*.- “Caso Ayotzinapa, igual que el de los muertos del 68”, sugiere Héctor Bonilla, actor
*.- En entrevista exclusiva habla sobre los 43 normalistas desaparecidos en Guerrero

Por: Lino Chaverría Rivera

Tijuana BC 3 de noviembre de 2014 (AFN).- El primer actor Héctor Bonilla, durante su visita a Tijuana donde protagonizó junto a su hijo Sergio Bonilla, la obra “Almacenados”, en el recién reinaugurado Teatro Zaragoza, concedió una entrevista exclusiva a Agencia Fronteriza de Noticias (AFN) para hablar, de forma muy sentida, sobre el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala, Guerrero, hecho que comparó con lo ocurrido el 2 de octubre del 68, en Tlatelolco.

Inquirido tras bambalinas sobre el tema que ha estado en la mesa a nivel nacional durante las últimas semanas, el secuestro y posible asesinato de 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, y la fuga de los presuntos culpables de este hecho delictivo, el actor declaró que era imposible creerles a las autoridades cuando dicen desconocer el paradero de José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, quien se encuentra prófugo de la justicia al igual que su mujer, María de los Ángeles Pineda.

Al respecto, hizo saber que no podía ser objetivo en este tema, pues estuvo ligado a la historia de la Normal y era algo que entrañablemente “le podía mucho”.

Reveló que su padre, el doctor Rodolfo Alfredo Bonilla Cortés, fue uno de los fundadores de la escuela Normal Rural en mención, la cual fue instituida en 1926 por la Secretaría de Educación Pública, y que él mismo hace décadas tuvo la oportunidad de vivir de cerca el devenir de varias generaciones de estudiantes y también de sus manifestaciones.

Afirmó que el caso de los 43 normalistas desaparecidos es un hecho que ha rebasado toda lógica y toda permisión en cuanto al proceder de las autoridades y los gobiernos.

“Quién carajos les cree, que no saben de Abarca”

En tono severo, el histrión manifestó que no se trata sólo de que se hable en medios de comunicación sobre “los revoltosos de la normal de Tixtla”, sino de cuestionarse a profundidad sobre “¿qué es lo que pasa en Guerrero, para que el Estado entero sea un cementerio?… ¿qué pasa que (las autoridades) no pueden decirnos dónde están estos muchachos?…¿qué pasa que no nos dicen dónde está Abarca?, y peor aún, ¿quién carajos les cree que no saben dónde está?”

Sobre este eje, dijo que el gobierno en turno y aquellos que hayan estado coludidos en el tema de Guerrero, están metidos “realmente en un lío muy fuerte”, pero que personalmente él no quiere una revolución, ni tampoco manifestaciones viciadas, sino la Reforma total del Estado.

Expresó que la revolución, vista de manera metafórica, podría ser contraproducente, pues sería similar a decir que: “a río revuelto, ganancia de pescadores”, y que allí, lamentablemente se asoman los peores intereses de izquierda, centro y derecha (aludiendo a las posturas de los partidos políticos dominantes).

Sobre la comparación que hizo él mismo de este caso con el del mítico movimiento estudiantil del 68, donde un numeroso grupo de estudiantes fueron emboscados y asesinados en Tlatelolco, el actor refirió que no se trata de una elipsis en el tiempo, sino que la realidad es que no ha cambiado el sistema en México.

“Es decir, seguimos en lo mismo, ¿por qué está presa Elba Esther Gordillo y no Romero Deschamps?, pues porque es una venganza política, es decir sabemos que en México es ‘aquí no, y es: aquí no y punto’, y no permea a la crítica social, entonces bueno, el problema es que sigue así –la corrupción-“, enfatizó.

Sin embargo, dijo que estas manifestaciones recientes en el país que exigen la aparición de los normalistas, así como otros movimientos que prevé se darán en el futuro inmediato, podrán motivar a que haya apertura de otro orden, a que se flexibilice el sistema.

“Creo que lo más importante es rehacer el tejido social entre el quehacer político y la sociedad civil porque hay un divorcio total, izquierda, centro y derecha… debido a que tienen más en común los partidos políticos y los gobernantes en  sus intereses creados, que con los de sus representados”, subrayó.

Por último, sugirió que era necesario reivindicar todo, pero no necesariamente ir a hacer desmanes en las manifestaciones “para ver qué me gano”, sino que por el contrario, debería haber una actitud organizada y armónica de la sociedad para presentar demandas válidas y que “con los dientes desarrollados de la sociedad civil, se pueda abrir el ostión de la política”.