garza Evia.
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Plaza Cívica

Por: Fernando Núñez de la Garza Evia

www.plaza-civica.com @FernandoNGE

MONTERREY NL 18 DE MARZO DE 2020.-El modelo económico/social de los países escandinavos se ha convertido recientemente en estudio obligado ante la imperante pobreza y desigualdad, y el consecuente ascenso de movimientos populistas de izquierda alrededor del mundo. Las naciones del norte de Europa parecen haber encontrado un considerable equilibrio entre el estatismo en que puede caer el Estado y la voracidad en que puede caer el capitalismo. Y ante lo anterior, cabe preguntarnos en qué consiste su diseño y qué se encuentra haciendo en ese sentido el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

El modelo escandinavo es también conocido como el modelo “flexicurity”, por su flexibilidad y seguridad, ya que parte de dos grandes principios. El primero es un Estado interventor: servicios públicos de alta calidad, buenos salarios y extensas prestaciones laborales (entre ellas, capacitación laboral constante), y una extensa red de seguridad social. El segundo es un mercado abierto y flexible: mínimas barreras para la inversión privada nacional y extranjera, y facilidad para contratar y despedir a trabajadores (y acceso a una fuerza laboral muy capacitada). Cabe destacar que también existe un alto nivel de emprendedurismo: una población capacitada que crea empresas y tiene mucha flexibilidad laboral.  Sin embargo, nada es gratis, y aquí existe un gran quid: todos pagan altas tasas de impuestos.

En las naciones escandinavas los ingresos tributarios como porcentaje del PIB están entre los más altos del mundo, en alrededor de 40%. Una fuente importante de ingresos es el IVA, el cual tiene una tasa de 25%. No hay impuestos especiales para los ricos, ocurrencia que actualmente recorre el mundo. Y la carga principal en el pago de impuestos recae sobre… la clase media: según un estudio de la OCDE, en Dinamarca la tasa máxima es del 55.9%, y esa tasa la paga todo aquél que gane un 30% más del ingreso promedio.

Dos puntos valen la pena resaltar. El primero es que los países escandinavos tienen uno de los mayores números de billonarios per cápita en el mundo, pero también se encuentran entre los más países más igualitarios. El segundo es que dicho modelo fue construido tanto por la izquierda como la derecha, lo que habla de la importancia de tener partidos políticos ubicados en el centro del espectro ideológico.

Tomando en cuenta todo lo anterior, queda claro que las políticas que está impulsando López Obrador van en contra de dicho modelo. Pero ello no sorprende ante el parroquialismo lopezobradorista y su cerrazón para aprender de las mejores experiencias internacionales.

En primer lugar, el presidente declaró que lo importante no es crecer sino repartir. Eso representa un grave error, porque si en algo se basa el modelo escandinavo es en el crecimiento económico, el cual genera empresas y empleo, los cuales pagan impuestos y sostiene su estado de bienestar (¡no el petróleo!). En segundo lugar, el mandatario despotrica un día sí y otro también contra el sector empresarial y ha llevado a cabo políticas que solo desincentivan la inversión privada. Ello es un desacierto porque se requieren altos niveles de inversión privada para crecer económicamente, generar empleos y cobrar impuestos. En tercer lugar, AMLO se ha negado a aumentar impuestos. Lo anterior es una equivocación ante los bajísimos niveles de recaudación del país, recaudación que resulta necesaria para ampliar los servicios y aumentar la inversión pública. En cuarto lugar, López Obrador ha despedido a algunos de los mejores cuadros del servicio público, no ha impulsado el Servicio Profesional de Carrera (SPC) y ha colocado en puestos clave a personas de mucha lealtad pero poca o nula capacidad. Y ello es una yerro enorme, ya que sin cuadros burocráticos no hay Estado efectivo. En quinto lugar, se ha puesto reversa a la educación pública en el país al haber terminado con la profesionalización de la carrera magisterial. Y sin educación no hay fuerza laboral que valga.

Las naciones escandinavas ofrecen un modelo a seguir para otras naciones del mundo. Un modelo, no una talla única, ciertamente. Pero el actual gobierno de la República quiere inventar el hilo negro y crear una talla netamente mexicana. Claro: porque como México no hay dos.

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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