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TIJUANA, BC - jueves 28 de julio de 2011 - Gilberto LAVENANT.
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TIJUANA, BC 28 DE JULIO DE 2011.- 

Los incapaces.                                  
Por: Gilberto LAVENANT
 
Dice un dicho popular, que no hay peor ciego, que el que no quiere ver. Parece esta ser una frase simplista, pero tiene un enorme significado. Hay seres humanos que tienen limitados sus sentidos, o que padecen una afectación física, que no les permite tener una vida normal. Pero hay individuos que aparentemente tienen íntegras sus capacidades físicas, pero que no ven, ni escuchan, las necesidades ajenas.
 
Se dicen políticos, y padecen un grave problema de insensibilidad. Se trepan a la función pública, a fin de saciar sus apetitos económicos y de poder, pero no precisamente para ayudar a la sociedad de la que forman parte. Resulta evidente que no tienen interés alguno en ayudar a los demás. Son ciegos, porque no quieren ver y son sordos, porque no quieren escuchar.
 
Son muchos los políticos, incapaces de percibir la realidad social. Sus sentidos físicos están atrofiados, les sirven de poco, porque poco los usan. Viven cómodamente, disfrutando sus percepciones económicas y los privilegios del poder público. Viven en las nubes. Y desde allá arribota, ven chiquititos a los seres humanos. Bueno, cuando los alcanzan a ver, porque en la mayoría de los casos, ni cuenta se dan que existen.
 
Esta semana, regidores del XX Ayuntamiento de Tijuana, recibieron una lección especial. Personas invidentes les enseñaron a ver, a ver las condiciones deprimentes en que ellos, los faltos del sentido de la vista, se desplazan en un mundo que los trata con indiferencia, con evidente –valga la redundancia- insensibilidad. Les pidieron que se colocaran una venda, y con los ojos tapados, los funcionarios se percataron de la problemática que enfrentan los invidentes y que ellos, que tienen plena su capacidad visual, no habían visto.
 
Esto ocurrió durante un encuentro con representantes de organismos que agrupan a invidentes, sordomudos y personas con discapacidades físicas o mentales. El ejercicio consistió en que una vez vendados de los ojos, deberían desplazarse hacia el área de los servicios sanitarios. Concluído, uno a uno, de los que aceptaron el reto, confesaron sus frustraciones e impotencia, al estar impedidos, aunque sea sólo momentáneamente, para ver hacia donde se desplazaban.
 
Entre los regidores presentes, estuvieron Miriam Ayón Castro, Presidente de la Comisión de Desarrollo Social, el Profr. Enrique Parra Romero, Presidente de la Comisión de Seguridad. Erwuin Aréizaga Uribe, Claudia Ramos Hernández, Rodolfo Olimpo Hernández, Ricardo Franco Cázares, Javier Merino, Julio César Vázquez y algunos funcionarios públicos.
Ahí se les dió a conocer que en el 11.9 % de los hogares mexicanos, hay al menos una persona con discapacidad, lo que representan 5 millones 739 mil 270 personas, de las cuales 122 mil 253 viven en Baja California. Son muchas, demasiadas, pero casi nadie se ha percatado de ellas. Sobre todo los políticos, pues no se preocupan por hacer normas y obras, para permitir a las personas con capacidades diferentes, a vivir en mejores condiciones, que las que enfrentan por sus incapacidades.
 
También se les indicó, que en esta entidad, el 59.6 % de las personas con capacidades diferentes, tienen limitaciones para caminar. El 24.8 %, limitaciones para ver. El 11.6 %, tiene una incapacidad mental. El 9.5 %, para escuchar. El 8.4 %, para hablar. El 5.6 %, están impedidos para velarse por sí mismos y el 4.3 %, afronta dificultades de aprendizaje.
 
Pero el entorno en el que se desenvuelven, les resulta hostil, pues no hay normas que induzcan, u obliguen, tanto al gobierno, como a la sociedad en general, a adoptar y adaptar sistemas y estructuras, que beneficien a las personas con discapacidades diferentes.
 
Por citar un ejemplo, en el Palacio Municipal de Tijuana, prácticamente no hay condiciones para que se desplacen las personas con capacidades diferentes. Cuando mucho, hay una rampa en el acceso ubicado frente al Parque Benito Juárez. De ahí en adelante, para acceder a cada nivel, tienen que ascender por escaleras, porque generalmente el elevador está descompuesto.
 
En el Centro de Gobierno del Estado, ubicado a unos metros, no existe infraestructura adecuada para las personas con discapacidades diferentes. Lo mismo ocurre en la gran mayoría de los edificios de la ciudad, tanto públicos, como privados. Resulta más que evidente, que los políticos son insensibles ante esta realidad social, sobre todo, porque no hay normas que prevean y obliguen a establecer accesos especiales para estas personas.
 
Pero no todo son cuestiones materiales, físicas. También en el área de recursos humanos, hay serias deficiencias sobre la materia. No existe personal capacitado, para atender a personas con capacidades diferentes. Nadie ha considerado la necesidad, ni ha planteado la posibilidad de atender esta área.
 
Todo indica que la lección que dieron a los regidores, debe darse a muchos otros actores sociales. A directivos y representantes de organismos empresariales, profesionales, políticos. Para enseñarles a ver, lo que se niegan a ver. Lo que tienen a la vista, pero que ellos no perciben. Porque no ven, ni escuchan, los reclamos sociales de estas personas y de muchos otros integrantes de los llamados grupos vulnerables.
 
Seguramente los regidores del Ayuntamiento de Tijuana, guardarán en su mente, la experiencia vivida. Ojalá que se atrevan a repasarla y amplíen el ejercicio en todo tipo de incapacidades. Por ejemplo, que intenten desplazarse, como si les faltase una pierna o un brazo. Que traten de comunicarse con los demás, como si fuesen sordomudos.
 
Y no solo eso, que vuelvan a recorrer las colonias populares, que supuestamente recorrieron cuando andaban en campaña. Pero que lo hagan, “disfrazados” de ciudadanos comúnes y corrientes. Que vean y sientan en carne propia, lo que significa la inseguridad pública. El circular por las calles destrozadas. El batallar para lograr un lugar para inscribir a sus hijos en escuelas públicas. El soportar y padecer los malos tratos de los policías.
 
El darse “baños de pueblo”, les podría ayudar a aliviar la insensibilidad social que padecen. Quizás entonces pudiesen ser buenos políticos. Quizás. 
 
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