Norma Y. Cortés
Tijuana BC 16 de agosto 2014 (AFN) Omara Portuondo, "la reina del feeling cubano" fue recibida como tal por un público ávido de escuchar los temas que en su voz recorrieron el mundo.
Acompañada de un grupo de excelentes músicos Omaira entró al escenario dibujando pasos de baile e interpretando uno a uno éxitos de su disco Magia Negra: Adiós felicidad, La vida, Tal vez y El hombre que yo amé.
Entre comentarios y paseos por el escenario, Portuondo presentó poco a poco a sus músicos e invitó al público a que coreara y aplaudiera sus interpretaciones.
La primera canción de compositores mexicanos que se escuchó en el Teatro del Centro Cultural Tijuana fue: Esta tarde vi llover, de Armando Manzanero, pero no faltaron Bésame Mucho, de Consuelo Velázquez y Solamente una vez, de Agustín Lara.
Con la aparición del trío Los Panchos en el escenario, continuaban las sorpresas de la noche: Omaira cantó con los legendarios músicos: Cuando se quiere de veras, Usted y Quizá, quizá, quizá.
“Ustedes saben lo que es estar acompañada de estos tres hombres, con esas voces y todo lo que representan para su país y para el mío”, afirmó Portuondo, en reconocimiento a los herederos de Los Panchos.
Los aplausos subían de tono cuando sus músicos tocaban un "solo" en su instrumento o cuando Omaira, con su ritmo cubano, movía hombros o ejecutaba un paso de guaguancó.
"Hermosa", le gritó su público a Omara, quien no dejó de interactuar con ellos que coreaban y pedían a la "leyenda cubana" sus canciones favoritas, por lo que contestó, entre aplausos, “Quiero que nos podamos volver a ver, no sé cuándo”.
Dos gardenias y Silencio fueron las canciones más ovacionadas por el público, que se quedó con ganas de que la artista cantara Siboney, Drume Negrita y Lágrimas Negras.
Omara Portuondo llenó el escenario de música cubana y se despidió de su público con Guantanamera, pero este la hizo volver con sus nutridos aplausos para que interpretara 20 años.
La voz de Omara se dejó de escuchar poco a poco, cuando apoyada en sus músicos, se dirigió a su camerino repitiendo, melódicamente: "adiós"," adiós".