Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 1 DE MARZO DE 2024.- Las campañas que tienen ya más de un año, inician formalmente hoy, luego de corcholatas y corcholatos y de que AMLO, fue el factor que definió quien sería la candidata del frente amplio por México. De no ser por una puerta que no se abrió en palacio nacional, Xóchitl estuviera compitiendo por la CDMX. 

A pesar de encuestas que no sé de dónde salen, la realidad, cuando menos para amplios sectores, es que la seguridad es el tema central.  El estado de Guerrero es un triste ejemplo de un retroceso de varias décadas. Las narrativas que se plantean sobre la vida en dicha entidad muestran una ausencia de Estado. Aquí, y en muchas otras páginas, se planteó que la forma en que se decidió el actual gobierno de la entidad, era un anticipo de problemas de fondo.  En muy poco tiempo quedó en evidencia que la falta de proyecto e idea, ha llevado a que los ministros de la iglesia, se conviertan en mediadores entre grupos de delincuentes. No se trata de llevarlos a la cárcel, simplemente, de que no maten a civiles que no están involucrados en las pugnas entre los grupos. También, los sacerdotes intervienen para que nos los maten a ellos. 

Sin embargo, en muy pocos días, los eventos muestran lo frágil del acuerdo. Los problemas con el transporte público en las ciudades, sobre todo en la capital, mientras que los gobernantes de la entidad, se dedicaban a buscar puestos públicos para las próximas elecciones.  Por su parte, obispos, sacerdotes, Tlacos y Ardillos, intercambiaban llamadas telefónicas, se reunían y trataban de negociar con la vida de los habitantes de la región. AMLO, declaró que estaba bien, dado que todos los sectores se involucraran en el logro de la paz. Sin duda, estamos en total acuerdo con ello, salvo el hecho de que los delincuentes deben ser aprehendidos y bajo el debido proceso, con las evidencias, encerrados en la cárcel. Eso, desde nuestro punto de vista, abona a la paz de una forma más definitiva y contundente. Además, es la tarea del Estado, de acuerdo a la Constitución. 

Sin embargo, en el ámbito electoral en el que nos encontramos, reconocer que existen problemas serios, no es lo más oportuno para quien detenta el poder. La propuesta es una continuidad, con Sheinbaum a la cabeza, y por tanto, lo que está bien no necesita ser cambiado, sino sostenido. Su fuerza radica en que son los medios los que exageran la situación y quienes actúan a través de ellos, tiene una campaña de desprestigio. Es probable que lo aquí planteado pueda ser interpretado en esa línea, pero el problema es que la información pública, muestra que la falta de seguridad es una enorme deuda con la sociedad mexicana. 

¿Importa si esto empezó con Calderón, o con Fox? Como alguien que ha nacido y vivido muchos años en ciudades de la frontera, el tema, para quien esto escribe, es de más larga duración. Basta decir que la guerra contra las drogas, de manera formal, se le ocurrió a Richard Nixon, y desde entonces, se reitera que los enfrentamientos entre grupos organizados es un tema que aparece en la prensa y en la vida cotidiana en ciudades como Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo o Matamoros.  Cuando llegó Calderón – y su compañero de crímenes, García Luna – el problema ya había registrado cientos de muertos, provocado migración de poblaciones completas (Mier o Ciudad Miguel Alemán en Tamaulipas) y generado una tensión constante. Las negociaciones entre autoridades y líderes regionales, se registraba en corridos y narrativas de crímenes y advertencias. Cuando el tema llegó a los niveles que hoy conocemos, con Calderón, se evidenció que no había capacidad para una guerra contra las drogas, dado que el enemigo no estaba afuera, en los narcos retratados en corridos y telenovelas, sino dentro, en las filas de las policías y el ejército. Gutiérrez Rebollo, es sólo una muestra. 

Por ello, antes, es decir, desde el 29 de febrero de 2024 hacia atrás, es el antes al que aquí nos referimos. No es un antes con el PAN o el PRI, es un antes que empezó ayer, para señalar que no hubo diferencia con el otro pasado, el “antes” de las mañaneras. El antes fue ayer, y la fecha bien puede ser 1926, 1937, 1940 o varias veces en la década de 1950, o con la operación intercepción de 1969, o con las guerras entre los Félix Gallardo de los 80, o los Arellano Félix de los 90. Es decir, el “antes”, fue el 29 de febrero de 2024, porque no se han generado los mecanismos de Estado que permitan las condiciones de seguridad que amenacen a los grupos delincuenciales. 

Si como todo indica, Claudia Sheinbaum es la presidenta de México en los próximos seis años, la fórmula de AMLO no le va a funcionar. Durante estos 100 días, tendrá que decir que todo seguirá siendo un segundo piso donde nunca hubo un primer piso. Pero luego, tendrá que romper, poco a poco, de golpe, o como pueda, con una condición en la que el Estado   ha  vivido en situación límite desde hace varios años. Un límite que ha mandado al abismo a miles de mexicanos, los ha obligado a migrar a las ciudades o a Estados Unidos, y ha empobrecido regiones que han sido ocupados por grupos organizados.  La situación de Guerrero es suficiente para pensar que cuando se dé un cambio de rumbo, exista una idea de que no se rompe con un pasado inmediato, sino con una debilidad del Estado de larga duración. Los argumentos pueden ser variados, pero deben funcionar porque las negociaciones, que se dan en todas las entidades, sólo que en Guerrero se destapan por la condición de emergencia, dejen de ser una constante para que dejen de morir cientos de miles de personas. En el caso de que gane Xóchitl, su rompimiento sería más sencillo. Sólo que por el momento, tiene otros problemas que solucionar. 

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