PAN Y CIRCO
Por: Francisco Ruiz, RuHe

Recordar lo ocurrido el 2 de octubre de 1968, en la llamada “Matanza de Tlatelolco”, es, sin duda, uno de los acontecimientos que más sentimientos me genera: repulsión, ira, frustración y cólera, por una parte; admiración, respeto y agradecimiento por la otra. Jóvenes estudiantes, victimas de canallas.

Elenita asegura en su columna de ayer en La Jornada que "…el movimiento estudiantil de 1968 y la masacre del 2 de octubre, en Tlatelolco, es el punto de partida de la violencia que ha sufrido México en los pasados 50 años…", y como es su costumbre tiene una visión muy acertada, la realidad le concede la razón, sino que se lo pregunten a las víctimas de la represión y de la guerra contra el crimen organizado.

El Estado Mexicano moderno a sido heredado por las revueltas de la Revolución Mexicana; en base a sus vestigios surgieron las instituciones que envilecidas del poder fincaron su "Estado de Derecho", en la represión, el autoritarismo y las vejaciones.

No resulta tan extraña la comparación entre las estrategias porfiristas y las del partido político más viejo: exclusivos grupos omnipotentes y privilegiados, democracia dirigida, desigualdad, abuso, una coartada libertad de expresión, PAN Y CIRCO.

En poco tiempo los políticos de una nueva generación, tecnócratas e institucionales, olvidaron el origen de su partido, aquella Revolución que tuvo alcances sociales a costa del endoso de la soberanía nacional a un "grupo compacto", como un cheque al portador.

La intolerancia y la simulación apresaron al primer cuadro del gobierno federal de aquella época, quien en medio de la desesperación, como en el '71, en Aguas Blancas, en Acteal y en Atenco, se extralimitó en el uso de la fuerza. Tal vez miedo, tal vez descontrol, tal vez dolo, los resultados del '68 los conocemos todos.

Hoy dirijo este mensaje a quienes ámanos a este país, especialmente a los jóvenes: la violencia solo genera violencia, una conciencia despierta contagia al resto de las conciencias. Encausemos nuestros sueños e institucionalicemos nuestras convicciones, siempre sustentadas en la pureza y en el decoro.  Bien dijo Gandhi: "Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio".

No sé si el “nuevo” PRI se ha reformado, no sé si ha dejado atrás las tácticas detestables que a todas luces tristemente hemos descubierto, lo que sí es de mi conocimiento es que la transformación real está en nuestras manos, reside en la participación activa, responsable, valiente y consciente que enaltece a la Patria, así quedaron grabados en la memoria nacional miles de honrosos nombres.

Hago votos porque el devenir de la Historia no sepulte en el cementerio del olvido la herencia de los jóvenes que entregados a su causa, ofrecieron sus vidas en prenda a cambio de la construcción de la libertad, la justicia, el progreso y la democracia verdaderos.

El movimiento estudiantil de 1968, mas allá de los terribles  sucesos en Tlatelolco, están destinados a generar un legado en los adentros de patriotas y demócratas de convicción. Honremos a quienes nos antecedieron en la lucha. ¡Adelante compañeros!

¡No somos, ni fuimos, porros! ¡No somos bandidos, ni provocadores! ¡Somos jóvenes conscientes! ¡Somos estudiantes!

POST SRIPTUM
A los caídos del '68, las balas no los asesinaron; fueron víctimas de la democracia.

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