Por: Marco Antonio Samaniego

TIJUANA BC 30 DE SEPTIEMBRE DE 2022.- Si seguimos la lógica que se va a imponer con respecto al horario de verano, las poblaciones fronterizas y gran parte de Estados Unidos, salvo algunas entidades, estamos fuera de los tiempos de Dios.  El secretario de Salud, Jorge Alcocer, ha dicho que el horario de verano se debe eliminar porque los estudios muestran que las diferencias de tiempo entre el reloj social y el biológico desafían la salud, porque además fue una decisión política y lo recomendable es volver “al reloj de Dios”. 

Mantenernos a dos horas de diferencia con la Ciudad de México, resulta normal.  Sabemos que el horario, salvo pocas semanas, nos ubica a una hora de la Ciudad de México por pocos días, pero luego, regresamos a las dos horas de diferencia. Desde 1996, se implementó la medida, con la idea de que se genera ahorro de energía eléctrica. En Estados Unidos, el cambio horario, tiene la misma razón, pero algo ha fallado en sus investigaciones sobre los efectos en millones de seres humanos. 

Así, las autoridades actuales, incluyendo a la secretaria de energía, Rocío Nahle, el horario de verano tiene repercusiones en la salud como somnolencia, irritabilidad, trastornos digestivos, hormonales, depresión, entre otros. Incluso, apunta la secretaria, en 2017 se ahorraron apenas dos mil 241 millones de pesos, mientras que en 2021 la cifra bajó a mil 138 millones, lo que representa 0.2 por ciento del consumo nacional de electricidad, y aunque el ahorro económico ha presentado tendencia a la baja, esto es atribuible a las mejoras tecnológicas y no al horario de verano. Es decir, durante 26 años, de nada ha servido el esfuerzo, a cambio de los innumerables daños a la salud ya mencionados por el secretario de salud. 

Para sustentar lo anterior, busqué información sobre los daños a la salud en el estado de California, donde también se cambia el horario, y debo confesar que no encontré nada. El insomnio tiene otras causas. La depresión se atribuye a temas relacionados con la ansiedad y ésta, se vincula a problemas de tipo económico personal, incluidos problemas de relaciones de pareja.  Busqué las referencias a los efectos digestivos y los cambios hormonales y qué relación existe con los cambios de horario, pero no existe, en mi rápida búsqueda, ninguna referencia a cómo se modifican las hormonas. En referencia los problemas digestivos y el cambio de horario, tampoco encontré información.  Por otra parte, en California, y destaco que sólo busqué en dicho estado, sí existen cifras que permiten identificar la reducción de consumo de energía eléctrica en las denominadas horas pico. 

En el periodo que viví en la Ciudad de México, que en gran parte coincidió con el gobierno de López Obrador, no padecí ninguna de esas enfermedades. Nunca me deprimí, no tuve problemas digestivos y tampoco para dormir. No puedo saber si tuve cambios hormonales porque no me hice ningún estudio. Sé que hubo intentos por terminar con el horario mencionado, pero los datos de los secretarios de energía y los secretarios de salud, eran diferentes a los que actualmente se señalan. 

Para el caso de los que vivimos en la frontera, señalo que la medida no tiene la menor repercusión con nosotros. En la revisión para un trabajo publicado hace más de veinte años, recuerdo haber leído que Álvaro Obregón, como presidente de México sancionó legalmente lo que se practicaba en la realidad en 1922: cambiar el horario de acuerdo con California. Todo era más sencillo, sobre todo la actividad económica. En cambio, tener un horario de un lado de la frontera y otro a unos cuantos metros, generaba problemas de organización. 

En nuestro caso, seguiremos cambiando el horario de acuerdo con los argumentos de ahorro de energía de California, como en su mayor parte de Estados Unidos, y no se aplicará el principio divino, argumento señalado por el secretario de salud.  No estaremos en tiempo de Dios, como ellos sí estarán, de acuerdo con una idea de que Dios quiere ciertas cosas para unos cuantos y para otros no.

Sobre ello me declaro incompetente para opinar, pero la realidad de los años siguientes es la que teníamos antes de 1996. Una parte del año, estaremos a dos horas de la Ciudad de México, y la otra parte, a una hora.  Regresaremos a ciertos hábitos en la relación, aunque para las generaciones que nacieron, digamos, de 1992 hacia acá, será una novedad, dada la costumbre de dos horas de diferencia. 

Destacar el tema tiene una razón. El problema de la pobreza de los argumentos. Mientras en todo el mundo las razones a favor de los cambios de horario tienen como base datos específicos, aquí se argumenta en relacion a una postura divina. Desconozco cómo el secretario de salud sabe cuál es el horario de Dios, pero sí muestra a un funcionario que con extrema simplicidad, exhibe que está lejos de representar la investidura de un secretario de Estado. Después de todo es el mismo que ha dejado a miles de niños con cáncer sin medicamentos y es el mismo que no apareció al frente durante la pandemia. También es el que dijo que no vacunaría a sus nietos, y en la actualidad la vacuna se aplica a miles de infantes.  Mi sugerencia es que si alguien padece depresión, problemas digestivos, trastornos de sueño y cualquier otra cosa que se mencione en estos días, mejor acuda al médico y siga las indicaciones, sin pensar que el secretario de salud tiene un horario establecido por Dios. Los problemas de salud tienen razones vinculados con nuestras practicas de vida, no con el horario de verano. A menos que con datos específicos se demuestre. Por cierto, recordé la frase, 90% lealtad, 10 % eficiencia. 

Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.