DESDE MI TALLER
Por: Manuel Rodríguez Monárrez
“La crisis de la democracia, se resuelve con más democracia” Norberto Bobbio
Los algoritmos de las redes sociales y las plataformas digitales han capturado nuestras almas, la dopamina iracunda que genera el camino oscuro del odio discursivo que escuchamos en nuestros tiempos, nos tiene contra la pared. Alimentando la furia colectiva de sus radicales día tras día, como cáncer sin control, los productores de las “mañaneras” nos hunden en una espiral de violencia que empodera a los intolerantes, como manada de lobos buscan traducir sus campañas negras oficiales en más polarización, materializando el extremismo en patrones de violencia política de los que no podemos salir. Todavía estoy conmocionado por las imágenes incomprensibles de los sucesos acaecidos en los últimos meses, hemos visto como los fantasmas de la violencia resurgen y rondan en el ambiente político. Lo vivimos en México recientemente con el atentado del periodista Ciro Gómez Leyva, que por gracia divina sobrevivió tiros precisos sobre su humanidad; luego sin que medie explicación alguna hasta el momento, a la titular de la Ciudad de México, le asesinaron a su secretaria particular y su asesor en pleno día; en otras latitudes también hace aire, en Colombia, el odio se llevó la vida de otro gran ser humano, el guerrero Miguel Uribe Turbay; y en Utah hace menos de un mes, Charlie Kirk, un joven soñador fue miserablemente asesinado, arrebatado de su esposa y sus hijos, su único pecado, defender sus valores y convicciones con gran elocuencia.
La violencia política es inmoral, intolerable y profundamente dañina para nuestra sociedad, venga de donde venga, de la derecha o de la izquierda. Debemos rechazarla sin matices. Una mejor manera de hacer política sin abandonar nuestras diferencias, es aprender a discutir apasionadamente sin radicalizar nuestros comentarios, al final lo que nos interesa obtener de nuestros políticos: son resultados, no retórica. La política en México se ha vuelto un “performance matutino” de mentiras, calumnias, descalificaciones, propaganda y desvíos de atención, una maniobra caraqueña fundada por las fobias y manías de la ex pareja sentimental de Carlos Monsiváis, incrustada y mal heredada en la Presidencia para el confort y coraje del perverso populista: Andrés Manuel López Obrador. México es un gigante en su espíritu y potencialidad no podemos aplaudir a quienes a través de la violencia verbal, fomentan la crispación acentuando grietas ridículas con la perversidad electoral de seccionar a una parte de la población para explotar su ignorancia y miseria. Desde la máxima tribuna presidencial, los mexicanos estamos enfrascados en una guerra autodestructiva entre oficialistas y opositores. Para la institución de la Presidencia de México ya no hay mexicanos, sólo hay afines y contrarios. Nada de lo que escriba en este momento puede unirnos, estamos rotos como país, nuestros líderes en lugar de unificarnos terminaron por hundirnos, y a ellos no les preocupa porque después del daño ellos agarran su dinero bien o mal habido y se van a sus ranchos de auto exilio a disfrutar de las mieles de engañar con marrullería nociva a su segmento elegido. Lo malo es que nos dejan a sus voraces vástagos dispuestos a devorar lo que queda de país.
El futuro de nuestra nación está en riesgo. Nuestros valores, nuestro estado de vida mismo está en peligro, la idea de la democracia que nos permite un estilo de vida pacífico a pesar de nuestras diferencias se encuentra hoy en riesgo. Por ello, en tiempos en que la oscuridad busca apagar la luz, es cuando debemos tomar posiciones. No es tiempo para tímidos, nuestros hijos y nietos no olvidarán con que actitud enfrentamos nuestros tiempos. En el mundo al revés de AMLO, en su torcida visión del gobierno para el que fue electo, provocó los balazos entre ciudadanos de bien y fomentó los abrazos con los criminales.
Detener la espiral de violencia no será tarea fácil, el camino del debate sin violencia es la única salida. La visión unificadora parece ingenua ahora, pero es posible. Sheinbaum tiene que decidirse, si cancela el oprobioso mensaje de intolerancia radical producido por Jesús Ramírez Cuevas todas las mañanas, o si le regresa a la Presidencia Mexicana el debate civilizado de políticos con una visión unificadora de Nación. Que trate con respeto no solo a la prensa independiente, sino a todos los ciudadanos mexicanos por igual. La bandera mexicana representa a todos, no a una facción oficialista, los militares se deben a la Constitución, no a un dictador o dictadora. Tanto Kirk como Turbay, recurrieron al método más cívico y pacífico posible para resolver sus diferencias, el debate libre, franco, abierto, sin eludir las posiciones controversiales pero siempre en el marco de respeto. La respuesta macabra del populismo son las mañaneras, ya es tiempo que cómo sociedad despertemos de nuestra estado de complacencia ante estos instrumentos propagandísticos sin substancia que aniquilan la libertad de expresión y expanden la persecución política de la disidencia. No podemos permanecer en silencio.
* El autor es internacionalista egresado de la Universidad de las Américas – Puebla, cuenta con especialidad en Economía Internacional por la Oklahoma University y obtuvo el rango de comandante de compañía naval en la Academia Militar de Culver, Indiana.
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