Por: Fernando Núñez de la Garza Evia
Plaza Cívica
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MONTERREY NL 11 DE NOVIEMBRE DE 2025.- Muchos en la derecha mexicana siguen sin entender lo que sucedió en el país en 2018. La victoria del morenismo obedeció a un cambio de paradigma entre la población, de uno de libertad, a otro de igualdad. Si la oposición insiste en la idea libertaria, continuará perdiendo elecciones mientras el país se hunde aún más en la fosa autocrática.
La libertad es la bandera política central de la derecha, mientras que la igualdad lo es de la izquierda. Son dos lados de la misma moneda. La democracia liberal implica ambos conceptos: si “democracia” se encuentra históricamente más asociada a la izquierda, poniendo énfasis en la igualdad y la participación política de las masas, “liberal” resulta un término más ligado a la derecha, haciendo hincapié en el libre mercado y los derechos de propiedad. El espíritu del país a raíz de la victoria de Vicente Fox fue uno de libertad, esa que supuestamente respiramos al liberarnos del régimen hegemónico priista. Sin embargo, ese espíritu parece haber llegado a su fin, en gran medida ante los malos resultados en materia de pobreza y desigualdad. Ahora, el espíritu que prevalece parece ser uno de igualdad.
Hay una reestructuración ideológica entre la población mexicana. Si desde la victoria foxista y hasta el año 2012, alrededor del 40% se consideraba de derecha, 20% de izquierda, y 20% de centro, durante el sexenio lópezobradorista esos números cambiaron sustancialmente: alrededor del 23% se consideró de derecha, 30% de izquierda, y 30% de centro (Alejandro Moreno, “Realineamiento ideológico”). Pero también crecieron las tendencias autoritarias: en 2023 el número de mexicanos que afirmaron que “bajo algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático” pasó de 12% en 2018, a 33% en 2023, el porcentaje más alto de América Latina (Latinobarómetro 2023). Paradójicamente, aumentó el respaldo a la democracia: pasó de 56% en 2017 (el menor desde 2002), a 71% en 2023, uno de los mayores de la región. La figura de López Obrador, su idea de democracia directa y los resultados en materia de pobreza y desigualdad podrían explicar lo anterior.
Ciertamente hay un ataque en contra de las libertades, observable en innumerables reformas que han aumentado la opacidad y discrecionalidad gubernamental, terminado con la división de poderes y, por lo tanto, con la democracia liberal. Sin embargo, adoptar un discurso centrado en la “libertad” -como lo ha hecho el panismo- no parece atraer mayores votantes y, peor aún, haciendo caso omiso de los temas sociales. Y, aunque resulta comprensible que en la derecha no puedan usar del todo la palabra “igualdad”, si tienen dos salidas: la justicia social, impulsada por la Iglesia Católica y cuya idea forma parte de numerosos documentos básicos de la derecha; y el nacionalismo, que descansa en emociones altamente igualadoras. Muchos de los Estados de bienestar de la Europa de la posguerra fueron construidos, precisamente, por la derecha bajo estas ideas.
Hasta las clases medias votaron mayoritariamente por AMLO. México pasó de una mayor libertad política con mucha desigualdad, a una mayor igualdad con una decreciente libertad. La oposición de derecha necesita entender el muy comprensible espíritu de los tiempos y adoptar su discurso y su agenda política, o arriesgarse a ser asaltado por sus propios populistas.
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