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Las circunstancias

TIJUANA, BC - miércoles 17 de octubre de 2012 - Gilberto LAVENANT.
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Palco de Prensa
Por: Gilberto LAVENANT


Cuando ocurre un hecho tan lamentable, como el fallecimiento de una persona, principalmente ligada a actividades en las que se pueden generar enemistades, como la política y el periodismo, es sumamente importante que se resuelvan y se clairifiquen las circunstancias y se identifiquen a los presuntos responsables, tanto materiales como intelectuales.

Esto, no sólo porque tales hechos generan psicósis entre quienes realizan actividades similares. En especial, porque surgen los temores, suposiciones o elucubraciones en el sentido de que pueden ser las siguientes víctimas.

Generalmente se piensa lo peor. De inmediato muchos suponen o presumen, que fue obra del crímen organizado. En algunos casos, hasta las víctimas son satanizadas, presumiendo que estaban involucradas con delincuentes, que servían o tranzaron con la mafia y que cuando se negaron a continuar haciéndolo, los eliminaron. Suele ocurrir.

Pocas veces, quienes se interesan por conocer el orígen o condiciones previas a tan funestos hechos, se imaginan que pudiesen estar involucrados, directa o indirectamente, como presuntos autores intelectuales o materiales, los propios familiares o amistades de las víctimas.

En el caso del fallecimiento del compañero y amigo, Ramón Abel López Aguilar, de 53 años, fotógrafo de prensa o reportero gráfico, quien fue encontrado sin vida la madrugada del pasado lunes, crímen éste que provocó la ira y reclamo del gremio periodístico, se pensó lo peor. Sobre todo porque la versión original es que había sido levantado o privado de su libertad, antes de encontrar su cuerpo sin vida.

El día de ayer, funcionarios de la Procuraduría de Justicia, dieron por concluídas las investigaciones sobre este homicidio. Como presunto autor, presentaron al novio de su hija, un joven de solamente 22 años, quien finalmente confesó, aunque no reveló los motivos que lo llevaron a cometer tal atrocidad.

Se confirmaron las sospechas e hipótesis iniciales. El homicidio fue meramente circunstancial. Al parecer no algo planeado, ni cometido por extraños o malosos. Fue casi un  miembro de la familia. Qué lamentable.

El esclarecimiento de los hechos, no devuelve la vida al periodista, definitivamente. Sin embargo, regresa la tranquilidad en el gremio periodístico, porque esto terminará temores, hipótesis y elucubraciones. Simplemente fue un crímen circunstancial.

Es lamentable, no sólo el asesinato de una persona, cualesquiera que sea su profesión, oficio o actividad. Pero doblemente lamentable es que el homicidio sea cometido o planeado por conocidos, amistades o familiares. Por el círculo cercano de la familia, que se supone debe procurar el bienestar e integridad física y moral de unos y otros.

Los individuos están expuestos a toda clase de riesgos, sobre todo ante el clima de inseguridad y violencia que persiste. La delincuencia en general, y en particular el crímen organizado, hacen difícil, casi imposible, la convivencia, las relaciones humanas. Pero eso de tener que cuidarse de los cercanos, sí que es algo sumamente delicado.

Pero suele ocurrir. El celo, las envidias, los reproches, las injusticias, los malos entendidos, la soberbia, las humillaciones, generan infinidad de circunstancias propicias para impulsar a alguien a cometer un delito en contra de familiares, amigos o simplemente conocidos.

En ese terreno, es importante reflexionar y rectificar. La humildad, la modestia, la sencillez, son elementos o factores que permiten a los individuos prevenir o evitar hechos que lesionen o lastimen, de parte de los cercanos. Incluso en contra de los ajenos, porque en muchos de los casos las agresiones se prohíjan, precisamente por presumir lo poco o mucho que se tiene.

En algunos otros casos, los éxitos o la fortuna personal, envanecen al individuo, le hacen suponer y presumir, que se ubica en niveles superiores a los de quienes les rodean y actúan con obvias intenciones de humillar y ofender.

Evitar las fricciones, y desde luego las agresiones,  aclarando o precisando situaciones, en forma oportuna y pertinente, es lo ideal y recomendable. Pero resulta que, generalmente, luego de una supuesta agresión u ofensa, en lugar de las aclaraciones o disculpas, surgen las venganzas.

Cabe recordar dos homicidios registrados recientemente, precisamente por cuestiones meramente circunstanciales y por parte de los cercanos a las víctimas. El primero se registró el viernes 14 de septiembre del año en curso, en el municipio de Cajeme, Sonora. El segundo fue dos días después, en Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Las víctimas,  diputado locales priístas.

En el asesinato del diputado sonorense, Eduardo Castro Luque, apareció como autor intelectual, su suplente, Manuel Fernández Félix. Se supo que el homicidio lo planeó desde los comicios del pasado 1 de julio, en los que la víctima fué electo. Se trataba de hacerlo a un lado, para sustituirlo en el cargo. Pagó 40 mil pesos para que lo mataran. Envidias, celos.

El el caso del diputado mexiquense, Jaime Serrano Cedillo, las circunstancias fueron otras. Resulta que el diputado Jaime Serrano Cedillo, peleó con su esposa, Patricia Grimaldo, lo que seguramente hacían con frecuencia, y quizás por sentirse en desventaja, la mujer tomó un cuchillo y dió muerte a su pareja. Podría decirse que no fue premeditado, pero el coraje, la frustración, la humillación, la impotencia, hacen perder el control a muchos y entonces viene la tragedia. Lamentable es que ocurran estas cosas. Doblemente lamentable por las circunstancias en que ocurren.

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