Por Alejandro Zepeda

ENSENADA BC 1 DE JUNIO DE 2025 (AFN).- Hoy desperté con el espíritu cívico en alto y el café en la mano. Decidido, entusiasmado, casi patriótico. Me dije: “Hoy es el día de elegir a los magistrados del Poder Judicial en México”. Claro, lo supe gracias a unas lonitas modestas que encontré en algunos postes… muy tímidas.

Pero bueno, llegó el gran día. Me presenté en la casilla, donde amables personas de la tercera edad, esas verdaderas instituciones de la democracia, me recibieron con una sonrisa y una advertencia: “Aquí tienes tus seis federales y tres estatales”. Yo pensé que me estaban dando una colección de multas del SAT, pero no: ¡eran boletas! Nueve. Nueve boletas. ¡Ni cuando hago lista para el súper!

Me senté con fe. Tal vez reconocería algún nombre, un compa, un político, un primo lejano. En las federales, vi dos o tres que me sonaban porque los he leído en las noticias. Pero luego… se desató el caos. Nombres, cuadros, numeritos, abreviaturas que parecían sacados de una sopa de letras mal hecha. Ni los códigos del Wi-Fi están tan enredados.

Fue ahí donde el destino me sonrió. Recordé que una persona de esas que uno estima me había enviado un acordeón. No de música, sino de los buenos: estilo secundaria, con nombres, listas, datos. ¡Una joya digital! Casi me sentí haciendo trampa, pero luego miré a mi alrededor y vi rostros igual de confundidos. Me calmé. No era yo. Éramos todos.

Entre tachón y duda, logré votar. Pero salí pensando que si ya de por sí la participación es baja, este tipo de procesos, tan complejos y tan poco explicados, lo único que hacen es espantar a los valientes que aún queremos cumplir con nuestro deber ciudadano.

Eso sí, para la próxima me llevo un termo de café y algo de botana. Porque entre descifrar boletas y esperar turno, esto ya es casi un maratón cívico.