¿Dónde empieza el desastre?
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¿Dónde empieza el desastre?

Tijuana BC - viernes 17 de octubre de 2025 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego 

TIJUANA BC 17 DE OCTUBRE DE 2025.-La discusión sobre el FONDEN llena las páginas y los editoriales, o alimenta a la débil oposición política que existe.  Para unos, era una fuente de corrupción, para otros, una solución a los problemas que generan los desastres.  Para quienes lo han perdido todo o parte de su patrimonio, cualquier comentario editorial está de más, porque en mucho tiempo no volverán a tener condiciones de normalidad. 

Sin duda, recorrer Tijuana por ciertas áreas, me deja la idea de que un desastre empieza cuarenta años antes de que suceda. Para alguien que vivió lo sucedido en las lluvias de 1978, 1980 y 1993, en esta ciudad, es parte de una experiencia que lleva a preguntar ¿Eran desastres “naturales”?  Como se puede ver, antes no utilicé el termino “desastres naturales”, porque mi comentario no está convencido de que existan como tal. 

Observar las imágenes de lo sucedido en estos días a través de los medios de comunicación, sobre todo en Poza Rica, en Veracruz, lleva a considerar desde cuando se pueden evitar el uso del espacio para qué, cuando llueva, no se presenten este tipo de efectos. Una cosa es cierta, cuando llueve “mucho”, término que no me gusta pero que no encuentro otro, siempre van a existir afectados. Ciudades de todo el mundo viven efectos devastadores y hace no mucho tiempo, las lluvias inundaron ciudades Texanas. Es decir, no se trata de que un país “avanzado”, con mayores infraestructuras, pueda evitar este tipo de situaciones.  

Sin embargo, mi punto es que las infraestructuras son parte fundamental de una ciudad y su construcción o no, hace la diferencia cuando se presentan eventos que pueden ser calificados de “extraordinarios”. Aquí, planteo que las lluvias abundantes no son buenas ni malas (tiendo a decir que no hay lluvias malas) dado que son parte de los procesos, aquí sí naturales, que se han presentado a lo largo de la historia en muchas partes del planeta. 

Soy de la idea de que las decisiones humanas son las que convierten a las ciudades en espacios vulnerables.  Es tomar decisiones sobre la ocupación del espacio sin considerar los cambios en los ecosistemas, en las posibilidades reales de que existan zonas de paso de las corrientes y sobre todo, el permitir que las construcciones se realicen en terrenos que no son aptos para ello. 

Sin duda, sin ser ingeniero, Tijuana es una ciudad vulnerable por muchas razones. La falta de taludes, el hecho de que se construya en zonas inapropiadas, convirtió la ciudad en un espacio de riesgo. Circular por ciertas zonas – muchas en realidad – con calles mal hechas, trazos inadecuados, sin señalamientos, y observar las débiles construcciones, me llevan a la conclusión, sin pensar que sea una idea extraordinaria, de que poco se ha avanzado desde las lluvias y los efectos de 1978, 1980 y 1993. Es un ejemplo, de que el pasado no necesariamente enseña y de que, aunque la memoria personal – y supongo que de ciertas generaciones – no tiene relación con las memorias que existen entre quienes nacieron o llegaron en años posteriores. No ven la misma ciudad porque áreas como el canal del río Tijuana, puede ser algo normal, mientras que, para uno, que vivió las profundas modificaciones, sí existe la memoria de que los desastres no son “naturales”, sino creados por la displicencia de quienes otorgaron permisos o en su caso, vieron con indiferencia el sentido y las consecuencias del uso del espacio. 

¿Cuántos recursos se deben invertir para eliminar las zonas de riesgo en una ciudad como Tijuana? Mi respuesta es que no hay FONDEN que alcance. Porque el tema es la velocidad en que se incrementó la población y   las posibilidades reales de comprar o arrendar vivienda en áreas con capacidades de dar certeza para que las lluvias por extraordinarias que sean, no se conviertan en “desastres naturales”. Son, pues, las decisiones de hace cuarenta años para unos casos, o unas cuantas semanas para otros, lo que coloca en riesgo a numerosas áreas que están en posibilidades de ser afectadas por las lluvias. Es una relación entre el poder político de hace algunas décadas y los efectos hacia el futuro lo que provoca que, por desgracia, se pierdan vidas humanas y en muchos casos, el patrimonio de toda una vida de trabajo. Pero como apunté, esto también puede ser tema de algunas semanas, porque la gente tiene que vivir, necesariamente, en algún lugar, y la falta de espacios no vulnerables, no han abundado en ciudades como la nuestra. 

Con esto, no pretendo defender la desaparición del FONDEN, ni señalar que no existen responsables de las muertes y perdidas que están viviendo miles de mexicanos.  Lo que señalo es que son acciones – o inacciones – humanas las que provocan lo que va a afectar en determinado momento, el no tener la infraestructura suficiente para evitar los desastres.  Esto, por supuesto, está relacionado con los actores políticos y las necesidades de empleo de miles de personas que migran en busca de mejores oportunidades de empleo. 
Por ello, quiero apuntar que hace cuarenta años, o veinte, o unas cuantas semanas atrás, se gesta una tragedia por las condiciones de los asentamientos, es tocar el tema del poder político. ¿Cómo se toman las decisiones para permitir fraccionamientos, asentamientos irregulares, o la ocupación de áreas vulnerables a fenómenos naturales que por sí mismos no son un desastre? Culpar a la lluvia no es suficiente, porque estas se pueden presentar siempre, desde hace millones de años. Culpar a un partido político o al pasado – neoliberal o no porque las lluvias de 1978 o 1980 no entran en esa temporalidad – no es suficiente. Es, pues, las decisiones de diferentes presentes – dependiendo del lugar – lo que genera que años después se sufran las consecuencias de actos que era previsibles. Permitir una colonia irregular, construir un fraccionamiento, son sólo partes de un todo.  El agua siempre va a cobrar velocidad y por tanto, va a arrastrar lo que este a su paso. 

Recorrer Tijuana es moverse en espacios vulnerables, con muchas áreas donde las condiciones de asentamiento son inadecuadas. Las laderas de los cerros siguen siendo laderas y los nuevos materiales de construcción permiten aprovechar nuevas áreas, pero a un lado o enfrente, están cientos de casas en condiciones de riesgo. No puedo evitar decir que muchas autoridades de los diferentes partidos (PRI- PAN- o MORENA) han realizado poco por plantearse los retos de lluvias abundantes, que  son una bendición, pero que se convierten en tragedia si en años previos, fueron tomadas sin su condición de posibilidad en el futuro.  Cierto, es sólo una opinión, pero he visto caer muchas casas y cómo se han transformado, con violencia, áreas en las que fue posible tomar decisiones de otra manera. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor 

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