México DF 28 de marzo de 2015 (La Silla Rota).- Familiares de los jóvenes normalistas buscan involucrar al Ejército por su supuesta participación en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, pero no existe una denuncia formal contra ellos.
A pesar de los constantes señalamientos en contra del Ejército, la realidad es que los sobrevivientes al ataque del 26 de septiembre en Iguala no acusaron en ningún momento ante el Ministerio Público la presencia de militares durante la refriega.
Todos los normalistas que declararon ante la Procuraduría General de Justicia de Guerrero aseguraron que fueron atacados por elementos de la Policía Municipal.
Sus testimonios forman parte del expediente HID/SC/02/0993/2014.
Únicamente existe la declaración de tres normalistas que mencionaron la presencia de soldados, pero los tres coincidieron en detallar que éstos llegaron hasta después del ataque y a una zona cercana, no al lugar de los hechos.
De hecho, uno de los sobrevivientes, Yonifer Pedro Barrera Cardoso, aseguró ante el MP que después del ataque el autobús en el que viajaban, se escondieron un laboratorio cercano.
Ahí, relató, trataban de que alguien auxiliara a su compañero herido, pero no recibían ayuda, pero fueron los elementos castrenses quienes solicitaron una ambulancia.
“Después de diez minutos nos dimos cuenta que llegaron elementos del Ejército Mexicano… le hicimos del conocimiento que se encontraba herido un compañero de la boca y que necesitábamos una ambulancia para que se trasladara a recibir atención médica a otro lugar, por lo que elementos del mismo Ejército Mexicano pidieron la ambulancia para que llevara nuestro compañero lesionado a otro lugar”, explicó el joven de 19 años de edad.
Otro de los testimonios fue el de Francisco Trinidad Chalma López, también estudiante de Ayotzinapa, el cual relató que los municipales los atacaron poco después de las 22:30 horas del viernes y más tarde alrededor de las 3:30 del sábado.
Coincidió al asegurar que los militares llegaron al “laboratorio” ubicado cerca de la calle de Juan N. Álvarez y Periférico Norte hasta después de esa segunda agresión.
“Nos dimos cuenta que un compañero estaba herido de bala de la parte de la boca. Lo auxiliamos llevándolo a un laboratorio que estaba en esa misma calle y estuvimos como media hora o más en ese lugar, ya que no tenían médicos. En el transcurso de ese tiempo llegaron dos unidades de militares”, dijo.
El tercero de los jóvenes que mencionó la presencia de soldados fue José Santiago de la Cruz, de 21 años.
Dijo que él era uno de los que iban al mando de los normalistas, y que tras la agresión que sufrieron a manos de los agentes municipales, él se escondió hasta que “policías ministeriales, estatales y militares” lo encontraron junto con otros normalistas y los presentaron ante el MP para declarar sobre lo sucedido.
Las indagatorias realizadas por la Procuraduría General de la República hasta ahora no han apuntado en ningún caso a los miembros del Ejército Mexicano, pese a que los familiares de los desaparecidos han pedido incluso entrar a los cuarteles para buscar a los jóvenes.
Según las investigaciones el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa eran parte del cártel Guerreros Unidos y ellos fueron los autores intelectuales de la agresión a los normalistas que dejó 6 muertos, 25 heridos y 43 desaparecidos.