Por: Marco Antonio Samaniego
TIJUANA BC 17 DE JULIO DE 2019.- A lo largo de una semana el nombre de Baja California – algunos le ponen norte – ha estado en boca de comentaristas nacionales, de dirigentes de partidos políticos pagados con los impuestos de los mexicanos, de editorialistas, y del congreso, cuyo presidente, Porfirio Muñoz Ledo, ha planteado la desaparición de poderes, figura que pocos entienden, incluido quien esto escribe.
Las palabras que se utilizan más son las de abuso, exceso, bonillazo, más de lo mismo, madruguete, abominable, increíble, y muchas más que han quedado plasmadas en numerosos páginas de diarios, comentarios de ciudadanos, páginas de Facebook y de todo tipo de redes sociales. Darle seguimiento a todo lo que se ha dicho requiere de largo tiempo, dado que las opiniones en contra han sido numerosas.
Los dirigentes de partidos o quienes aspiran a un espacio de poder en los años venideros – de 2 o 5, por lo que pueda pasar – han manifestado su opinión, en su mayoría en contra, pocos la vierten a favor, cuando menos públicamente. Un grupo de ciudadanos, menos de un centenar, han tomado instalaciones del congreso y se han manifestado contrarios a la modificación.
La discutida reforma de 2014, tan mal vista por muchos en su momento, generó inconformidades a los largo de los pasados cinco años. El acuerdo planteado dejaba en el largo, muy largo, pero muy largo plazo, el ahorro de recursos de los impuestos para las campañas electorales. Los diputados, preocupados, pero mucho por el excesivo gasto, decidieron que los ahorros serian en el 2021, es decir, siete años después. Fabuloso argumento.
Hoy, el argumento de los 14 diputados del PRI y el PAN, es decir, el PRIAN, es muy parecido, solo que se prolonga la gubernatura de 2 a 5 cinco años. Así, el ahorro, se va a dar hasta el 2024, cuando estemos en las elecciones presidenciales.
Incluso, los dirigentes nacionales de todos los partidos, se manifestaron por la expulsión de sus filas de los diputados que aprobaron la modificación. Todos, incluidos los diputados federales de Morena, consideran tomar medidas de exclusión de los integrantes de la legislatura estatal. Si las toman o no, es poco relevante, dado que expulsar a personajes corruptos es cosa de todos los días. Todos han prohijado un concepto de renuncia/salida/expulsión, que tiene décadas presentado un espectáculo cotidiano de una historia sin fin. A final de cuentas, esos partidos se han nutrido de ello, el caso de Morena es más que claro. Miembros del PRI en el PAN abundan, el PRD se abasteció del PRI por toneladas y hoy, el caso es semejante (el llamado PRIMOR). La diferencia es que son tantos y tantas veces que se volvió normal. Ante ello, la paradoja es que Morena, como movimiento, logró treinta millones de votos, le generó una gran legitimidad y ahora, muchos hombres y mujeres con experiencia – cualquier cosa que eso signifique - se defienden ante lo que hubieran atacado hace menos de un año, y quienes no coinciden con lo sucedido, lo condenan, pero todos cobijados, o en espera de ello, de la figura de López Obrador. Dicho de manera sencilla, críticos, pero sin moverse demasiado; autónomos, sí, pero en espera de lo que diga el jefe.
El tema es muy simple. Si se quiere enderezar la vida política, que los partidos, con tan poca eficacia y congruencia han demostrado a lo largo de décadas, renuncien a los abundantes recursos que obtienen. Eso llevaría a una postura congruente. No sería necesario pensar en los ahorros para el 2021 o el 2022 o el 2038, los mexicanos nos ahorraríamos recursos en este momento, a lo mucho, en el 2020. Los dirigentes de la burocracia partidista – la palabra líderes no los describe - pudieran demostrar su congruencia al decir ahorremos en este momento. Así de simple y de sencillo, sin tanta palabrería.
Lo hemos apuntado en numerosas ocasiones, el hecho de que sean los mismos bajo diferentes siglas permite moverse en las frases comunes y sin sentido: tal partido mes incongruente, está en manos de una mafia, una grupillo lo controla, ese partido ya no representa mis ideales (de nuevo, cualquier cosa que signifique) y se van como cucarachas en incendio a otro partido, bajo la cubierta complaciente del dinero público.
El problema de fondo es la legitimidad de los partidos ante la incongruencia de sus acciones como tales, con agendas limitadas al corto plazo, con deseos más que proyectos, con terquedades más que con proyecciones.
Los cuadros políticos mantienen una lucha intensa. Las negociaciones están en marcha; los caminos no parecen despejarse y las dudas de una gubernatura y sus posibilidades, condicionan el futuro inmediato de nuestra entidad. Pero desde nuestra perspectiva, el problema es otro: el triunfo de la partidocracia.
* Marco Antonio Samaniego López. Doctor en historia por el Colegio de México.
Esta columna no refleja la opinión de Agencia Fronteriza de Noticias, sino que corresponde al punto de vista y libre expresión del autor.