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¿Y luego qué?

Tijuana BC - viernes 12 de abril de 2024 - Marco Antonio Samaniego.
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Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 12 DE ABRIL DE 2024.- Los días del posdebate nos enseñan que los debates se vuelven entramados de opiniones en que es válido meterse hasta con el cabello de las participantes. Algunas personas contaron las palabras para ver que conceptos se repitieron y otros, incluidas las candidatas, señalaron que no les gustó el formato que sus propios representantes habían aprobado. 

Los consejeros del INE, han indicado una y otra vez lo difícil que fue montar el espacio. Las luces, los colores, la toma de las cámaras, los paneos, incluso, que los tres expositores tenían frente a ellos a personas que nosotros no vimos, pero que eso pudo haber influido en el poco sustancioso encuentro de tres personas, televisado a nivel nacional. Pero debate, es decir, la discusión de proyectos y porque una propuesta tiene sustento y la otra no, no hizo acto de presencia. 

Lo que vimos fue el momento de lanzarse acusaciones por el pasado donde las dos principales protagonistas, se acusaron mutuamente de hacer mal las cosas. Y en los dos casos tuvieron razón. Las fotos de los integrantes de la política en años anteriores, nos muestra que la clase política se ha acomodado de un lado o de otro. Es un claro indicativo de que llamar de izquierda o de derecha a alguien, se tornó un sin sentido en los últimos años. Sólo se trata de cruzar una línea imaginaria. Si el ejército permaneció en las calles, es una muestra de que las propuestas de la derecha – la tradicional – han logrado su propósito, porque las instituciones civiles no han logrado consolidarse de tal forma que se mande a los soldados a los cuarteles. Lo peor del caso, es que, con el ejército en las calles, el tema de la inseguridad es uno de los pendientes que arrastra nuestra sociedad. El otro, por supuesto, es la pobreza de varios millones de mexicanos.  

Los debates sobre el debate buscan una triunfadora. Alguien que mueva o amenace las cifras que aparecen en las encuestas. Pero nada. Incluso, para varios panelistas, lejos de mostrar optimismo de un entorno competitivo, han declarado que, ante los errores evidentes de Xóchitl Gálvez, todo indica que Claudia Sheinbaum tiene el triunfo en la mano.  Otros, por el contrario, vieron ganadora a Xóchitl e indican que no se debe perder la esperanza.  Cada lector tendrá su opinión, aquí lo único que pretendo es apuntar que no hubo debate, que las ideas no se discutieron, que no existen pros y contras de un programa o una política, sino menciones efímeras en medio de ataques, dudas y fotos que nos enseñan lo que ya sabemos: las dos candidatas tienen respaldo público de impresentables. Sobre el tercero en cuestión, quedó claro que puede sonreír. 

Si el formato o las luces o las cámaras son un problema, entonces el problema es más grande. El país no tiene un escenario que esté en las condiciones que desean las candidatas. Si les molesta el formato, las luces, las cámaras, el reloj, un departamento una casa o las personas que tuvieron enfrente, mi afirmación es clara, el país no está en condiciones ideales, a modo de los que participan. No puedo hablar por el pueblo de México, como lo hacen los políticos de manera frecuente y sin sustento alguno, pero sí por el entorno que veo y escucho. Y en temas como pobreza, salud, educación, inversiones, medio ambiente, agua, relaciones internacionales, crimen organizado y desorganizado, implementación de tecnología, migración y muchos otros, el país no tiene la iluminación, las cámaras o los foros con los colores adecuados. 

Quieren dirigir el país y les molesta el formato de un debate. ¿Qué relevancia tiene si las preguntas las hizo un ciudadano, un obrero, un campesino o un intelectual? ¿Qué diferencia hace si faltan medicamentos, carreteras, mejoras en la educación o apoyo al campo? Se quejan de que no tuvieron tiempo para presentar proyectos. ¿Y entonces para qué se prepararon varios días? Otros, se quejaron de los periodistas que coordinaron la mesa de ataques, dimes y diretes. ¿Qué diferencia existe entre la participación de los moderadores y la realidad del país? ¿Para qué sirve discutir si una u otro coordinan una mesa y si las preguntas las escogieron para dañar la imagen de alguna de las involucradas? ¿Quiere decir que cuando lleguen al cargo, sólo quieren preguntas cómodas, que reflejen un país que no existe? 

¿Cómo generar interés en el electorado en torno a propuestas y crear un ambiente de competitividad democrática, que busqué gestar una participación masiva el próximo 2 de junio?  Mucho por trabajar en estos días. Los denominados cuartos de guerra ya aventaron todo el basurero que tenían guardado. Si falta más, sentarán las bases para poca participación. Si se busca un debate, tienen un reto enorme, porque existe una confusión entre hacer propuestas sin sustento presupuestal, y realidades que afectan a millones de mexicanos.  No se distingue entre promesas y proyectos con bases firmes.  Y por el momento, parece más fácil aventar basura, que todos tienen, que pensar en cómo lograr debates que no terminen en discusiones sobre la iluminación, los colores, o que si las preguntas debían ser de una u otra manera. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.

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