De Venezuela a México: contrastes de una elección presidencial
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De Venezuela a México: contrastes de una elección presidencial

MÉXICO, DF - viernes 12 de octubre de 2012 - Abel Muñoz Pedraz.
1960

Procesos Políticos

El pasado 7 de octubre Venezuela vivió una intensa jornada electoral en la cual estaba en juego la continuidad de Hugo Chávez en el poder. Tras obtener el 55.26% de los votos, el candidato oficial pudo garantizar la extensión de su mandato por 6 años más, acumulando así un cuarto periodo presidencial tras 13 años de estar al frente del país caribeño.

Henrique Capriles, el más cercano competidor de Chávez y principal candidato de oposición, ubicado, según los expertos, en el centro del espectro político; obtuvo el 44.13% de la votación total, quedando detrás del actual presidente por una diferencia de 11.13 puntos porcentuales, en una elección que registró un total de 14, 725, 357 votos, lo cual significó una participación de más de 80% de los venezolanos con posibilidades de sufragar.

En este sentido, el triunfo de Hugo Chávez fue contundente, a tal grado de que Henrique Capriles reconoció su derrota al poco tiempo de haberse enterado que la tendencia de la votación no le favorecía, no obstante, el proceso electoral no estuvo excluido de anomalías que afectaron su calidad. Sin embargo, a pesar de no haber obtenido el triunfo, la oposición venezolana logró un resultado importante que, en teoría, le permitirá incidir de manera más trascendental dentro de la arena política nacional.

Ahora bien, es interesante observar los contrastes que se dieron en la elección presidencial mexicana del pasado mes de julio con la recién celebrada en Venezuela. Este contraste se puede dar en diferentes aspectos que influyen –en menor o mayor medida–  en el resultado de la elección, pero sólo me abocaré en dos: recursos económicos y espacios en medios.

Es innegable que Hugo Chávez tuvo a su disposición abundantes recursos económicos para impulsar su campaña, sobre todo porque, en un contexto en donde los pesos y contrapesos entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial son casi inexistentes, como lo es en Venezuela, los dineros se pueden manejar con discrecionalidad y opacidad, lo cual afecta el equilibrio entre los candidatos que compiten. En este sentido, Chávez contaba con una ventaja abrumadora sobre Capriles, ya que la legislación electoral sólo permite acceder al financiamiento para las campañas por medio del capital privado.

Esta desproporción también se encuentra en los espacios que se destinan en medios de comunicación, ya que, a priori, los candidatos a la presidencia de Venezuela contaban con tiempos equilibrados para aparecer en televisión y radio, sin embargo, la diferencia radicó en que Chávez hacía uso de espacios asignados para el gobierno, es decir, tiempos oficiales, y era ahí donde se promovía políticamente e inclinaba la balanza a su favor sobre el resto de los candidatos. Esto se explica, en gran medida, porque el Estado venezolano tiene un excesivo control sobre los medios.

En el caso mexicano, Enrique Peña Nieto despertó serias dudas con el caso Monex y Soriana, y pese a que el PRI no estaba en el gobierno federal, basta con hacer cuentas y observar cuántos estados de la República gobernaba el tricolor en ese entonces –19 estados que juntos suman 57.5 millones de personas– para darse una idea de que existe una influencia, por medio de las entidades federativas, en el financiamiento ilícito de campañas, tomando en cuenta que la transparencia y rendición de cuentas en el nivel subnacional está en ciernes y esto facilita el desvío de recursos públicos con fines políticos.

Por otra parte, durante el proceso electoral presidencial en México se registró una grave inequidad en los tiempos que los medios de comunicación le dedicaban a los candidatos, sobre todo al favorecer notoriamente a Enrique Peña Nieto en espacios de cobertura nacional y otorgándole menos tiempo a Andrés Manuel López Obrador, sumado a los numerosos casos en donde la información se manipulaba a favor del mexiquense y en contra del tabasqueño. Esto sin duda impacta en el ánimo de los electores, y en determinado momento, puede alterar las preferencias electorales de manera importante.

En conclusión, me parece que el caso venezolano y mexicano ofrecen una serie de rasgos que permiten cuestionarnos la autenticidad de sus respectivas elecciones, ya que existe evidencia empírica que demuestra que en ambos países se violentaron principios básicos que definen una elección de calidad, como lo son la equidad en la contienda, la libertad al elegir por quién votar, la competencia entre los candidatos, la transparencia de los recursos y el acceso a diversas fuentes de información para mantenerse al tanto de las campañas.

Abel Muñoz Pedraza es licenciado en Relaciones Internacionales por la UABC, maestro en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos por la UAM. Actualmente estudia el doctorado en Estudios Sociales con línea en Procesos Políticos en la misma institución. Correo electrónico: [email protected]Twitter: @abelmunozpedraz

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