Estampas de fin de año en Tijuana
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Estampas de fin de año en Tijuana

TIJUANA BC - lunes 31 de diciembre de 2018 - AFN.
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Fotos y texto: Joebeth Terríquez

TIJUANA BC 31 DE DICIEMBRE DE 2018 (AFN).- El mes de diciembre cierra el año con felicidad, unión y buenos recuerdos para el año siguiente. En Tijuana existe una variedad de ciudadanos de cada rincón del país, incluyendo gente que ha migrado de otros países, que con ellos traen sus propias costumbres de las fiestas decembrinas. Sin embargo, entre ellos hay quienes no tienen la oportunidad de tener esa felicidad o calor hogareño del cual muchos añoran en estas fechas.

En éste, el último día del 2018, al caminar por las calles de la ciudad se observar rostros de personas que terminan sus labores para llegar a sus casas y cerrar el día con sus familiares y comenzar un año nuevo con propósitos, deseos y anhelos para tener otro mejor; al igual, hay aquellos para quienes tan solo se trata de terminar un día más de vida y su único pensamiento es lograr sobrevivir, aunque alguna vez en sus vidas cerraban el 31 de diciembre con sus familiares en algún hogar, abrigados y disfrutando del calor familiar.

En el camino se observó una familia de cuatro integrantes: Dos niños de entre seis y 10 años, un pequeño de quizá dos años y su madre, quienes comían pollo a un lado de un local comercial que estaba cerrado, pero contaba con un pequeño techo el cual aprovecharon para no mojarse por la lluvia.

Les pregunté de dónde venían, y la señora contestó que de "allá por Oaxaca", y al querer saber dónde vivían y qué hacían, sólo ignoraron las preguntas. No querían ser molestados. Antes de despedirme les deseé feliz año y me contestaron de la misma manera, aunque con una seriedad que rayó en la desconfianza.

Al seguir en el camino, un hombre iba caminando y hablando solo, pegado a una pared. Tenía una plática consigo mismo, un poco alterado, motivo por lo cual las personas que caminaban a su lado mantenían una distancia como si se tratase de una persona peligrosa. Al acercarme a preguntar su nombre contestó: "¿Para qué quieres saber su nombre?". Volví a preguntar y respondió: "Él no tiene nombre".

Terminé deseándole feliz año, y él gritó: "¡Nadie es feliz!". Decidí dejarlo en paz y terminar la discusión que tenía con su propio ser.

Antes de seguir en camino, me detuve para cruzar una calle, cuando vi en una esquina una multitud de gente. Entre ellos se veía esa imagen de contrastes sociales o diferencia de clases, algo que se logra apreciar en cada diez metros de camino en todas las ciudades, solo se trata de detenerse un par de segundos y observar, cosa que todos olvidan hacer, ya que en la mente de cada quien se tiene una tarea o una idea y se puede olvidar que a un lado puede estar una historia.

Al avanzar, observé que frente a un salón de belleza en cuyo interior había mujeres preparándose para alguna reunión familiar o con -pensé- su respectivo "querido" o "querida", los buenos ánimos se escuchaban hasta la calle.

En la entrada había un hombre sentado, a su lado una silla de ruedas y una bolsa con sus pertenencias. Le di una moneda y me la aceptó, e inmediatamente dijo: "Gracias joven, pero no ando limosnando". ¿Entonces qué haces?", pregunté. Su respuesta fue inesperada: "¿Pues qué no ves?, estoy esperando a mi novia; le pagué pa'que se pinte los pelos y se arregle las uñas, que se ponga buena pa'la noche". Me hizo reír, y luego salió una señora para decirle que se fuera. Mejor me retiré para no espantar a su "novia".

Finalizando mi camino, me topé con un señor que tocaba la guitarra y cantaba solo, sin nadie para pedir dinero como muchos hacen. Me acerqué y le pregunté qué hacía. "Finalizando el año m'ijo", contestó. Le pregunté su nombre y "Tarcisio González", respondió. Que venía de Colombia y que tiene  aquí hace cinco años. Después pregunté cómo pasaría este día, el último del 2018, y respondió que le iba "a cantar al día y a la noche", para despedir otro año más de vida.

Me pareció interesante su manera de responder. Continúe indagando, preguntándole dónde vivía, y me dijo: "Donde se pueda vivir". Le pregunté cuál sería su mensaje de año nuevo si se lo pudiese dar a alguien. Y contestó: "Le deseo lo mejor para todos y que se les cumpla, y que ojalá este nuevo año ayude a la gente y no tengan que salir de sus casas a buscar oportunidades".

Me despedí, dejándole un par de monedas y una sonrisa.

Así finalicé un recorrido más. Uno de muchos que he realizado a lo largo del año, de muchos que se harán y muchos que habrá, así como todos recorren, por razones de cada quien y de cada cual.

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