NAVIDAD: Un día para aprender, celebrar y meditar.
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NAVIDAD: Un día para aprender, celebrar y meditar.

Tijuana BC - miércoles 3 de diciembre de 2025 - José Alfredo Ciccone.
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Por José Alfredo Ciccone

TIJUANA BC 3 DE DICIEMBRE DE 2025.-  A grandes rasgos todos sabemos qué significa la Navidad. El nacimiento del niño Jesús, el que nos trajo amor, paz, comprensión y una dosis importante de humildad para todos, sin excepción, aunque un puñado de humanos se empeñaron, con el pasar de las centurias, de intentar demostrar lo contrario, con actos violentos, banales y arbitrarios que rayan con lo inhumano y nada tienen que ver con el mensaje de Jesús, que afortunadamente sigue y continuará transmitiendo la imagen y presencia perfecta de Dios entre nosotros.

Quizás para algunas personas todavía no está muy claro, o se ignora, el valor de esta jubilosa celebración ya sea por falta de interés o por información inadecuada, el día 24 de diciembre a las doce podría pasar desapercibido, no solo para los que dicen no tener mucho que festejar por lo mal que les fue este año, sino porque este mundo inequitativo sigue mostrando su peor cara a la hora de hablar de justicia y paz social.

Hoy, la pobreza lacerante es notoria y sigue golpeando algunas conciencias, hasta en los países de los mal llamados ‘primer mundo’, la inseguridad impera mostrando sus peores garras, la corrupción sigue avanzando y el medio ambiente, con su naturaleza a cuestas
que a todos nos cobija con su presencia, parece abandonado a la mano de Dios, porque las mayorías siguen haciendo poco por él o sus intentos resultan claramente insuficientes.

Es evidente que nos falta empatía y mayor comunicación entre nosotros, aun con el pretendido auxilio de una tecnología arrasadora que lejos de invitarnos al diálogo y la reflexión, tan necesaria entre pares, continúa conectándonos con el mundo global y las distancias lejanas, imponiendo una aceleración y dependencia absoluta provista de productos novedosos, sin respiro ni pausas que nos vendrían tan bien en estos días donde nos reunimos -no solo para darnos regalos materiales-, sino para tratar de acercarnos mejor a través del encuentro y el amor, aunque resulte una fecha trascendental para la grey católica, muchos que no profesan esta religión y pueden hacerlo, salen a comprar y vacacionar como siempre y más que nunca, quizás sin darse cuenta que la Navidad recibe a todos por igual y que la impronta de Jesús se hace presente en cada acto de la vida.

Navidad pasada, presente y futura.

Los entendidos en la materia -que consulto con frecuencia, más que a Google-, sostienen que esta celebración por el nacimiento de Jesús, la más universal de Occidente, inició un 25 de diciembre de 336 en Roma, pero fue hasta el siglo V que la iglesia de Oriente, siguió festejando el nacimiento y bautismo del ‘niño Dios’ de los cristianos el 6 de enero.

El nombre de la fiesta Navidad, proviene del latín nativitas, nativitatis -nacimiento, generación-. En siglos posteriores, las diócesis orientales fueron adoptando el 25 de diciembre, dejando el 6 de enero para celebrar el bautismo de Cristo, con la excepción de la Iglesia armenia, que hasta hoy conmemora la Navidad en esa fecha de enero.

Con el correr de los siglos las costumbres tradicionales vinculadas con la Navidad se desarrollaron a partir de múltiples fuentes. En estas tradiciones, tuvo considerable influencia el hecho que la celebración coincidiera con las fechas de antiguos ritos paganos de origen agrícola, que tenían lugar en el comienzo del invierno.

Después de una brevísima introducción a este día tan caro en el sentimiento de millones de creyentes en el mundo, surge la pregunta obligada ¿cómo se espera que sea el festejo de la Navidad en pleno Siglo XXI tan alejado de aquellas costumbres? Seguramente contemplando lo casi inevitable para estos tiempos donde la inteligencia artificial pasó a formar parte de nuestro andar cotidiano, creando más dudas que certezas a la hora de discernir quién es quién, porque es innegable que si las plataformas en redes nos presentan un Santa Claus avatar y lo vuelven adorable, seguramente muchos lo adoptarán dejando atrás aquellos ‘santas’ que inundaban los centros comerciales y los niños se tomaban fotos con ellos pidiéndoles su regalo de Navidad. Lo que resulta verdad virtual hoy, se está cambiando por una realidad de antaño que nos resultaba palpable, aquella de un ‘hombre gordo vestido de rojo y blanco’ que por esos días, por lo menos tenía chamba asegurada, aunque su imagen haya sido una representación de alguien que tampoco existe, -más allá de su trineo terrestre que nunca vimos volar-, esa figura que nosotros queríamos como lo que era, un humano, porque lo podíamos abrazar, pedirle cosas y hasta divertirnos con él, arrancándole una sonrisa o el clásico atronador ho-ho-ho- que a los niños encantaba.

Es indudable que los tiempos nos van cambiando hasta adoptar nuevas costumbres, eso está aceptado, pero lo que debemos tratar de mantener, más allá de tecnologías superadoras excedidas de realidades virtuales, es la sana costumbre de transmitir amor con nuestros abrazos y besos, además de mucha nobleza, inspirados siempre en la imagen insuperable y perpetua de un niño Jesús omnipresente.

¡FELIZ NAVIDAD! 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor

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