Por: Dr. Marco Antonio Samaniego López *
TIJUANA BC 09 DE SEPTIEMBRE DE 2016.- Hace varias semanas, comentamos en esta columna que el discurso del actual presidente estaba agotado. La falta de expectativas a corto plazo, generaban la larga tensión de un gobierno que se cansó demasiado pronto. Quedaban dos años que se veían muy largos ante un gobernar con muchas dificultades.
Los recientes cambios en el gabinete hacen evidente que la brújula está perdida. No se encuentra la propuesta que de aliento a una administración que resulta ya muy pesada. Ayer mismo, Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo al periódico El Universal, solicitó en pocas palabras que era necesario ayudar al presidente en su estrepitosa caída. Sin duda, que uno de los actores sociales que pretende gobernar, solicite ayudar al presidente para no construir desde escombros, es significativo. El eterno enemigo, indica que de alguna forma es necesario que se mantenga una administración lo menos maltrecha posible.
La visita del candidato republicano Donald Trump desató una tormenta. En el escenario establecido por México, quien parecía ser el gobernante en turno era el empresario estadounidense. Se movió como pez en el agua ante un aturdido Peña Nieto que no pudo imponer su discurso de negación a pago del supuesto muro.
Ese mismo día los rumores de la renuncia de la canciller ante el lamentable espectáculo generó una serie de notas alrededor de una circunstancia que no supieron prever quienes decidieron invitar a una candidato que ganó el espacio escénico brindado por el gobierno de México y los medios de comunicación. El saldo de la visita es poco alentador: ningún provecho. No hubo dialogo. En todo caso, se le otorgó una oportunidad de lucimiento a un candidato, al que se le trató como si fuera jefe de Estado, que poco entiende sobre la diplomacia.
Trump, aberrante de por sí, ha generado una situación de rechazo que sólo tensa cualquier relación hacia el futuro. Cualquier cosa, para un sector muy amplio de mexicanos, sería un lastre demasiado pesado en cualquier propuesta que se realizara. El resultado de la visita, más allá del tema del muro y su pago, generó tal inconformidad, que su presencia en cualquier forma, será denostada por varios años. No hay ningún avance ni razón que se pueda dar medianamente valida. Incluso, si ganara la presidencia, cualquier negociación pasaría por una intensa oposición.
Los temas en el ámbito de la relación México-Estados Unidos son numerosos y de vital importancia. Para amplias zonas de frontera entre los dos países es de vital relevancia asuntos como los ríos internacionales, el medio ambiente, la migración, la seguridad nacional, las complejas relaciones por productos como el gas o los temas relacionados con la explotación de recursos marinos. De ahora en adelante, cualquier cosa que diga este candidato, formará un muro en el entendimiento entre dos países que en varios temas tienen una relación asimétrica, en otros interdependiente y en algunos complementaria. Aunque pierda, su nombre y su lamentable presencia en México quedarán como una muralla en contra de lo que la diplomacia tendrá que vencer en años por venir.
No sólo es en este momento cuando su presencia ya ha dejado saldos poco alentadores. Es la discursividad y las acciones que deberán tomarse, esperemos que de manera inteligente, en contra de las consecuencias de uno de los peores momentos de la relación México- Estados Unidos. Poco alentador que sea por un candidato que, a pesar de que pierda, ya hizo un daño profundo.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México. Su tesis doctoral, Los ríos internacionales entre México y Estados Unidos, fue galardonada como la mejor tesis en el año 2004 por la Academia Mexicana de Ciencias.