Palco de Prensa
Por : Gilberto LAVENANT
Aunque para muchos, cuando se habla de política, nada ha cambiado, la verdad es que no es así. Ya no se trata de ir a las urnas a emitir el voto por políticos acartonados, que lo único que saben es prometer y prometer, y aunque firmen sus promesas ante Notario Público, nadie garantiza que las vayan a cumplir.
Sobre todo, políticos incultos, desconocedores de la realidad social. Que conocen al pueblo, hasta que son postulados por sus partidos a algún puesto de elección popular. Antes de eso, ni siquiera por mero accidente o causalidad se ensucian la suela de sus zapatos. No saben, cuales son las necesidades populares, ni les interesa conocerlas.
Es tanta su ignorancia y su lejanía respecto de las clases sociales, que si les preguntan por la ubicación de alguna colonia o barrio de la ciudad en la que residen durante tantos años, no saben, y la conocen, por primera vez, cuando les elaboran el programa de visitas. Algunos, se quedan sorprendidos al “descubrir” las condiciones deplorables en que viven los mexicanos, a los que nunca antes habían visto, mucho menos escuchado.
Los políticos mexicanos, son políticos temporaleros, sólo se visten de políticos, en temporadas de campañas electorales. Fuera de eso, son políticos de café o de cantina. Ahí se encierran a ”arreglar el mundo”. Ahí cuentan leyendas fantasiosas, pretendiendo relatar sus aventuras o experiencias políticas. Son como “soldaditos de bronce”, que nunca han participado en batalla alguna.
La pobreza de conocimientos, experiencias y habilidades de los políticos mexicanos, se evidencian, precisamente cuando en una contienda electoral tienen qué dar la cara antes sus propios rivales. Quienes pueden, se “enferman”, para justificar su ausencia en eventos en los que deben improvisar, confrontar, rebatir, exponer. Nunca nadie les dió clases de oratoria. Ni siquiera eso.
En Tijuana, lo más cercano a un debate, han sido los eventos organizados por Coparmex, en los que primeramente presentaron a los candidatos a diputados federales y luego a los candidatos al Senado, dentro del Programa Participación Ciudadana 2012, que desarrolla bajo la leyenda : “Votaremos por los mejores y los cuidaremos como a los peores”. Seguramente bajo tales condiciones, las votaciones se declararían desiertas.
Es irónico, que los mexicanos son tan exigentes en casi todos los ámbitos, menos en el político. Lo advierte Coparmex en la promoción de dicho programa : “Y tú ¿qué tipo de ciudadano eres? Miedoso, apático, reventador, responsable, participativo, exigente. Vota este próximo 1 de julio”.
Cuando un estudiante de determinado nivel de enseñanza, desea ingresar al siguiente nivel, se le exige determinada preparación y para ello se le aplica un exámen de evaluación. Sólo se admite a los aprobados. A los reprobados, se les rechaza.
Cuando alguna persona solicita empleo, se le aplica un exámen de evaluación. Se le empleará, en la medida en que esté capacitada, o tenga experiencia. Si su falta de preparación y experiencia, es evidente, se le rechaza.
A eso se le agrega que para determinados empleos se exigen otro tipo de exámenes o evaluaciones, como en el caso de los aspirantes a ingresar a determinada corporación de seguridad pública. Tienen que asistir a cursos de preparación, pasar la evaluación, así como exámenes clínicos y de otros tipos. Si no los pasan, no hay empleo.
Curiosa y lamentablemente, en el caso de los políticos, a quienes se les va a asignar la tarea de gobernar un país, una entidad federativa, un municipio, una delegación o subdelegación municipal, solamente se les pide que sean políticos, o sea que estén afiliados al partido político al que pertenecen los gobernantes en turno, y listo.
Para nada se les exige determinada preparación, ni experiencia. Es más, ni siquiera título profesional. Simplemente que sean políticos. Por ello los políticos son todologos. Son como chapulines, brincan de un puesto a otro, sin importar las funciones de la dependencia. Lo que importa es cuánto les van a pagar y en qué nómina habrán de firmar.
Por eso estamos como estamos. Por eso México está de cabeza. El actual Secretario de Educación Pública, José Angel Cordova Villalobos, antes fue Secretario de Salud. La candidata panista, Josefina Vázquez Mota, fue Secretaria de Desarrollo Social con Fox y Secretaria de Educación Pública, con Calderón, y aunque es economista, se tituló casi 20 años después de haber concluido sus estudios profesionales.
Pero algo peor, se han dado casos de políticos que son designados en cargos públicos de relevancia, sin tener título profesional. En diciembre de 1994, el Presidente Ernesto Zedillo, designa a Fausto Alzati, como Secretario de Educación Pública. Resulta que había sido funciónario de Educación Pública en Guanajuato. Subdirector del IEPES del PRI, director general de CONACYT, pero en marzo de 1995, aproximádamente 3 meses después de su nombramiento, se vió obligado a renunciar, cuando se descubrió que si bien es cierto que realizó estudios para obtener el grado de Doctorado, no tenía título de Licenciado en Derecho, que era básico para el grado superior de estudios y se ostentaba como tal en su curriculum.
Ya es tiempo de ser más exigentes con los políticos. Que se les exija una preparación profesional, de acuerdo al cargo al que aspiran ocupar. En especial, principios básicos de administración pública. Se nota claramente su falta de preparación en entrevistas de prensa, reuniones de trabajo o debates. Cuando menos que cursen un diplomado en “todología”.
