En el siglo XVI, lo han demostrado diversos historiadores, las causas de las derrotas indígenas en América fueron producto del equipamiento, estrategia y organización militar que ofrecieron los invasores europeos. 

 

Y, aunque involuntario, fue muy importante el factor psicológico que representó el utilizar animales desconocidos (caballos) para transporte y combate, además del uso de las armas de fuego, ya que en éste último caso resultó que los indígenas tuvieron pavor al ruido. 

 

Ya en el siglo XX las tácticas no han variado.

 

En 1987 Israel fue el primer Estado que "legalizó" la tortura bajo el eufemismo de "uso de presión física moderada"; y de eso pueden dar testimonio miles y miles de palestinos. Estados Unidos y sus interrogadores presionan de esta forma a prisioneros extranjeros y dichas "presiones" van desde el uso de grilletes para producir dolor, abuso de posiciones estresantes, incomunicación y privación del sueño por periodos largos, manipulación de temperatura y sonidos, entre otras acciones degradantes y humillantes. 

 

En un artículo que leí cuando niño, creo que se titulaba "Cómo doblegar a un dictador", el autor planteaba que los interesados debían, además de ofrecer una oposición fuerte al gobernante, marchar vestidos de blanco, desenmascarar sus fallas, difundir imágenes de represión, siempre poner por delante a mujeres y niños, obligar al uso de chorros de agua o a utilizar a la fuerza pública, pero sobre todo, a hacer uso de medios sonoros. 

 

Aparte de las acostumbradas diatribas y oradores en contra del que gobierna y a favor de los pobres necesitados, usar la música estridente, fuerte y repetitiva hasta el cansancio, aunque se trate de una balada, un corrido, una rítmica salsa o una alegre cumbia, aunque parezca una medida excelente y que no daña, resultará brutal. 

 

"El sonido fuerte es malo, daña los oídos y no produce imágenes", me comentó un experto policía. 

 

Dudo mucho que los líderes antorchistas y sus simpatizantes, quienes llevan más de una semana plantados en sus campamentos frente al Centro de Gobierno exigiendo y exigiendo y exigiendo terrenos a bajo costo y servicios casi gratuitos, hayan leído el artículo que me encontré de niño. 

 

Pero aplican estas acciones, con variantes y sin llegar aún a confrontar esos chorros de agua. 

 

Y allí van a seguir. No les importa si molestan o incomodan a los demás usuarios y a los ciudadanos que trabajan duro para pagar un terreno y conseguir un crédito para vivienda. 

 

No se van a ir con la música a otra parte. Saben que tarde o temprano les va a dar resultado. Llevan haciendo lo mismo desde fines del Siglo XX en Tijuana.