* Tiene trastorno psicótico y producto de la descomposición social

TIJUANA BC 16 DE OCTUBRE 2018 (AFN).- “El Monstruo de Ecatepec” es el reflejo del nivel de descomposición social que tiene nuestra sociedad frente a una serie de factores externos que se combinan entre el desequilibrio emocional y comportamiento humano, destacó Jesús Alfredo Pérez Hernández, fundador de la Sociedad de Ciencias Forenses (Socifo) de Baja California.

El ex presidente de Socifo advirtió que “con la reserva del resultado de estudios psicológicos, clínicos y criminológicos, se observa que el ahora mal etiquetado monstruo refleja un claro trastorno psicótico y de personalidad egocéntrica capaz de manipular a sus cercanos, parejas, victimas y ahora a la opinión pública”.

El Maestro en Derecho y especialista en criminalística , señaló que de acuerdo a la serie de publicaciones en algunos medios de comunicación y las entrevistas realizadas a los familiares de víctimas, autoridades policiacas y declaración del propio imputado, el sujeto aparentemente tiene un coeficiente intelectual  por debajo del promedio.

No obstante, derivado del análisis de información, también se observa  por su modus operandi respecto a la zona de operación, cambios de domicilio y accesos a lotes baldíos o arroyos da una muestra, que el sujeto actúa de manera consciente para evadir la acción de la autoridad y que no pudiera ser identificado, precisó

Aunque algunos análisis preliminares reflejan un comportamiento misógino de acuerdo a sus declaraciones y atribuibles a sus progenitores y entorno social, señala el sujeto que sufrió de abuso sexual y culpa a la mama por su misoginia, explicó para AFN.

Jesús Alfredo Pérez Hernández manifestó que “lo cierto es que no puede darse por cierto tan solo con la declaración del individuo sino que debe ser diagnosticado clínicamente por especialistas en psiquiatría forense”.

Resaltó que “aparentemente el monstruo de Ecatepec cuya tendencia a la necrofilia al considerar que tenía relaciones sexuales con los cuerpos sin vida, no muestra sentimientos de culpa de acuerdo a la entrevista filtrada ante los medios de comunicación, situación que preocupa para el debido proceso”.

Agregó que “llama la atención el acceso y facilidad para interactuar en redes sociales, su gusto por las llamadas paginas obscuras donde se abordan temas de culto, tráfico de drogas, pornografía infantil y tráfico de personas”.

“Más preocupante resulta que exista imitación de patrones de conducta con respecto asesinos seriales, fenómenos sobrenaturales, y violencia de género que ahora son publicados en sitios y redes sociales de criminología que despiertan el morbo y hacen apología del delito lejos de un objetivo científico, ético y social”, indicó.

Para el criminalista de Baja California “resulta irresponsable y prematuro establecer un diagnostico por apreciación y no por análisis”.

Precisó que “la sociedad y autoridad deben estar preocupadas por la conducta reflejada de este individuo que presenta rasgos psicológicos recurrentes en personas que deciden quitarle la vida a otras”.

Sin embargo, advirtió que “la autoridad debe acreditar técnica y jurídicamente el acto en sí, de haber privado de la vida a varias mueres y demostrar que existió alevosía, ensañamiento o bien una compensación por la realización de este acto”.

Sostuvo que “la necesidad de darse a conocer y saltar mediáticamente es una característica de un trastorno de personalidad, más cuando implica una motivación personal de ser reconocido por provocar la muerte de otros”.

El fundador de SOCIFO, indicó que se requiere de un trabajo metódico y cuidadoso para establecer el perfil psicológico del asesino e identificar sus características comunes.

“Es evidente por la información vertida en medios de comunicación, las entrevistas y declaraciones, que este individuo veía a sus víctimas como personas que le causaban un daño, se sentía amenazado en su status de genero, asociándolas con alguien que le asemejo un perjuicio”, abundó.

“Sin embargo, no se ha logrado establecer si las victimas guardan un vinculo entre si o si estas lo tuvieron con el victimario que le permitiría distanciarse emocionalmente de ellas”, amplió.

Entre otros detalles que observó el especialista, en este caso, es que la personalidad de este sujeto rompe con la característica de la discreción del psicópata y por el contrario hace publico cualquier acto derivado de la investigación que la autoridad lleva a cabo, es decir, sus acciones no están delimitadas a una estructura psíquica.

Por ello, dijo, el reto para la investigación es enorme: deben acreditarse los hechos y establecer los perfiles psicológicos de los imputados para dar certeza a la investigación, los análisis científicos deben identificar con respecto al individuo la falta de empatía, estudio de comportamiento, vínculo con sus víctimas y grado de vulnerabilidad de las mismas, nivel de manipulación del sujeto, análisis de su pasado  o entorno desestructurado con alto nivel de violencia en caso de existir.    

Debe también acreditarse científicamente la mecánica de los hechos desde el punto de vista criminalístico, la crudeza en un enfoque médico legal y psicológico, así como el número de víctimas que por lo menos tres debieron ser privadas de la vida de manera intencional y premeditada en un periodo de tiempo concreto, destacò.